Poder hacer cuarentena y mantener el aislamiento social que se recomienda en medio de la pandemia por el coronavirus ya debería ser motivo suficiente para sentirnos agradecidos. Más cuando vemos aumentar cifras de contagios y leemos sobre personas que han perdido a alguien a causa del virus.

Aún así, al estar confinados en nuestros metros cuadrados con el temor constante de que se contagie alguna persona querida o que nuestra situación económica siga perdiendo estabilidad, la gratitud parecer ser algo lejano e improbable. Pero lo cierto es que es una herramienta que nos puede ayudar.

“La gratitud puede ser muy importante en el equilibrio afectivo, pues se relaciona estrechamente con la reconciliación de la propia historia, asimilando aspectos contextuales o condiciones que en distintas circunstancias serán o no serán posibles de acuerdo a la realidad que se está viviendo”, asegura la psicóloga de Clínica Indisa, Daniela Ulloa, y explica que al menos es uno de los aspectos que podría ayudar a entregar un sentido menos intenso al sufrimiento.

Practicar la gratitud en medio de la pandemia puede sonar difícil, especialmente cuando sentimos que no tenemos nada a qué aferrarnos. Porque es fácil sentirnos agradecidas cuando nos aumentan el sueldo, recibimos un premio, nos felicitan por algo o nos resulta aquello por lo que estábamos trabajando. Pero qué difícil es practicar la gratitud cuando, honestamente, no nos sentimos agradecidas.

La autora Polly Campbell expone al respecto, en una columna publicada por el medio especializado Psychology Today, y detalla tres formas en las que se puede practicar la gratitud en momentos adversos. La primera es empezar con cosas pequeñas. “Encuentra cualquier cosa que esté funcionando y aférrate a eso”, dice, y ejemplifica con la capacidad de respirar o tener un lugar donde dormir y algo que comer.

Lo segundo es ayudar a alguien más. “Es posible que tu vecino, amigo o peluquero también tenga problemas, por lo que en vez de concentrarte en tus malas noticias, acércate a alguien y ayúdalo con lo suyo”, dice y explica que esto es tan simple como llevarle comida a alguien que esté enfermo o dejar pasar en el supermercado a alguien se ve más complicado que tú. Estos actos de generosidad sirven para percatarnos de que somos útiles para alguien más y eso es motivo de agradecimiento.

Por último, la autora hace un llamado a hacer una cosa en la que seamos buenas. Da lo mismo lo que sea, sirve desde ordenar la despensa hasta pintar un cuadro. Practica tus habilidades en la medida que sea posible, y siente gratitud por ser capaz de hacerlo y tener las herramientas para lograrlo.

La psicóloga Daniela Ulloa entrega una cuarta recomendación: “Hacer un ejercicio reflexivo sobre la propia historia y hacer el intento de reparación sobre lo que uno puede entender que no ha sido reparado”, pues para agradecernos muchas veces tenemos que poder ser capaces de perdonarnos y de perdonar las circunstancias de nuestra historia.

Es finalmente, mediante la gratitud que podemos hacernos conscientes de que incluso en condiciones adversas podemos encontrar algo, por pequeño y rutinario, que podemos agradecer, y así ver que incluso el peor de los días no es tan malo.