Tame Impala en la era covid: el DJ solitario

Siguiendo la tendencia de presentarse con una banda reducida y con mucho apoyo de máquinas, Kevin Parker deja en claro en sus recientes presentaciones que el nuevo álbum de su proyecto potenció el lado más electrónico y pistero de su sonido.


Los días de la pandemia han hecho del streaming el nuevo escenario de la música. Un formato que puede resultar intimidante para aquellos necesitados del flujo constante de la energía del público, pero no para Kevin Parker. El silencioso hombre tras Tame Impala se adaptó rápido. En el año en que la vida se desarrolla puertas adentro, el músico prescinde del habitual formato banda, para hacerse acompañar solo de dos colaboradores y un montón de máquinas.

Así se pudo ver durante su actuación del 22 de septiembre en el late de Jimmy Fallon, en que desde el confinamiento en Perth -y un tratamiento de imagen de baja fidelidad- interpretó “Borderline”, uno de los sencillos del nuevo álbum The Slow Rush. De la misma manera lo hizo en su participación en los llamativos Tiny Desk Concert de NPR, ocasión en que interpretó tres temas del álbum (“Breathe Deeper”, “Is It True” y “Patience”). Fiel a su estilo, hasta se permitió hacer algunos cambios en las mezclas respecto a las versiones de los discos. “No hay ninguna canción que suene exactamente como la imaginé, porque cuando la imaginas, realmente no existe. Es completamente abstracta”, explicó en entrevista con Esquire.

Con el apoyo de sus compinches Jay Watson y Dominic Simper, quienes también lanzaron sendos discos solistas durante esta temporada (Out in the world y unfolding, respectivamente), Parker consolidó una propuesta, que en su último álbum suena más a una versión asentada de sus inquietudes. Y en la que el lado bailable todavía está presente, aunque late de forma menos bullente que en Currents (2015).

“Siempre me ha gustado la música disco y siempre me ha gustado la música house primitiva”, le dijo el músico a Esquire a propósito del nuevo álbum. Un interés que desarrolló en extenso tras asistir a un matrimonio y captar que nadie bailaba su música. Pero ahí, mientras bajaba alguna copa de espumante, acabó por intuir un proceso que de alguna forma siempre estuvo en su sonido.

“Con una canción como ‘Why Won’t You Make Up Your Mind’ [de su primer álbum Innerspeaker], estaba tratando directamente de hacer una pista de baile electrónica con los instrumentos que tenía, solo estos bucles y cosas que entraban y salían -le dijo Parker a Vulture-. Hoy en día, todavía tengo el mismo aprecio por la música electrónica que siempre tuve, pero creo que soy mucho más…valiente. Solía estar aterrorizado de que la gente pensara que soy un fraude si intento hacer [música electrónica], pero ahora me doy cuenta de que eso es una mierda”.

Así surgió el énfasis en los ritmos que caracterizó a Currents, pero que de alguna forma se coló en algunos tracks de The Slow Rush, gracias a las capas de teclados, el uso de la máquina de ritmos 707 y hasta por el uso de técnicas menos ortodoxas, como escuchar un loop de acordes mientras dormía. “Haré lo que sea necesario para llegar a un punto en el que sienta que la música que hago está inspirada. Lo cual es diferente a hacer música que creo que es buena”, le explicó a Esquire.

Pero la pandemia encontró a Parker en un momento en que su nombre había cruzado hasta el umbral de la música pop (“el tipo de música más difícil de hacer, aunque suene como la más fácil”, le dijo a Vulture). Un proceso que parece relativamente normal tras abrir su sonido y salir de la etiqueta del rock setentero con aires a Blue Cheer y a los Beatles, por el que muchos le siguieron en sus primeros días.

Allí está la versión de Rihanna para “New Person, Same Old Mistakes”, además de sus colaboraciones con Travis Scott, Lady Gaga y Kanye West, las que le introdujeron a nuevas audiencias. ¿Le falta alguien? “me encantaría trabajar con Daft Punk. Creo que eso podría ser realmente bueno”.

Pero de momento, es cauto. Admite que es una frontera que no se atreve a cruzar por varias razones.

“Es una frontera que aún no he atravesado. Además, es uno de los más difíciles. Me gustan los desafíos, musicalmente. Si creo que es un desafío hacer música dance, definitivamente intentaré hacer música dance”, le dijo a Vulture. “Puede ser cualquier cosa que puedas hacer, tienes una paleta completa para trabajar. Pero el pop tiene que ser conciso y sencillo, que es lo más difícil”.

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