En uno de sus textos más famosos, Bartolomé describe la migraña como un "dolor muy severo". Un tormento que lleva al paciente a sentir "martillos golpeando su cabeza", una aflicción en la que el ruido y las voces se "vuelven insoportables, al igual que las luces". Esta vívida descripción parece extraída de The Lancet u otra revista médica, pero no. Su autor es un monje franciscano del siglo XIII que la publicó en una obra precursora de las enciclopedias y que revela la persistente obsesión humana por descifrar y domar esta patología.

"Es difícil imaginar una evocación más precisa del tumulto interno generado por un ataque de migraña que la que encontramos en Sobre las propiedades de las cosas, de Bartolomé Anglico", escribe la inglesa Katherine Foxhall en su nuevo libro Migraña: una historia. El relato que menciona esta doctora en Historia es sólo uno de los que pueblan su obra, una crónica que recrea la milenaria búsqueda de una cura que sigue esquiva. De hecho, un estudio presentado el 2018 en el congreso de la Sociedad de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía mostró que el 12% de los chilenos presenta esta patología. Y que de esos dos millones de personas, el 92% debe interrumpir sus actividades diarias cuando se presenta el dolor.

"En el mundo, la migraña afecta a unos mil millones de personas, de las cuales dos tercios son mujeres. Virtualmente todos vivirán, trabajarán, estarán emparentados o serán amigos con alguien que tiene migraña. De todos los desórdenes neurológicos es el más común y más pernicioso en términos económicos. Es más prevalente que la diabetes, la epilepsia y el asma juntos", escribe Foxhall, experta en la evolución de la medicina. Este desorden está tan presente en la vida moderna que, según confiesa la investigadora, la idea del libro surgió en un bar.

"Me centré en la migraña tras una conversación con unos amigos historiadores. Sentí curiosidad por la forma en que la gente ha intentado explicar un dolor tan intenso y, aparentemente, sin sentido. Un malestar que yo misma he experimentado y que también he visto en mi familia y en la de mi marido. Me di cuenta que la migraña tiene una historia muy larga y fascinante, que se remonta al menos al médico romano Galeno que acuñó el término hemicrania en el siglo II", cuenta Foxhall a Tendencias.

En su libro, la autora explica que, pese a que una terapia definitiva todavía es una quimera, sí existe un consenso médico que establece que la migraña tiene características que la diferencian de un dolor de cabeza común o esporádico. Se manifiesta como una dolencia episódica, crónica y severa, caracterizada "por ataques que pueden durar desde unas pocas horas hasta tres días". Ataca frecuentemente un lado de la cabeza y se agrava por actividades normales como leer o escuchar música: "Otros síntomas incluyen náuseas y vómitos, al igual que perturbaciones visuales conocidas como auras, que tardan 20 a 25 minutos en aparecer y pueden durar hasta una hora. Antes y durante un ataque, mucha gente enfrenta síntomas como cansancio, alteraciones emocionales, baja concentración, sensibilidad a la luz y bostezos. En promedio, las víctimas de migraña sufren uno a dos ataques mensuales". Además del dolor y la incomodidad, escribe Foxhall, el efecto acumulativo de la migraña va minando las relaciones con la familia, las parejas, amigos y colegas.

- ¿Por qué le pareció importante recrear una cronología que abarcara a pacientes y a investigadores?

-Tal como ocurre al estudiar los procesos detrás de la propia medicina, es importante considerar la manera en que las enfermedades han sido manejadas y experimentadas por la gente que las padece. En la migraña esto es muy importante, porque, a diferencia de males como la viruela o la polio, todavía no sabemos lo suficiente sobre sus causas como para tratarla efectivamente. Más que establecer una cronología de nuestro propio dolor, es vital que veamos cómo la comprensión actual de la neurobiología de la migraña se basa en una historia muy larga y en la cual la neurología es sólo una parte relativamente reciente.

