Chile deja vivo un muerto

Chile

Un penal de Messi le quita a la Roja el sueño de ganar en Buenos Aires. La Selección vuelve derrotada por 1-0, frente a un equipo que terminó pidiendo la hora con desesperación.




FICHA DEL PARTIDO

Argentina 1: S. Romero 5; G. Mercado 3 (77', F. Roncaglia 4), N.Otamendi 3, M. Rojo 4, E. Más 3 (46', M. Musacchio 4); L. Biglia 4, J. Mascherano 5; L. Messi 4, S. Agüero 4 (58', E. Banega 4), G. Higuaín 3, A. Di María 3. DT: E. Bauza 4.

Chile 0: C. Bravo 5; M. Isla 4,  G. Medel 5, G. Jara 5, J. Beausejour 5; Ch. Aránguiz 6 (90', E. Paredes -), F. Silva 4 (70', J. Valdivia 5), P. Hernández 3 ; J. P. Fuenzalida 3 (56', N. Castillo 3), E. Vargas 3, A. Sánchez 5. DT: J. A. Pizzi 5.

Goles: 1-0, 8', Messi convierte de penal, tras falta de Fuenzalida a Di María, al tomar mal la marca del zurdo.

Árbitro: Sandro Ricci (BRA) 4. Amonestó a Mascherano, Higuaín; Aránguiz, Fuenzalida.

Estadio Monumental, Buenos Aires. Asistieron 60 mil  personas, aprox.

En el primer tiempo faltó funcionamiento, en el segundo faltó el gol. En el primer tiempo sobró miedo (de ambas selecciones), en el segundo sobró un equipo (Argentina). En el primer tiempo la Albiceleste conquistó el único gol del partido y en el segundo Chile fue incapaz de sacarse esa espina, pese a que por momentos sometió totalmente a los transandinos. Así se escribió una nueva derrota de la Roja en el país vecino. El hito debe seguir esperando.

Una cosa es el papel, la teoría, otra muy distinta es la práctica. En teoría, Argentina tiene un elenco poderoso, con varios de los mejores futbolistas del planeta. En teoría, el colectivo de la Roja es de los mejores del mundo a nivel de selección. En la práctica, poco de eso se vio en la primera mitad.

La falta de confianza, el miedo del gigante transandino se notó desde un inicio. En la cancha y también en la galería, donde el silencio llegaba a ser llamativo. El 4-2-4 planteado por la banca local en ningún caso se transformó en un asedio constante sobre la zaga nacional. La idea argentina, al menos en el primer tiempo, era pasarle la pelota a Messi y que el del Barcelona inventase algo.

Lo más curioso es que el tempranero gol que se encontró, gracias al penal de Fuenzalida en contra de Di María (mal parada la defensa chilena), no cambió el plan argentino. Messi lo firmó a los 8', con la certeza que le faltó en la definición de la Copa Centenario. Se pensó en el vendaval. Y no, la escuadra transandina prefirió contenerse. Aguantar a Chile.

Quizás la Roja no esperaba algo así. Lo cierto es que la invitación a dominar el juego no fue aprovechada. Falta de audacia, sí, pero principalmente falta de jerarquía. Entiéndase por esto las ausencias de Arturo Vidal y Marcelo Díaz. Falta de conexión en el mediocampo. Tibieza exasperante, una vez más, de Pablo Hernández. Poca determinación para hacer daño.

Alexis, como siempre sucede en partidos así de la Selección, se enganchó para ser el creador. Charles Aránguiz, el único de los titulares habituales de la zona media, también entendía el duelo. Con poca compañía de quienes lo rodeaban. Al ver eso, Pizzi lo enrocó con Hernández. Mandó al del Leverkusen hacia la izquierda, para que dialogara más con Sánchez. Buena idea, pero sin ejecución efectiva.

Chile no mostraba mucho más. Las bandas gravitaban poco y nada, pese a que los espacios existían. Argentina, increíblemente, dejaba jugar y sólo apretaba en el último cuarto de cancha. El único susto real de la Roja en el arco de Chiquito Romero llegó antes de la apertura de la cuenta, con el gol bien anulado a Chapita, por fuera de juego. El dueño de casa, en cambio, con muy poco, igual tuvo el 2-0, en los pies del rústico Otamendi, quien elevó en área chica.

Había que hacer un cambio. Pizzi esperó hasta los 56' para decidirse. Mandó a la cancha a Nico Castillo, sacó al opaco Fuenzalida. Chile de inmediato empezó a mostrar otra cara. Argentina se veía cada vez más chica: Alexis Sánchez reventó el travesaño con un tiro libre y en la jugada siguiente, Castillo casi decreta el empate. A esa altura del compromiso, era lo mínimo para el Equipo de Todos. El atrevimiento de Macanudo creció, el DT quizás vio las piernas temblorosas del local. Llamó a Jorge Valdivia, para buscar la conexión que faltaba. Y se la jugó en serio (tarde quizás), porque retiró del campo al Gato Silva. Chile se paró con un 4-2-1-3.

Era matar o morir. Era la gloria o la hoguera. La Roja seguía rondando el arco de Romero, la pelota casi no pasaba por los pies de Messi y las superestrellas transandinas. Sánchez elevó un tiro libre que pedía gol y Castillo se comió el empate por no tener la fineza para cerrar la jugada a pierna cambiada.

No había que estar en el Monumental para percibir el miedo generalizado en la tribuna. Temor que se extendía a sus jugadores. El mayor enemigo de la Selección era el reloj. También la historia de fracasos en el país vecino. Aún así el desenlace dependía exclusivamente de Chile. Y no se pudo, el premio no llegó. El fútbol no se define por merecimientos, ese cuento es viejo. El fútbol se define por contundencia o, muchas veces, por un detalle. Y en ese pequeño espacio de algo inesperado, Argentina sacó injustamente la mejor parte. Resultado mentiroso, sí, pero Argentina está en zona de clasificación y deja, por ahora, a la Roja sin Copa del Mundo. Ganarle a Venezuela el martes es una obligación.

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