Como muchas leyendas de la música de amplia trayectoria y discografía inmensa, en el caso de Silvio Rodríguez, “lo nuevo” que pueda salir con su firma no es sólo lo que está por venir, sino también lo que quedó en el camino en una carrera de más de medio siglo y que, por diversas razones, no ha visto la luz.

Es el caso del nuevo disco del cubano, que se liberará este viernes 4 de octubre. Una producción grabada originalmente en 1991 en México. Fruto de una exitosa gira que el cantautor había estado haciendo junto al grupo de jazz-rock-fusión de raíces afrocubanas llamado Diákara, integrado por destacados intérpretes de la isla que hoy son referencia obligada en la música de la isla.

Liderada por el percusionista Oscarito Valdés, de la legendaria banda Irakere, el conjunto que acompañó a Rodríguez en esas sesiones lo completaba Ramón Valle en el piano, Roberto Vizcaíno en la percusión afrocubana, Ahmed Barroso en la guitarra y Diego Valdés en el bajo eléctrico. Incluso, el célebre Chucho Valdés, uno de los mayores pianistas y jazzistas de Cuba y del mundo, participó en la grabación de uno de los temas, Venga la esperanza.

De hecho, tanto Irakere como Chucho Valdés fueron parte de la gira que trajo al músico a Chile en 1990, en los primeros conciertos del artista tras el término de la dictadura militar en el país, juntando a 80 mil personas en el Estadio Nacional de Santiago. De allí salió el primer disco en directo que sería considerado como oficial en la discografía del cubano, un álbum triple titulado Silvio Rodríguez en Chile, que incluye de hecho la entonces inédita Venga la esperanza, además de El hombre extraño, dedicada a Víctor Jara.

Foto: AFP

Según ha detallado la prensa de su país, Silvio Rodríguez con Diákara -el título del álbum- comenzó a ser grabado en un estudio ubicado en avenida Miguel Ángel de Quevedo en Coyoacán. “Llegamos allí algo cansados, con deseos de llegar a nuestros hogares, ya que acabábamos de terminar un periplo por ciudades aztecas. Fueron apenas tres o cuatro sesiones matutinas en las que alcanzamos a grabar 10 temas, gracias al entrenamiento de la gira. En una mañana puse ocho de las voces que aquí se escuchan. Las otras dos conseguí ponerlas 20 años después, en los estudios Ojalá de La Habana, cuando retomé este trabajo para al fin publicarlo”, explicó el cantautor en una entrevista para el sitio del Ministerio de Cultura cubano.

El resultado de esas grabaciones quedó en pausa por tres décadas, pero el trovador nunca lo olvidó por completo. “Es un disco que pasó por muchos avatares. Son 10 canciones que pudimos grabar en unas tres o cuatro sesiones mañaneras, después de una gira por México, locos por volver a Cuba. Puse 8 de las 10 voces en una sola mañana, el día antes del regreso. En nuestra tierra no había Dolby, y como yo estaba ahorrando para convencer al Estado de que construyera estudios nuevos, usé parte de ese dinero para comprarlo y una multipista de 24 canales, que estuvo usando la EGREM hasta que pudimos tener el estudio Ojalá, años después. Siempre aparecía una nueva dificultad. Tantas, que llegué a pensar que el disco tenía una maldición o algo así. En 2020 pude haberlo terminado, pero preferimos esperar a 2021 para redondear la fecha y que fueran 30″, aseguró.

“En Diákara hay tres arreglistas: Oscarito, Diego Valdés y Emilio Vega. Pero ojo: como en todos mis trabajos con grupos, siempre estuve muy al tanto de los procesos arreglísticos y por supuesto de los ensayos, donde se suelen quitar y poner elementos. Diákara fue un grupo de grandes músicos. Como es costumbre en ese tipo de ensambles, absolutamente todos aportaron ideas en los montajes. Hay canciones que suenan prácticamente como yo las hacía con la guitarra, como “Variaciones sobre un viejo tema” o “El Güije”. Hay otras donde tiene más peso lo arreglístico como “Acerca de los Padres” o “De la Ausencia y de ti, Velia”, por los bellos interludios que escribió Diego Valdés. No puedo dejar de mencionar que el último y tremendo arreglo de “Venga la Esperanza”, es de Chucho Valdés, donde él además toca el piano”, detalló.

“Después de 30 años sin cejar en la realización de este proyecto, al fin lo puedo dedicar a la memoria del fundador de Diákara –uno de los más grandes bateristas que ha dado Cuba–: Oscarito Valdés (Jr.). A él, en su eternidad, agradezco el haberme invitado a inaugurar juntos esta rica experiencia”, concluyó el cantautor.

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