Sangrías y gusanos

Galeno nació en el 129 d.C. en la actual Turquía, y sus escritos, en los que demostró, por ejemplo, que el cerebro es el órgano que controla la voz, dominaron la medicina por casi mil años. Uno de sus aportes fue, precisamente, describir las primeras pistas registradas sobre la migraña.

"La esencia de la hemicrania de Galeno era un síntoma: un dolor que afectaba la mitad de la cabeza. Este síntoma (y la perturbación asociada del estómago que también identificó) ha permanecido como parte esencial de los conceptos sobre la migraña (…). A través de la traducción y el uso, el término de Galeno se propagó. Se volvió emigranea en latín y en el inglés medio. En el galés medieval encontramos a migran. En el siglo XV, el poeta escocés William Dunbar usó magryme (…). El término de Galeno provee la raíz común para el término alemán migräne, el español migraña y el francés migraine", narra Foxhall en su libro.

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"Me di cuenta que la migraña tiene una historia muy larga y fascinante, que se remonta al menos al médico romano Galeno", señala Katherine Foxhall.[/caption]

Los primeros capítulos describen los insólitos tratamientos que se usaron para intentar aliviar a las víctimas. Una terapia involucraba extraerle sangre al paciente con la esperanza de aliviar sus dolores, mientras otra consistía en aplicar en la frente un estuco de gusanos hervidos envueltos en lino. En 1700, los diarios británicos ya mostraban avisos de píldoras que se distribuían por correo y prometían tratar la migraña. Supuestos polvos milagrosos que se aspiraban también se comercializaban en las calles londinenses repletas de contorsionistas y tragafuegos.

Navegar por estas áreas, narra Foxhall, en busca de "algún polvo medicinal mientras estabas en las garras de una migraña torturadora debe haber sido una experiencia nauseabunda". A mediados del siglo XVIII incluso se recetaba agua de alquitrán, cuya materia prima se obtenía del pino: "En su obra Narrativa auténtica sobre el éxito del agua de alquitrán, Thomas Prior recopiló más de trescientas cartas y testimonios sobre la habilidad de este compuesto para curar desde la fiebre hasta el asma. Tres relatos venían de individuos que atestiguaban su eficacia contra la migraña".

- ¿Cuáles fueron los tratamientos más exóticos que identificó?

-Encontré casi cien remedios herbales en colecciones de recetas, terapias del siglo XVII basadas en cartas astrológicas y avisos del siglo XVIII que promovían pociones. Una de mis referencias favoritas es un diagrama del siglo XV perteneciente al gremio de cirujanos-barberos de York, el cual muestra uno de los veinte puntos del cuerpo designados para las sangrías y que era apto para tratar la migraña. Lo más fascinante es que este punto entre el pulgar y el dedo índice es similar al que hoy usa la acupuntura para intentar aliviar los dolores de cabeza.

La cronología de Foxhall también revela que hace un par de siglos la historia de la migraña mutó y, ante la ausencia de pistas médicas claras, empezó a permearse por prejuicios sociales y de género. "En el siglo XIX, y tras ser tomada en serio por cientos de años como un desorden que causaba un dolor violento en un lado de la cabeza, la migraña se asoció con el nerviosismo, la histeria y la afeminación, convirtiéndose en objeto de burlas. En el siglo XIX, los doctores hablaban de la migraña como la aflicción de las 'mártires' femeninas, de madres cuyas mentes y cuerpos se habían debilitado por haber dado a luz, el cansancio y la ansiedad", dice Foxhall a Tendencias. Al mismo tiempo, los investigadores "se interesaron en las alteraciones visuales que generaba este mal. Empezaron a discutir sus experiencias personales en revistas científicas, lo que creó un perfil cultural de la migraña como un desorden nervioso ligado a la superioridad intelectual masculina y a mujeres agotadas por las responsabilidades domésticas".

