Mientras decenas de miles de estudiantes salieron a las calles ayer en otro día de protestas, Beijing se ha enfrentado, posiblemente, con la crisis más seria desde la Matanza de Tiananmen. “Ambos movimientos fueron iniciados por estudiantes, pero esperamos que el final sea diferente”, dijo una estudiante de 20 años.

Es de esperar que la crisis política que ha nacido lento, que se encendió el domingo en la noche, pueda ser resuelta de forma pacífica. El líder de la ciudad, CY Leung, enfrenta un dilema: usar fuerza para terminar con los manifestantes o no. Si Leung se da por vencido, puede que Beijing busque removerlo. Si opta por un show de fuerza, podría dañar la reputación de Hong Kong como un centro financiero estable.

Beijing tiene gran parte de la culpa. Es cierto que se ha apegado la letra de la Ley Básica, la mini constitución que gobierna Hong Kong y ha aceptado el principio del sufragio universal, nunca adoptado en los tiempos coloniales de la ciudad.

Pero este sufragio universal, que se introducirá en 2017, se define en términos estrechos. Los candidatos para ser líder de la ciudad deben ser elegidos por un comité. No hay espacio para la nominación pública como quieren los estudiantes. Beijing busca retener la habilidad de descartar “candidatos indeseables”. Sin embargo, debió darse cuenta que su insistencia en dichos términos no calmaría a muchos ciudadanos que saben cómo es la verdadera democracia.

El presidente de China, Xi Jinping, podría haber apostado por permitir a Hong Kong algo más parecido a una democracia genuina. Las personas de Hong Kong son prácticas y es poco probable que eligieran a alguien contrario a Beijing.

La única esperanza de Leung es apelar a la mayoría silenciosa de Hong Kong al ofrecer una salida honorable. Una posible área de compromiso es la composición del comité, ahora limitado a sólo 1.200 representantes  en su mayoría pro-empresariales y  pro-Beijing. Sería fácil hacer el comité más representativo.

Algunos ciudadanos se inclinan por aceptar el trato sobre la mesa: un voto por cada uno de los cinco millones electores, aunque por los candidatos preseleccionados. El problema de Leung es que muchos otros, incluyendo los estudiantes, consideran esto como una farsa. El líder de Hong Kong debe encontrar un camino a través de la espesura política. Si él no puede, será más que su propio puesto de trabajo lo que estará en juego. Será el futuro de Hong Kong como la conocemos.

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