De todas las historias de las víctimas de la violencia desatada con el estallido social de octubre del año pasado, la de Fabiola Campillai llama particularmente la atención por lo dramática y desafortunada. Camino a tomar una micro para dirigirse a su trabajo, esta madre de 36 años terminaría ese día con un daño gravísimo y permanente: la pérdida de ambos globos oculares y del sentido del olfato. A fines de la semana pasada, un carabinero fue detenido y formalizado, imputado como autor material del disparo de una bomba lacrimógena a corta distancia que impactó a Fabiola Campillai.