Recién hace algunas décadas, narra la autora, se estableció la real prevalencia de esta condición y se empezaron a revelar pistas sobre sus causas. En 1988, la Asociación Internacional de Dolores de Cabeza – organización médica fundada sólo siete años antes- publicó su Clasificación Internacional de Desórdenes (ICHD-1). El informe permitió, por primera vez, generar estudios con criterios clínicos aceptados: "En 1995, el neurólogo danés Birthe K. Rasmussen confirmó que las mujeres son tres veces más propensas a experimentar migrañas que los hombres a lo largo de sus vidas", señala Foxhall.

-¿Cuál es la explicación médica de que la migraña sea más común entre las mujeres? ¿Existe alguna diferencia en cómo la experimentan respecto de los hombres?

- Una de las principales razones es que en más de la mitad de los casos en mujeres la migraña está relacionada con la menstruación. También sabemos, gracias al trabajo de varios neurólogos, que estos llamados ataques menstruales son diferentes de los demás. Tienden a ser más largos, más severos, más difíciles de tratar y se asocian con una mayor discapacidad. Sin embargo, también sabemos que sólo una de cada ocho mujeres experimenta un aura visual durante una migraña, versus cerca de un tercio de los hombres.

Una enfermedad moderna

"Durante gran parte del siglo XIX, se consideró que las causas de la migraña eran vasculares y que el dolor era resultado de la dilatación de los vasos sanguíneos craneales. Desde los 70, ese énfasis cambió y ahora se define como un desorden que involucra circuitos nerviosos y químicos del cerebro y para el cual a menudo la gente está predispuesta genéticamente", narra Foxhall en su libro. A pesar de esos avances y de la gran cantidad de pacientes, el estudio de este mal sigue siendo considerado de segunda línea: "En 2018 la migraña, que afecta a 39 millones de personas en Estados Unidos, atrajo US$ 21 millones de los Institutos Nacionales de la Salud, mientras la epilepsia recibió US$ 184 millones, la artritis otros US$ 246 millones y la neumonía captó US$ 134 millones. No se trata de decir que esas patologías deberían recibir menos fondos, pero hay que preguntarse por qué la migraña y otras enfermedades crónicas no captan más dinero", afirma Foxhall.

La respuesta, argumenta la historiadora en su libro, está en un reporte de Joanna Kemper, socióloga de la Universidad de Rutgers y autora de un extenso análisis sobre la relación de género y biomedicina en el estudio de la migraña. Para esa experta, la respuesta para la falta de fondos y el bajo nivel de diagnóstico -el 50% de personas con este desorden nunca consulta un doctor- está en la "persistencia de imágenes, metáforas y estereotipos que siguen definiendo la percepción cultural de la migraña como un cuadro que afecta a personas débiles, afeminadas, muy sensibles o incapaces de enfrentar sus problemas".

-¿Cuáles son los avances más importantes en tratamientos?

-En los últimos años, una nueva clase de drogas ha generado mucho interés. Las terapias basadas en anticuerpos monoclonales que se enfocan en un neurotransmisor llamado péptido relacionado con el gen de la calcitonina (CGRP), han demostrado reducir en 50 por ciento los días de duración de la migraña para casi la mitad de los pacientes en estudios clínicos. Pero no son una panacea. No eliminan o reducen el dolor en todos los casos y su alto precio genera preguntas muy difíciles sobre quién las obtendrá.

-¿Hay esperanza para el futuro?

-El conocimiento de la migraña crece rápidamente. La campaña Lifting The Burden, una colaboración entre la OMS, ONG e instituciones académicas, ha recolectado mucha evidencia nueva en la última década. Un reporte mundial de 2015 colocó a la migraña entre las principales causas de discapacidad y es probable que su relevancia siga creciendo. Pero aún necesitamos mucha más investigación para entender cómo el agobio de la migraña se liga con el género, el estatus socioeconómico y la etnicidad; y cómo la gente que lo necesita accede a tratamientos efectivos.

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Autora: Katherine Foxhall

Páginas: 292

Valor: US$ 37 en Amazon.

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