Una vez nombrado el gabinete de la próxima administración Piñera, comenzaron de inmediato a surgir las críticas provenientes, principalmente, desde el oficialismo y del Frente Amplio. Los cuestionamientos han apuntado a los potenciales conflictos de interés, por los negocios de algunos miembros del gabinete, así como también a las distintas declaraciones públicas realizadas en el pasado respecto de materias que provocaron resquemores en la vereda del frente. José Ramón Valente, Alfredo Moreno, Gerardo Varela e Isabel Plá, fueron algunos de los futuros ministros objeto de estas críticas.

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Es probable que este escenario de quejas se hubiese repetido de todas maneras con cualquier otro nombre elegido por el Presidente electo.

Respecto de los potenciales conflictos de interés engendrados por el pasado empresarial de algunos ministros, esto no puede ser un impedimento para adoptar un rol en el sector público. Por el contrario, existen muchas buenas prácticas que se podrían aplicar o traspasar desde el sector privado al público.

Sobre las polémicas declaraciones realizadas con anterioridad a sus nombramientos, se debe tener la altura de miras necesaria para comprender que son opiniones personales en un contexto y plataforma determinados. Por lo demás, al ser llamados a conformar el equipo de gobierno con un explícito programa, lo natural es que los secretarios de Estado se alineen a dichos lineamientos. Así, de hecho, ya lo han asegurado algunos de los criticados por sus dichos pasados.

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Por todo lo anterior, los fundamentos utilizados a la hora de cuestionar al nuevo equipo conformado por el mandatario electo, demuestran más bien una mezquindad política.