Durante su crecimiento, los niños atraviesan procesos en los que descubren los límites. Por eso, es fundamental que los padres sepan que sus hijos van experimentar situaciones entendidas como “desobediencias” y que se tratan de etapas naturales de descubrimiento y exploración. Según explica la educadora de párvulos, Stephanie Urzúa, los primeros meses de vida ocurren dos grandes hitos en los niños: desde los 9 meses comienzan a percatarse que son seres independientes de sus padres y descubren una mayor autonomía que es el movimiento, por ende, empiezan a explorar con sus sentidos y a moverse por todas partes.

Por otra parte, a partir de los dos años, cuando comienzan a aparecer las primeras palabras, los niños se percatan que el lenguaje tiene repercusiones en su entorno, poniendo a prueba la paciencia de los padres. “Naturalmente, por un esquema mental, los niños no comprenden que el resto de las personas no piensan igual que ellos. Esto lo estudió Jean Piaget, quien describe que los niños cuando salen de las etapas sensomotriz entran a una pre operacional, que se vuelve completamente egocéntrica”, explica la educadora.

Usualmente los padres interpretan estas conductas o comportamientos como desafiantes, lo que en realidad, según describe Urzúa, es que los niños no tienen idea de los límites naturales que pueden causar daños o sobre los limites sociales que no pueden transgredir.

¿Cómo podemos actuar como padres frente a las desobediencias o conflictos? Según explica Stephanie, lo más importante es enseñarle los límites a los hijos y un error común que se comete en este tipo de enseñanzas es que se debe enseñar por medio de tratos autoritarios o poco amigables.

“Es importante entender que no se puede sacar al niño de su estado mental, diciéndole, por ejemplo, que no puede ser tan egoísta o llevado a su idea. En el fondo es querer que un niño de tres meses controle su esfínter, imposible”, explica Stephanie. “Cuando un niño no quiere compartir su juguete, necesitamos conectar con él mostrándole el camino por el cual debe moverse sin invadir su toma de decisiones, porque cuando se obliga se impone un criterio que es imposible de entender, lo único que se logra con eso es insegurizarlos. Podemos invitar eso al mostrarle las consecuencias que tiene el no compartir”, especifica.

Bajo esa premisa, Stephanie asegura que es fundamental que los padres entiendan los procesos en los cuales se encuentran sus hijos, es decir, psico educarse respecto a los periodos de crecimiento ya que de esta forma se sabrá con certeza el tipo de conexión que necesitamos con ellos, así como también qué podemos exigir y que no. “Un niño entre uno a dos años va a querer explorar todo con los sentidos, entonces hay que adecuar la casa, por ejemplo, con cosas que no sean peligrosas. Después tengo un niño de cuatro a seis que es egocéntrico, por ende, es recomendable siempre ponerse en su lugar y tratar de entender su perspectiva para validarla. Hay que entender que ellos no la pueden ver de otra manera. Pero siempre poniendo límites”, concluye.