Vuelve la serie Modern Love: para corazones enamorados y atormentados

La segunda entrega de la producción de Amazon Prime video, basada en las columnas de The New York Times, está disponible desde hoy y vuelve a retratar con eficacia -y sin demasiada cursilería- los terrirorios fecundos o fangosos por donde transita el amor.


Primero fue una columna, después un podcast y ahora es una serie. Pero todo ello es en síntesis una sola experiencia: las relaciones de pareja como ecuaciones de resultado incierto, donde existe un inicio en cierta armonía, un desarrollo que resiste diferencias, personalidades o el avance del tiempo, y un final a veces abrupto, casi siempre dramático, nunca demasiado feliz, y donde es fácil dividir aguas entre vencedores y derrotados con aquello que Abba dictó al cantar bajo experiencia propia “el ganador se lo lleva todo”.

Modern love es una columna que empezó en 2004 en The New York Times precisamente con el propósito de encapsular los lazos amorosos como geografías complejas y no lineales, como territorios donde cada unión es única y se rige por características difíciles de trazar, como si ahí estuviera el hechizo de aquello que se ha conceptualizado como amor o romance.

Relaciones forajidas entre jóvenes que dejan sus casas, amoríos con compañeros de colegio décadas más tarde, encuentros casuales que duran toda una vida o historias de divorcio cuyos protagonistas sólo llegan a entenderlas con la marcha de los años, están entre los cientos de relatos aparecidos en los textos del periódico estadounidense, desplegando las plumas de escritores, periodistas o especialistas en relaciones humanas.

Uno de los episodios del primer ciclo.

Por ello, lo que fue palabra no tardó en convertirse en imagen con una serie del mismo nombre que debutó en 2019 en Amazon Prime Video, con episodios unitarios de media hora y que se alzó -cómo no- como una mirada distinta para quienes buscaban narraciones románticas que marcaran distancia con el corpus de Disney y San Valentín.

Sí, en Modern love también hay corazones, flores, flechazos, mariposas rebotando en el estómago, minutos lacrimógenos y chocolates (después de todo, de eso se trata todo esto, ¿no?), pero en situaciones mucho más cercanas a la realidad, con personajes imperfectos y en relaciones que para firmar la paz definitiva tienen que ceder en sus trincheras.

Uno de los buenos ejemplos es el tercer capítulo, titulado algo así como Acéptame como soy, quienquiera que sea, donde el personaje de Lexi (Anne Hathaway) sufre de depresión bipolar, lo que le impide establecer relaciones duraderas y provechosas. Más bien, lo que frena sus opciones es el temor a revelar su condición -el siempre áspero tema de la salud mental- a su conquista de turno, tal como sucede cuando conoce a Jeff (Gary Carr ) en un supermercado, luego de un encuentro cargado de electricidad pero que se desmorona a la primera cita.

Modern Love 1

La carrera mejora según te acercas a la meta es el último capítulo -protagonizado por Jane Alexander y James Saito- y es un manifiesto de la plenitud del amor en la tercera edad, cuando no todo está perdido, cuando el goce y la chispa asociados a la juventud pueden actuar de la misma forma en la adultez.

Las ocho historias de la primera entrega están ambientadas en Nueva York y protagonizadas por un elenco estelar que también incluye a Tina Fey, Andy García, Dev Patel o Catherine Keener, entre otros, lo que da cuenta del amplio alcance de la columna del New York Times.

Por eso, la vara para el segundo ciclo está alta. No sólo tiene como desafío alcanzar la sensibilidad sin tanta azúcar timbrada por el debut, sino que también retratar en pantalla el espesor narrativo de las columnas. Llevar a escenas y buenos diálogos la profunda emotividad que late en los escritos de cada viernes en el diario de la Gran Manzana, único punto que quizás quedó en deuda en 2019.

Para ello, los capítulos disponibles desde hoy en Amazon Prime Video -y que siguen dirigidos por John Carney- amplían su rango desde el contenido hasta lo geográfico y lo contingente. Las relaciones están abordadas desde muchos otros vértices, además de mantener la eficacia en los relatos -siguen siendo episodios de media hora-, las buenas actuaciones y los guiones con pliegues diversos para evitar las cursilerías.

Hay un juego interesante en el episodio siete, bautizado ¿Cómo me recuerdas? Dos hombres salen una noche (Marquis Rodríguez y Zane Pais), hay química instantánea, brindis que van y vienen, después buen sexo, pero todo se interrumpe de manera abrupta por una noticia familiar que llega desde lejos. Y todo queda reducido a una sola cita.

Tiempos después se encuentran casualmente en la calle, pero los recuerdos que tiene cada uno de aquel único cara a cara son completamente distintos. Los sentimientos a veces son una buena trampa para la memoria.

Algo de eso también hay en Extraños en un tren y que de inmediato revela una diferencia de este nuevo ciclo: no todo está ambientado en Nueva York. De hecho, lo que aquí aparece es el siempre verde y bucólico paisaje irlandés, cuando dos jóvenes (Lucy Boynton y Kit Harington) se conocen en un tren de Galway a Dublín en marzo de 2020, justo antes que el Covid-19 clausurara el planeta completo.

Sentados frente a frente, conversando y enganchados -y en una clara reverencia a Antes del amanecer- al llegar al destino deciden no intercambiarse teléfonos ni redes sociales, sólo verse dos semanas después en la misma estación, rogando que la pandemia sea leve y el cierre de las ciudades tenga sólo un carácter transitorio. Sabemos que no fue así.

En esta temporada, los capítulos quedan en puntos suspensivos, con desenlaces abiertos que en algún minuto podrían ser resueltos.

Sucede también en la vida con preguntas que dan vuelta como en una suerte de rueda que no se detiene nunca. ¿Amigos para siempre? es el nombre del episodio estelarizado por Dominique Fishback e Isaac Powell, donde una chica está convencida de que junto a su mejor amigo están hechos el uno para el otro.

La fantasía inexorable de la media naranja también late en Un camino sinuoso con la capota abierta, donde una mujer (Minnie Driver) se aferra a un auto de época, el gran lazo que la sigue uniendo con quizás el amor de su vida, su marido fallecido. O en Un segundo abrazo: con el corazón y los ojos abiertos, donde muchos años después del quiebre una pareja (Sophie Okonedo y Tobias Menzies) se da espacio para una segunda oportunidad. ¿Funcionará ahora que la vida es otra?

Las relaciones -casuales o eternas- siempre plantean más preguntas que respuestas. Modern Love, con ángulos que van desde la comedia al drama y con relatos a veces irrepetibles a veces transversales, intenta al menos entregar algunas pistas desde la experiencia de personas que como cualquiera se vieron expuestas al más universal de los sentimientos.

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