La dispar visión entre el Papa y el cardenal Errázuriz sobre la venida del Pontífice a Chile
En su misiva de balance de la visita papal, el ex arzobispo de Santiago había cuestionado a "personas que son conocidas internacionalmente por sus ataques contra la Iglesia" por su actuación en el caso Barros. Ayer, el Papa les agradeció en su carta y los invitó a reunirse con él.

En su carta a los obispos de América Latina, enviada el 22 de febrero pasado, el cardenal Francisco Javier Errázuriz describe la acogida que tuvo el Papa en Chile, pero agrega que "una nube arrojó sombra sobre la visita. Numerosos periodistas promovieron por esos mismos días un segundo foco de atención. Le dieron un gran espacio a los acusadores del Obispo de Osorno. Estos afirman que el Obispo como sacerdote fue testigo de abusos del Padre Fernando Karadima, y no los denunció". Y agrega: "Para entender la relevancia que los medios le dieron a este tema, hay que saber que se habían reunido en un seminario, muy cerca de la Nunciatura Apostólica, numerosas personas que son conocidas internacionalmente por sus ataques contra la Iglesia, a propósito de los abusos sexuales de ministros suyos, y de la reacción débil de algunos Pastores. Entre ellos estaban también tres víctimas del Padre Fernando Karadima, los cuales, inspirados por su abogado según se dice, también suelen difamar públicamente al Cardenal don Ricardo Ezzati y a mi persona como 'encubridores', 'delincuentes' y 'criminales'".
A lo anterior, el cardenal Errázuriz dice que "ultimamente uno de ellos ha acusado hasta al Papa Francisco de inconsecuente, mentiroso y encubridor. Tanta calumnia pública sólo se explica, al parecer de muchos, porque el abogado que los representa ante los tribunales de justicia pretende presionar, a través de la opinión pública, a los jueces de la Corte de Apelaciones que deben sentenciar un recurso presentado por él contra una sentencia en primera instancia contraria a la demanda de indemnización que él presentó, alegando que la diócesis de Santiago fue supuestamente encubridora del P. Fernando Karadima. (Nada ha dañado tanto a la Iglesia en Chile como los abusos de poder y sexuales de este sacerdote y sus secuelas)".
"Estimo que no fue la presencia -probablemente excesiva- del Obispo de Osorno, acusado por ellos de encubridor, la que hizo brotar con fuerza invasiva este tema. Estaba programado previamente. Por eso, numerosos periodistas, sobre todo de los medios audiovisuales, abordaban una y otra vez a este obispo en relación a su presunto encubrimiento del P. Karadima y a su posible renuncia como obispo de Osorno. Monseñor, en lugar de haberse retirado después de la concelebración del Papa con todos los Obispos, o al menos de haber optado por un segundo plano, no percibió la magnitud del problema. Por eso no eludía las entrevistas grupales. Daba la impresión de que las consideraba una oportunidad favorable para difundir su visión de las cosas y para defenderse de las acusaciones", añade.
El cardenal agrega en su carta que "esta insistencia de los periodistas creó un foco indeseable y paralelo a la visita del Santo Padre, que desviaba la atención. El mismo Santo Padre al término de su visita salió en defensa del Obispo. Son conocidas las críticas que aparecieron después de esta intervención suya y de las aclaraciones siguientes, desviando también ellas la atención del valor inestimable de los mensajes pontificios".
El enfoque del Papa
La carta que el Papa envió ayer a los obispos tiene un tono diferente. Dice que tras leer el informe del arzobispo de Malta, Charles J. Scicluna, hay una "ocasión para restablecer la confianza en la Iglesia, confianza rota por nuestros errores y pecados y para sanar unas heridas que no dejan de sangrar en el conjunto de la sociedad chilena". Sostiene que envió a Scicluna y su asistente, el sacerdote catalán Jordi Bertomeu, a "escuchar desde el corazón y con humildad. Posteriormente, cuando me entregaron el informe y, en particular, su valoración jurídica y pastoral de la información recogida, reconocieron ante mí haberse sentido abrumados por el dolor de tantas víctimas de graves abusos de conciencia y de poder y, en particular, de los abusos sexuales cometidos por diversos consagrados de vuestro País contra menores de edad, aquellos a los que se les negó a destiempo e incluso les robaron la inocencia".
Agrega que "los días posteriores a dicha misión especial han sido testigos de otro hecho meritorio que deberíamos tener bien presente para otras ocasiones, pues no solo se ha mantenido el clima de confidencialidad alcanzado durante la Visita, sino que en ningún momento se ha cedido a la tentación de convertir esta delicada misión en un circo mediático. Al respecto, quiero agradecer a las diferentes organizaciones y medios de comunicación su profesionalidad al tratar este caso tan delicado, respetando el derecho de los ciudadanos a la información y la buena fama de los declarantes".
"Ahora, tras una lectura pausada de las actas de dicha "misión especial", creo poder afirmar que todos los testimonios recogidos en ellas hablan en modo descarnado, sin aditivos ni edulcorantes, de muchas vidas crucificadas y les confieso que ello me causa dolor y vergüenza". En uno de los párrafos cruciales, señala que "he incurrido en graves equivocaciones de valoración y percepción de la situación, especialmente por falta de información veraz y equilibrada. Ya desde ahora pido perdón a todos aquellos a los que ofendí y espero poder hacerlo personalmente, en las próximas semanas, en las reuniones que tendré con representantes de las personas entrevistadas".
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