“El tiempo corre velozmente, como un viento huracanado que está llevando tu hermosa voz […] Algún día serás una gran artista”, le dijo a una adolescente Cecilia su padre, Fernando Pantoja, un contador que, tras animar fiestas en clubes y restaurantes, soñaba con ser bolerista. Pero aquello sólo quedó en un anhelo. Por eso, instó a su hija a convertirse en cantante.

Y, tal como vaticinaba su progenitor, Cecilia (1943-2023) se transformó en una gran artista.

Todo comenzó a los 16 años, cuando, impulsada por sus compañeras de curso, cantó en el Liceo de Tomé y su inspector, Luis Soria, la “descubrió” y la invitó a participar en un evento en la Fábrica Ítalo Americana de Paños, sorprendiendo a toda la ciudad. Soria, luego, asumió como representante de Los de Tomé, conjunto que ella lideraba y que versionaba temas en inglés e italiano. Ante el inesperado éxito, consiguieron un contrato para actuar en la radio penquista Simón Bolívar.

Así, fueron consolidándose nuevas victorias: el connotado sello RCA convidó a Los de Tomé a grabar un álbum de 45 rpm en sus estudios capitalinos y, tras eso, Cecilia, en 1961, se radicó en Santiago para convertirse en emperatriz de Minería, una de las emisoras más populares a inicios de la década; y, en 1962, audicionó ante Rubén Nouzeilles, director artístico de la filial local de Odeón, quien, atraído por su temperamento avasallador y su vehemencia performática, la bautizó como “Cecilia, la Incomparable”. Sus fraseos, sus inflexiones vocales, su carácter y su habilidad para componer la distinguieron del resto de sus colegas de la Nueva Ola.

Juan Cristóbal Peña, autor de la biografía no autorizada Cecilia, la vida en llamas (2002), afirma que, con la intérprete de Baño de mar a medianoche, “el rock femenino se declara inaugurado en Chile”.

No obstante, debió enfrentar las mordaces críticas de la prensa por su aspecto masculinizado, de cabello corto, de gestos toscos ⎯como el polémico “beso de taquito”⎯ y por su supuesto lesbianismo.

De hecho, el conocido periodista y locutor Pablo Aguilera, en mayo de 1973, para la revista Nueva Onda, le consultó al respecto. En portada, aseveraba tajante: “No me gustan las mujeres”. En el artículo, él señalaba: “Ésta es Cecilia. La Cecilia acusada de tener amores con gente de su mismo sexo. La Cecilia criticada, alabada, desdeñada y aplaudida. Una artista controvertida”.

En una entrevista inédita hasta ahora, efectuada en octubre de 2021 vía Zoom, Cecilia recordó tal episodio: “Sólo ese estúpido me preguntó algo así. Le dije: ‘Cuando me gusten las mujeres, te voy a avisar’. Y digo ahora: la gente me tiene que ver como me quiera ver”.

En esa conversación virtual, cuando aún no se vislumbraba el fin de la pandemia, ella se mostraba jovial, lúcida y optimista. Sí lamentaba estar confinada en casa: “El encierro ha sido horrible, por no poder salir, caminar o viajar para no contagiarse con ese bicho tan infeliz”.

Su refugio, entonces, era YouTube y Netflix: “Es la única forma de distraerse para no pensar”.

Pero también confesó que, durante las extensas cuarentenas, compuso algunas canciones. “Tengo una marcha para los militares de mierda. ¡Mira lo que se me ocurrió!”, comentó entre risas.

-¿En serio? ¿Y cómo?

Es que la música me vino sola. No tiene letra todavía.

-Usted se ha caracterizado por diversificar su carrera. En 1970, reversionó Gracias a la vida, de Violeta Parra, y Plegaria a un labrador, de Víctor Jara.

Para Violeta, mi homenaje fue con todo el corazón. Hice un montaje muy especial. Se la pasé a Valentín Trujillo y él la orquestó. Fue una satisfacción enorme.

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Cecilia, hasta hace meses antes de ser hospitalizada debido a una enfermedad pulmonar crónica, estaba muy activa en redes sociales, sobre todo en Instagram (@cecilia_laincomparable). Constantemente interactuaba con sus admiradores, que traspasaban generaciones.

“Eso es maravilloso. Me hace sentir una cosquilla bonita en mi corazón. Los amo mucho. Pero también es una responsabilidad enorme cuidarme para que, con el tiempo, no los haga sufrir. Todos sabemos que nos vamos algún día. He sufrido hartas cosas peligrosas, pero las he superado, gracias a Dios”, manifestó en 2021, emocionada, a través de una pantalla de computador.

-¿Se considera una mujer luchadora?

Sí, muy luchadora. Soy un mono porfiado (risas).

-Siempre ha sido autónoma y enérgica. ¿Cómo sobrellevó una época en la que se cosificaba a la mujer? ¿Se sintió rebelde en los 60?

No fue mi intención ser rebelde. Sólo fui auténtica. Me puse pantalones con cremallera, conduje autos y motos. No eran bien miradas las mujeres que hacían eso y no sé por qué. No deberían juzgarnos por ser así.

-¿Y cómo lidiaba con tales prejuicios?

El apoyo de mi padre fue lo máximo. Me decía: “¡Sigue, hija! No te achiques y sé como eres”. Y siempre seré como me han visto ustedes.

-¿Es feminista?

¡Claro! Desde la primera vez que salí con pantalones. Fui feminista toda mi vida.

-¿Cómo percibe la rebelión feminista, la lucha por el derecho al aborto libre?

No soy política ni menos de derecha… Pero ¡arriba, vamos! Tiene que haber una solución para la mujer, porque lo merece todo. Debe tomar sus propias decisiones, ser protegida y respetada. Por supuesto, estoy a favor de la despenalización del aborto.

-Finalmente, Cecilia, ¿cómo ve su vida en retrospectiva?

Doy infinitas gracias a mi gente y a Chile. El pasado fue maravilloso para mí y estoy llena de experiencias. Tengo 78 años recién cumplidos, pero siento que tuviera mil. Y cada día aprendo más. Soy fuerte. He resistido varias cosas, pero creo mucho en Dios. Siempre creeré en Él, hasta mi muerte.

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