Las cascadas de SQM gozan de buena salud

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Las firmas a través de las cuales Julio Ponce participa en SQM redujeron casi a la mitad sus deudas en menos de un año. Pasivos con los bancos que antes llegaron a US$ 1.000 millones, ahora bajaron a menos de US$ 500 millones. Las finanzas de Norte Grande, Oro Blanco, Potasios, Nitratos y Calichera hoy ya no tienen presión y los dividendos han sido millonarios. Y lo seguirán siendo.


Las cascadas gozan de buena salud gracias a su principal y único activo, SQM, la minera no metálica que ganó históricos US$ 4 mil millones el año pasado. El mayor accionista del mayor productor de litio del mundo es una compleja malla de sociedades en las que participan, en orden descendente, las sociedades de inversión Norte Grande, Oro Blanco, Potasios, Nitratos y Pampa Calichera. Todas ellas sumaban el 25,75% de SQM al cierre de 2022 y son, controladas por Julio Ponce Lerou, su mayor accionista. En la estratégica serie A de SQM, que elige siete de los ocho directores, tienen casi el 50%.

Las sociedades cascadas tienen dos novedades que contar. La primera es que se cambiaron de domicilio. Durante años no se distinguieron muy bien sus fronteras y ocuparon el piso 11 del edificio corporativo de SQM. Según los balances de las cascadas, arrendaban oficinas a SQM Industrial. Pero este mes dejaron de estar ahí y se trasladaron a un edificio en Apoquindo, muy cerca de los cuarteles de SQM. El mayor productor global de litio ha estado creciendo y quiso utilizar todos los espacios del edificio de calle El Trovador. Y las cascadas dejaron de compartir oficinas y ascensores con la empresa en la que participan. Fue una decisión económica, dicen diversas fuentes, pero llena de simbolismo: desde ahora, las cascadas podrán identificarse y confundirse cada vez menos con SQM.

La otra buena noticia es la sanidad de sus finanzas. Los dos buenos años de SQM, sobre todo el 2022, han alimentado las arcas de sus accionistas con jugosos repartos de dividendos. Si en 2021 la firma ganó US$ 858 millones, en 2022 la cifra saltó a US$ 3.906 millones gracias a otro salto: el del precio del litio, que pasó de venderse en US$ 14 mil por tonelada a un promedio de US$ 52 mil por tonelada el año pasado. En el primer trimestre, transó a US$ 51 mil.

Y las cascadas han aprovechado de mejorar sus finanzas. Lo destacaba Pampa Calichera en la última junta de accionistas, en abril, una reunión presidida por el presidente de todas las empresas desde 2015, Rafael Guilisasti. Pampa Calichera, el primer eslabón de la cadena, registró una utilidad de US$ 733 millones en 2022: esa ganancia se explicaba por los buenos resultados de SQM, ventas de acciones SQM-B realizadas en el año y “la disminución significativa de la deuda financiera de la sociedad”, dice el acta de esa reunión.

Los pasivos financieros del grupo, consolidados en el primer eslabón, Norte Grande, ascendían a marzo de este año a US$ 494 millones. De ese monto, solo US$ 111 millones correspondían con vencimiento en los siguientes 12 meses. Todo el resto está a plazos mayores. La cifra es similar con la que cerró el grupo en 2022. Pero es mucho mejor que en diciembre de 2021, los pasivos financieros de las cascadas sumaban US$ 853 millones, de los cuales US$ 340 millones eran pagaderos en el corto plazo. La presión sobre las finanzas de las cascadas era significativa: en 2018, esos pasivos financieros se acercaban peligrosamente a los US$ 1.000 millones. “La situación financiera es hoy mucho más sólida”, dice un accionista de las cascadas.

El año pasado, no hubo necesidad de refinanciar y las cascadas se dedicaron a saldar deudas. Calichera pagó US$ 21 millones a Itaú, US$ 65 millones a Scotiabank, US$ 60 millones a Consorcio y más de US$ 40 millones a BTG. Potasios pagó otros US$ 70 millones a Scotiabank y US$ 16 millones a Itaú. Y Oro Blanco canceló US$ 14 millones a Itaú y US$ 20 millones a Consorcio. Todos los pagos fueron por concepto de capital. En costos financieros, el grupo contabilizaba US$ 50 millones el año pasado.

Para este año, el calendario de pagos es más benevolente: US$ 45 millones vencían en mayo con el Banco de Chile y casi US$ 40 millones con Itaú, en diciembre.

La mayor deuda de Calichera es una emisión de bonos que debe cancelar en cuotas anuales de US$ 60 millones entre 2026 y 2030. En total, unos US$ 300 millones, pero calzada con sus resultados futuros.

¿La fusión?

La semana pasada se cumplieron dos años desde el anuncio. En junio de 2021, las cinco sociedades cascadas anunciaron una posible fusión, algo que han pedido desde hace años los accionistas minoritarios que quedan en esa estructura.

En hechos esenciales firmadas por la gerente general de las cascadas, Catalina Silva, quien asumió el mando de todas esas empresas ese mismo año, las sociedades informaban que sus directorios habían decidido contratar profesionales externos para “estudiar la optimización de la estructura societaria del grupo empresarial, con especial atención en el fortalecimiento de la estructura de capital”. Una vez concluidos aquellos estudios, las mesas podrían proponer a los accionistas realizar reorganizaciones que podrían incluir fusiones entre compañías del mismo grupo empresarial.

La intención de una fusión, sin embargo, ya no urgente por razones su estructura de capital: la baja de su endeudamiento no la hace urgente, opinan personas ligadas al grupo. Sí podría convenir por razones tributarias: si una eventual reforma -la que tiene cada vez menos viabilidad política- produce la desintegración del sistema, la permanencia de distintas sociedades que participan una sobre la otra tendría poca racionalidad económica, ya que no podrían imputar los pagos de impuestos de un eslabón en el otro eslabón. Los estudios, encargados a la abogada tributarista Soledad Recabarren, ya están concluidos y están en los directorios de las cascadas. Pero no hay ninguna urgencia. “La fusión tiene menos sentido ahora”, opina un pequeño accionista de las cascadas. Otro retruca: los descuentos con SQM siguen siendo muy altos y una fusión tiene lógica para todos. “Siempre tendrá sentido que se fusionen, ya que simplifica la propiedad de SQM y hace más atractivo para los inversionistas extranjeros invertir en SQM con descuento”, afirma otro.

Los balances al primer semestre serán aún mejores. En la junta de abril, Calichera, la sociedad más cercana a SQM, decidió repartir el 70% de las utilidades del 2022. Calichera ya había repartido US$ 140 millones en junio de 2022. Pero en mayo emitió el mayor cheque de su historia: US$ 380 millones. La cifra va subiendo de escalones aguas arriba y la junta Norte Grande decidió en abril pagar poco más de US$ 300 millones desde el 29 de mayo. De esa cifra, el 80% tenía como destinatario Inversiones SQYA, que en la última junta ordinaria de accionistas fue representada por Francisca Ponce Pinochet, la tercera de los cuatro hijos de Julio Ponce Lerou. El controlador final es The Pacific Trust, un fideicomiso constituido por Julio Ponce en favor, en partes iguales, de sus hijos Julio, Alejandro, Francisca y Daniela, según describe la memoria 2022 de Calichera.

“Pronto podrían quedar muy livianos de deuda y comenzar a repartir dividendos enormes”, opina un accionista que se resiste a abandonar las cascadas de SQM.

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