Paula.cl
La primera vez que el argentino Marcelo Vallejo pisó un teatro en su vida lo hizo desde el escenario: el del Royal Court, en Londres, el año pasado, como uno de los protagonistas de Campo minado. El montaje de su compatriota Lola Arias –calificado por El Clarín como la obra del año y aplaudida a rabiar por los medios británicos– tiene un pie forzado inquietante: reunir a seis veteranos de la Guerra de las Malvinas, tres ingleses y tres argentinos. Vallejo es uno de ellos; justamente el que abre esta tremenda obra de teatro que acaba de terminar tras cuatro funciones (con entradas agotadas) en el Festival Santiago a Mil.
Dueño de una voz serena, aquietada, Vallejo lee extractos de textos que escribió a los 18 años, estando en las Malvinas como apuntador de mortero tras haberse enrolado voluntariamente, mientras otro veterano lo filma. La imagen aparece en gran un fondo blanco que servirá de telón, más tarde, para proyectar las fotos que el mismo Vallejo tomó décadas después en la isla. Aquella vez, el ex conscripto encontró un pullover, un cortavientos y una carpa ajada a la que se aferró por más de 60 días para que no se volara; todos objetos que él exhibe en el montaje mientras cuenta su historia.
Campo minado está llena de estos detalles. Fotos de la época, recortes de prensa, de diarios de vida, revistas, cartas, videos o las voces de los discursos de Margaret Thatcher y Leopoldo Galtieri. Elementos que dan cuenta no solo de la honda investigación que subyace a la obra, sino que también parecen estar ahí para recordarle al público, cada minuto, que todo lo que se cuenta es y fue real. Que no hay lugar a dudas.
No hay momento que sobre en esta puesta en escena, en la que Arias logra una coordinación impecable con los protagonistas, porque son ellos quienes recrean las historias de sus compañeros; algo que además habla de una curiosa comunión que se da entre seis hombres que fueron enemigos hace 34 años. Conviven en el escenario, además de Vallejo, los argentinos Rubén Otero, sobreviviente del hundimiento del Belgrano, quien hoy tiene una imprenta y una banda tributo a The Beatles; Gabriel Sagastume, ex fiscal que tuvo que recoger la pierna de unos de sus amigos, casado con Florencia, la receptora de sus cartas de ese tiempo. Y los británicos Lou Armour, marino inglés que no puede olvidar la cara de uno de los argentinos que murió en sus brazos y que hoy es maestro de niños con necesidades especiales; Sukrim Rai, nepalés Gurkha que peleó por el ejército británico con un clásico cuchillo descuartizador; y David Jackson, también marino y actualmente sicólogo, quien, en escena, "atiende" a Vallejo.
Aquí no hay abrazos de reconciliación, ni tampoco alguien esperaría eso. No son los veteranos los culpables. Pero es notable ver cómo personas que tuvieron roles tan antagónicos hoy se plantan en un mismo espacio para narrar su historia. También con una batería, guitarras y un bajo para cantar Get Back, de The Beatles, y mirarse de reojo, como cualquier banda que toca en vivo. Esta performance musical que arman los veteranos, de hecho, es un elemento esencial que recorre todo el montaje: un sonido que retumba en el abdomen en los momentos cúspides de Campo Minado.
Muy en la línea de lo que ha venido haciendo, Arias maneja el teatro documental al dedillo con obras anteriores como Mi vida después (2009), El año en que nací (2012) o Melancolía y manifestaciones (2012); el género soporta teatro, cine, música, performance, danza, documental. Bajo esa perspectiva, Campo Minado no es un montaje que busque contar solo un lado de la historia –aunque sí queda la sensación de un mayor protagonismo de los argentinos–, sino documentar el pasado y presente de estas seis personas/actores que se interpretan a sí mismos. Como cuando Marcelo Vallejo –que después de problemas con adicciones se convirtió en un gran triatlonista– narra su llegada a casa, con su voz aquietada pero a punto de disparar un leve quiebre: "las madres de nuestros compañeros nos preguntaban dónde venían sus hijos, y nosotros decíamos que en las micros de atrás, pero sabíamos que no era cierto".