Columna de Paula Escobar: Caminando sobre hielo delgado

El cambio de tono del discurso -y hasta de voz- del ministro Jaime Mañalich esta semana refleja bien la nueva y atemorizante fase a la que pasamos hace menos de 48 horas, con Santiago bajo cuarentena total, la medida más severa tomada hasta ahora.

“La falta de confianza recíproca nos jugó una mala pasada”, dijo a La Tercera el jueves, pidiendo, e incluso suplicando, que las personas respetaran las medidas preventivas.

Bajo la mascarilla poco quedaba de la actitud enérgica, dominante, iracunda incluso, que había exhibido tantas veces en estos largos dos meses, en que incluso acusó a la prensa de “vender” sobre la base de mentiras, y a este diario, de inventar las declaraciones del embajador Xu Bu.

Esos días de arrogancia sin filtro ni contención quedaron atrás, porque Mañalich y las autoridades saben que estamos en un momento que se pensó improbable para este mes de mayo, en cuyos primeros días se hablaba de la “nueva normalidad”, de si se podía o no tomar café con amigos, de cuándo volvían los niños a clases, de curvas aplanadas y de la acertada estrategia chilena.

Pero estábamos caminando, como dijo Angela Merkel, sobre “hielo delgado”. Y mientras otros países, esos que antes concentraban los errores y horrores de la pandemia, ahora se están “desconfinando” acompañados con el sol primaveral, en Chile es al revés: se acerca el invierno del coronavirus. Al miedo, estrés, soledad, falta de ingresos y comida, a causa de las cuarentenas dinámicas, se les agrega la angustia de las camas UCI a un tris de faltar, el traslado de enfermos a regiones, filas interminables por todas partes...

Esta nueva fase que comienza requiere nuevas estrategias para evitar las situaciones de desesperación y muerte que se han visto en Italia, España o Ecuador. Hay una ventana de tiempo para evitar el colapso del sistema de salud y para acordar una salida para la recesión económica de proporciones que se avecina. Cada cual debe poner lo suyo. La oposición, aunque le pese, debe buscar aquello que justamente le quita votos y likes en redes sociales: llegar a buenos acuerdos y remar para el mismo lado. No es hora de sacar cuentas, pasar boletas o sacar dividendos políticos cuando la embarcación está averiada. Ese momento de las críticas y cuestionamientos a las autoridades llegará. Y no solo ellos, todos los chilenos y chilenas, y la historia, qué duda cabe, los juzgará. Pero el tiempo de eso es después: un mínimo sentido de responsabilidad demanda entender el orden de los factores.

A la ciudadanía, a su vez, le toca un papel muy importante. Parte de que hayamos llegado a este escenario de descontrol en el aumento de casos ha sido por los que han hecho fiestas, se han paseado en ferias, aviones y supermercados con Covid, no han respetado la distancia social ni usado mascarillas y, mientras escribo esta columna, insisten porfiada y cruelmente en salir de Santiago a pasar la cuarentena total. Evitar conductas riesgosas y acatar las medidas preventivas es parte esencial del control de la pandemia.

Y, por cierto, parte importante de sobrellevar esta nueva etapa depende de las autoridades de gobierno. Partiendo por tomar las mejores decisiones para causar el menor daño y aprender de los errores previos. En ese sentido, es de la primera importancia la transparencia total en la entrega de información sobre todos aquellos datos relacionados con el Covid, dentro del marco de lo que la ley permite, por cierto. No puede seguir habiendo discrepancias y dudas sobre la cantidad de enfermos, hospitalizados, muertes por Covid; no hay cuenta corriente para más déficits en ese aspecto. En segundo término, urge explicar, como Merkel, el fino hielo que estamos pisando. No por intentar dar aliento o transmitir ideas de “triunfos” se puede confundir a la opinión pública sobre el riesgo que enfrentamos y el horror que puede venir.

En ese sentido, es clave desterrar de las acciones y declaraciones todo rastro de exceso de autoconfianza, omnipotencia, arrogancia, incluso, que llevó a algunos compatriotas a pensar que venía una primavera cuando en realidad íbamos derecho al invierno. En este momento se necesita sobre todo unidad, y ella se basará en la capacidad del Presidente de generar confianza. Como enseña Merkel, no es el exitismo lo que la fomenta, sino la humildad, la claridad y la transparencia.

“Si el público va a tener que acatar a través del tiempo, necesitan ser conducidos, inspirados u obligados”, dice John Barry, autor de La gran influenza, sobre la llamada gripe española. “Eso nos lleva a la más importante lección de 1918, una con la que están de acuerdo todos los grupos que trabajan en planificación de la pandemia: decir la verdad”.

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