Hace unos años, cuando cumplí 30, me empezaron a incomodar algunas cosas que solemos hacer las mujeres y que nos provocan cierto malestar o dolor. Cuando me acordaba de ese dicho que dice que para ser bella hay que ver estrellas, me hacía ruido pensar en ciertos comportamientos tradicionalmente asociados a lo femenino, desde usar tacos hasta teñirse el pelo o depilarse. Todas prácticas dolorosas que muchas toleramos por años en pos de la belleza. Dolor que me di cuenta de que ya no estaba dispuesta a sentir simplemente para ser considerada bonita por otros.
Uno de los temas que más conflicto me ha generado desde ese entones es el de la depilación. Desde chica una ve que todos sus referentes de mujer se depilan. Las tías lo hacen, la mamá, las abuelas y las amigas. No hay nada raro ni nada malo en depilarte si realmente quieres hacerlo. ¿Pero alguna vez nos preguntamos si es algo que realmente elegimos? Y si lo hacemos por opción, ¿por qué? Es lo más natural del mundo que una mujer tenga pelos, y me pregunto por qué si a mí no me molestan me los he sacado por tanto tiempo. Pero han pasado casi cuatro años desde esa reflexión y todavía no he dejado de depilarme.
Si bien he cedido en algunas cosas –ya no me someto a la dolorosa depilación con cera caliente ni a los caros tratamientos con láser, y solo me depilo en el verano— no he aprendido a vivir libremente con pelos. Me gusta sentir mis piernas suaves cuando me echo crema en las mañanas, pero sinceramente no sé si eso es una preferencia genuina o un gusto condicionado por los estereotipos de mujer con los que crecí. Existe una presión social hacia la mujer por mostrarse perfecta, que parte desde muy temprano. En la pubertad, cuando estás más vulnerable a la influencia de otros y tu cuerpo está cambiando, es muy común que alguien cercano comente cosas como: '¡uy ya le salieron bigotes! Hay que llevarla a depilarse'. Muchas veces esas presiones vienen de otras mujeres de nuestro entorno cercano. Son comentarios amorosos de personas que se preocupan por una y que lo dicen, supuestamente, por tu bien. Me acuerdo que a los 13 años usaba jumper para ir al colegio y estaba convencida de que tenía las piernas llenas de pelos y que todos se fijaban en eso. Y como veía que mis compañeras empezaban a depilarse, le pedí a mi mamá que me llevara también. Ella trató de convencerme de que tener un poco de pelos era normal, que no se notaban. Estaba tratando de atrasar el tema lo más posible. Como mujer sabía el dolor que conlleva la depilación y lo esclavizante que son estos procedimientos, pero finalmente ante mi insistencia, cedió.
Durante mi adolescencia me depilaba pierna completa y ya más grande, cuando tenía 20, me hice depilación láser en el rebaje, full brazilian. Ni siquiera tenía un pololo o una vida sexual activa, pero igual no quería tener pelos. Y es que a veces ni lo haces por otros, sino que solamente por una creencia muy arraigada de que las mujeres tienen que ser así, depiladas.
Si aún me depilo, creo que es precisamente por esa construcción social que tengo de cómo debe verse una mujer y que todavía no puedo erradicar del todo. Trato de hacerlo lo menos posible y me alegro cuando veo a alguna mujer en la calle con falda y pelos en las piernas, porque si a ella no le molesta, a mí tampoco me debería molestar.
Creo que hemos normalizado prácticas dolorosas e invasivas en las mujeres porque vivimos en una sociedad que todavía es profundamente machista. El hombre sigue siendo el centro en muchos sentidos; hay que mantenerlo contento y existe la creencia de que a él le gustan las mujeres sin pelos. No sé si hoy en día eso sea efectivamente así, pero son costumbres que se han perpetuado en el tiempo y que, como muchos otros micro machismos, se han mantenido porque nunca los hemos cuestionado. Además, las mujeres hemos tenido que elegir nuestras batallas. La autonomía sobre el cuerpo es una lucha que se está dando ahora porque ya tenemos ciertas libertades que antes no teníamos. El feminismo para mí tiene mucho que ver con eso. Con respetar lo que cada mujer quiera hacer con su cuerpo. Si a ti te acomoda sacarte todos los pelos desde la punta del dedo del pie hasta las cejas, está bien. Si mañana no lo quieres hacer porque ya no te acomoda, también está bien.
No sé si algún día logre dejar por completo la depilación. Lo pude hacer con la tintura del pelo –me salieron muchas canas siendo aún joven y por harto tiempo me las teñí, pero ya no lo hago—pero este tema ha sido más difícil. Creo que la diferencia está en que con las canas he visto más referentes de mujeres de todo tipo y de todas las edades que se están dejando su pelo natural. Las mujeres con pelos en las piernas o en las axilas son cada vez más comunes, pero todavía están lejos de ser lo cotidiano.
Scarlet Caviedes (34) es ingeniero comercial y está esperando a su primer hijo.