“Existe aún espacio para mejoras, en particular para las CCAF (cajas de compensación) y CAC (Cooperativas), las cuales han presentado un deterioro relevante de sus carteras en los últimos años. En este sentido, se debe avanzar en una mayor convergencia de los modelos de supervisión aplicados a estas entidades, con el fin de fortalecer su gobierno corporativo y gestión de riesgo de crédito, entre otros aspectos, reduciendo de esta forma la probabilidad de nuevos eventos de inestabilidad”, sostiene el Banco Central a la hora de analizar la situación regulatoria por la que atraviesan cajas de compensación y cooperativas de ahorro y crédito.

Según la entidad comandada por Rodrigo Vergara, “dado su pequeño tamaño relativo y limitadas interconexiones con el resto del sistema financiero, la fragilidad financiera de algún oferente no bancario de créditos de consumo no implica un riesgo relevante para otros participantes del sistema financiero. Sin embargo, problemas en estos agentes pueden afectar la confianza en el sistema financiero y en las instituciones y regulaciones encargadas de su vigilancia, generando algún grado de contagio”.

De hecho, a lo largo de su informe explica que “el sector de servicios financieros representa el 12% de las colocaciones comerciales de los mayores deudores del sistema. En su composición, resalta el 25% otorgado a empresas que ofrecen créditos de consumo -y que representan 24% del total de estos préstamos-, como las cajas de compensación de asignación familiar (CCAF), casas comerciales y cooperativas de ahorro y crédito”.

Al respecto, apunta que en el caso de la intervenida La Araucana, si bien sus deudas representan el 0,5% de los activos y 5,5% del patrimonio efectivo de los bancos acreedores, “se aprecia una mayor exposición relativa en algunos bancos de menor tamaño, cuya exposición con las CCAF alcanza un máximo de 12% del patrimonio efectivo”.

También dice que un segundo canal de transmisión serían los fondos mutuos de renta fija, quienes son los principales tenedores del stock de portafolio de bonos emitidos por las CCAF y que son, a su vez, importantes acreedores de la banca. Sus estimaciones muestran que una salida extrema de los depósitos a plazos por parte de los FFMM podría impactar en algunos bancos entre 0,9% y 3,1% de los pasivos de la banca dependiendo el tamaño.