"No sé muy bien porque la gente se emociona. Yo estaba entre Polo Ramírez y el alcalde de La Serena en el estadio, y al alcalde le cayó una lágrima en la mejilla, una lágrima de cocodrilo. Yo no lloré, pero me emocioné mucho. Hay un vínculo con la gente, fue emocionante ver a 10 mil personas en un evento natural, que es muy breve y muy emocionante", es cómo José Maza, astrónomo de la Universidad de Chile y Premio Nacional de Ciencias Exactas, resume la experiencia del eclipse total de Sol de la cual Chile fue testigo.

Emoción. Esa fue la sensación coincidente en muchas personas que apreciaron el proceso del eclipse. Pero fue comentario en redes sociales y diversas plataformas que esas expresiones incluyeran no solo asombro, sino también aplausos, llanto e incluso en algunos casos se cantó el himno nacional, mientras la oscuridad avanzaba hasta el peak del eclipse.

¿Por qué los eclipses nos hacen llorar? Fue pregunta obligada. Una interrogante que tiene detrás, muestran los estudios, la respuesta de la conexión emocional que existe entre los humanos y  la naturaleza. Un vínculo ancestral. Una mirada natural, considerando que como especie hemos evolucionado por siglos en entornos naturales, en contacto con sus ciclos y dentro de ellos, por cierto, están los eclipses.

¿Por qué los eclipses nos hacen llorar?

Si hablamos de cómo nos afectan los eclipses, primero se debe considerar que más allá del posible daño ocular que ya todos conocemos, hay que partir de la base que no existe evidencia científica que un fenómeno astronómico como este tenga efectos físicos sobre las personas, aclara Aarón Cortés, psicólogo, Coordinador de Investigación del Departamento de Traumatología del Hospital Clínico de la U. de Chile.

Dicho esto, las reacciones emocionales por el fenómeno mismo sí pueden ser potentes, asegura el psicólogo. "Es sabido que prácticamente todas las culturas antiguas desarrollaron rituales, supersticiones e incluso sacrificios de animales y humanos en torno a este y otros fenómenos. Básicamente por desconocimiento de sus causas y por el miedo que provocaba".

Hoy sabemos por qué se producen los eclipses. Por tanto ya no son necesarias las explicaciones divinas o consecuencias catastróficas del fenómeno, indica Cortés, "pero evidentemente el impacto psicológico persiste".

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¿Por qué los eclipses nos hacen llorar?

Cientos de personas se acercaron a la localidad de Vicuña para presenciar el eclipse solar FOTO:AILEN DIAZ/AGENCIAUNO[/caption]

Naturaleza

Pero además existe una vinculación emocional con el mundo natural que nos hace felices, y también emocionarnos. La psicología lo dice, el contacto con la naturaleza predice la felicidad, independientemente incluso de otros factores psicológicos.

Una investigación realizada por especialistas en Canadá en el año 2014, señala que la relación con la naturaleza tiene un beneficio en la felicidad distinto del que entregan, por ejemplo, el sentirse conectado con la familia, los amigos y el hogar.

Esa conexión con la naturaleza también se correlaciona con la mayoría de las medidas de bienestar humano, lo que indica que puede desempeñar un papel extremadamente importante para mantener una salud mental positiva. Elizabeth Nisbet, especialista de Departamento de Psicología de Universidad de Trent, en Canadá, parte de esos trabajos, lo traduce como un efecto de sentirse "floreciendo en la naturaleza".

"La conexión de la naturaleza con la felicidad existe y es fuerte", agrega Wenceslao Unanue, académico de la Escuela de Negocios de la Universidad Adolfo Ibáñez, investigador en felicidad y bienestar.

De hecho, señala Unanue, las personas con más vinculación con la naturaleza muestran más afectos y emociones positivas (alegría, gratitud, etc.), más vitalidad (energía mental y física), más satisfacción con la vida, mejor salud (mental y física), etc. "Existen estudios publicados en revistas cientificas muy importantes", resalta.

La importancia de la conexión con la naturaleza tiene diferentes razones. Por un lado, explica Unanue, están los indicadores ya mencionados, pero además que las personas que se conectan más, cuidan más la naturaleza, y con ello el planeta. "Integran dentro de su 'self' al planeta como algo más parte de su identidad", sostiene.

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¿Por qué los eclipses nos hacen llorar?

REUTERS/Rodrigo Garrido[/caption]

Las razones por las que se llora o canta, pueden parecer exageradas. Pero no lo son, si se considera que gran parte de las personas pasa muy poco tiempo en contacto con la naturaleza, la misma que se vincula con el bienestar. En ese sentido 'emocionarse' no es algo extraño en un contexto de vida urbana. Oficinas sin luz natural, medios de transporte bajo tierra, horarios extendidos, escasas áreas verdes, o luminosidad que no permite apreciar las estrellas.

Que la naturaleza sea la excepción, es parte de los  cambios demográficos y geográficos de una vida de ciudad. Un aspecto que claramente nos mostró el Censo de 2017, que indica en sus resultados que la población urbana sigue creciendo en comparación con censos anteriores: en 1992 llegó a 83,5%, en 2002 fue 86,6% y en 2017 representó 87,8% del total.

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¿Por qué los eclipses nos hacen llorar?

Personas miran el Eclipse total del Sol en la Region de Valparaiso. FOTO :PABLO OVALLE ISASMENDI/ AGENCIAUNO[/caption]

Un eclipse, dice Cortés, es sin duda un espectáculo impresionante, por lo poco común y por su magnitud, "entonces las reacciones emocionales caben dentro de lo esperado, como pasa con otros fenómenos naturales".

Un espectáculo además placentero. Ver escenas naturales dinámicas y estimulantes, aumentan las interacciones de los receptores mu (opioides) en la corteza visual del cerebro, que influyen en que sean experiencias físicamente placenteras en comparación con mirar un muro en blanco o una pared de concreto. Algo que las investigaciones en neurociencia recalcan.

Evidentemente hay personas que lo expresan más potentemente que otras y las reacciones pueden ser muy variadas, dice el psicólogo, yendo desde la simple admiración hasta la alegría o llanto e incluso miedo. "En mi opinión, en el impacto emocional influye también el enfrentarse a algo que está absolutamente fuera de nuestro control, lo que en la historia humana siempre ha motivado reacciones potentes".

¿Y cantar el himno nacional? Tal vez tiene más que ver con necesidades culturales, reflexiona Cortés, "quizá un análisis sociológico nos daría más luces en ese aspecto".