"Mi primer trabajo fue en la cárcel de mujeres de Santiago. Un lugar especial en un momento especial: tenía 24 años y acababa de ser madre soltera de mellizos. Todas mis luchas partieron desde ese trabajo. En la cárcel viví de cerca, por primera vez y de manera cruda, toda esta realidad que hoy está siendo denunciada por la oleada feminista. Recuerdo una reclusa que había sido prostituida de chica por un familiar, que tenía hijos con uno de sus abusadores y había sufrido un abuso masivo, de este abusador y otros cercanos, que casi la había matado. Un día en que había visita llega el abusador, y ella lo abraza. Me vino una ira: quería pararme y hacer un show. Pero el director del centro me dijo: 'aquí aprendes que hay un espacio en el cual no te puedes meter todavía porque el poder en este minuto lo tiene él y ella está a su merced porque sus hijos lo están'".

-Desde la cárcel derivaste al tema de los abusos y luego a la sexualidad, ¿por qué?

-Porque el 90% de mis pacientes había sido abusada. Era una temática que tenía que investigar, una obligación.

-¿Por qué pasaba o sigue pasando eso?

-Porque en Chile si las mujeres se imponen, corren muchos riesgos. De ser echadas de la pega o enjuiciadas de alguna forma, de ser muertas. La gente es muy violenta en este país.

-¿Los hombres son hoy más conscientes de eso?

-Espero que sí. Hay una brecha generacional importante. Hay adultos mayores que no entienden esto ni lo comparten, siguen viendo el cuerpo como un objeto. También hay mujeres, de distintas edades, que encuentran que mostrar las pechugas es el tema central de la marcha. La fuerza que aún tiene la imagen externa del cuerpo juega muy en contra cuando uno quiere hacer un statement más profundo.

-Ese sesgo, darle más importancia a la imagen corporal, ¿lo ves en consulta?

-Es que no es un sesgo, es una inseguridad. Hay muchas mujeres que llegan a la lucha porque son inseguras. Se han criado con valores, sensaciones y exigencias externas que han sido espacios de violencia que quedan para el resto de la vida. Son heridas con costra: sacas la costra y la herida se abre.

-¿Eso en qué se refleja?

-En el miedo. Tengo pacientes con miedo a ser mujeres sexuadas, libres, seductoras porque todo es mal interpretado.

-¿En qué momento estamos frente a este problema?

-Estamos visibilizando. Mostrando, mostrando, mostrando. Hoy los hombres dicen "pero no todos somos violentos ni abusadores". Eso lo sabemos.

-Hay hombres que plantean que ahora a las mujeres no se les puede decir nada, ni piropos...

-Que hagan ese juego con su pareja, amante de la noche o con la pinche. Esto no implica que los juegos de seducción ni lo piropos se erradiquen, el punto es ponerlos en contexto.

* Sicóloga, especialista en sexualidad