Hace algunas semanas, Dove publicó los resultados de un estudio en el que se reveló que el 80% de las niñas de 13 años ha alterado las imágenes que publica de si misma en redes sociales, siendo muy alta la presión que sienten por cómo son percibidas en estas plataformas. Pero el estudio además dio a conocer que las niñas con menor estima corporal son aquellas que más distorsionan sus fotos (56%).

¿De qué manera los cuidadores, papás y mamás pueden afectar estas cifras? ¿Cómo deberíamos hablarle a las niñas y adolescentes sobre su cuerpo, para que al entrar en contacto con las redes sociales y la presión que conllevan, tengan una buena autoestima?

La nutricionista María José Chousal es especialista en Trastornos de la Conducta Alimentaria, y ha visto en primera persona cómo el autoestima de las niñas y adolescentes se relaciona directamente a cómo las personas que están a cargo de criarlas les hablan sobre su cuerpo.

Hablar del peso de alguien no es importante a ninguna edad, no existe un contexto donde sea necesario hablarle del peso a una niña o adolescente, a menos que exista algún problema y ellas mismas quieran abordarlo. Pero es que ¿en qué podría ayudar a una persona hablarle de peso? Si una niña o adolescente tuviera un ‘problema de peso’ ¿en qué podría mejorar si se habla de ello?”, dice la especialista, y agrega: “A veces una sola frase o comentario sobre el cuerpo de una niña o adolescente, podría gatillar un trastorno de la conducta alimentaria; solo ese comentario hará que la niña odie su cuerpo y quiera cambiarlo a toda costa”.

El problema está en que temas como las dietas, el peso y la talla están intrínsecos en nuestras propias identidades, porque hemos crecido inmersas en una cultura ha normalizado situaciones como estar siempre a dieta, o tener que mantener una talla pese a las circunstancias que podamos estar atravesando, o incluso pese a distintos factores –genes, enfermedades, estilo de vida– que nos acompañen.

“Las dietas y el peso están presentes incluso en conversaciones cotidianas, y por lo tanto es un tema al que todas las niñas y adolescentes estarán expuestas”, dice Chousal y añade: “Abordar este tema debiera ser fácil, debiera ser un tema como cualquier otro, en el que no se exponga la gordofobia y donde podamos enseñarle a nuestras niñas que una persona no se define por su peso corporal, que no es importante y no debiera ser un patrón de referencia”.

Esto no quiere decir que no podemos hacernos cargo de que el peso es una medida que existe, y que hay personas con características distintas. Pero lo importante es el enfoque con el que lo hacemos. “Debiera ser para explicarles que todos tenemos tamaños corporales distintos y que, mientras sean saludables, no debieran tener un problema con eso. Si decimos que un niño gordo tiene que bajar de peso por su salud, estamos diciendo que debe ser mejor, que no puede ser saludable así, que no confíe en sus señales de hambre y saciedad, y le vamos provocando una disconformidad con su cuerpo”, dice la especialista en Trastornos de la Conducta Alimentaria.

Lo mismo pasa cuando la mamá o cuidadora de la niña se expresa de manera inadecuada sobre su propio cuerpo, haciendo referencias a que está gorda, o que va a hacer una nueva dieta para bajar los kilos que, considera, están sobrando: “Lo único que causa es que esa niña crezca creyendo que ser gorda está mal, que si no es delgada no la van a querer o que no es suficiente”.

En cambio, cuando dejamos de hablar mal del propio cuerpo y del de los demás, las niñas no van a sentir que se trata de un ítem que tengan que arreglar o achicar, sino que van a saber que “cada cuerpo es único y bello, y que podemos tener salud sin importar lo que nos digan”, termina la especialista.