Beyoncé: soy todos ustedes

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Homecoming: a film by Beyoncé es el más serio intento de la cantante por consagrarse como la máxima figura del pop dirigiendo y protagonizando su propio documental con la ayuda de Netflix, sobre el debut en Coachella 2018. Ella dice que es un homenaje a su cultura pero se lee como un extraordinario tributo a sí misma.



Hace cinco años apareció un estudio en EE.UU. sobre gustos musicales de estudiantes universitarios que hizo ruido al asegurar que los más inteligentes escuchaban a Radiohead, en cambio los menos listos preferían a Beyoncé. Paradojal porque la estrella de 37 años ha trazado una carrera propia de alumna aventajada regulada por discos y proyectos videográficos siempre ambiciosos bajo un par constantes: desentrañar quién es y establecer que junto a Jay-Z, su famoso marido, encarnan a la realeza del pop distinguiéndose del resto.

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Entre las escasas cuentas pendientes para consolidar el reinado contaba el festival de Coachella. La invitaron en 2017 pero el embarazo de gemelos aplazó por un año su debut en un evento que refleja gustos de élite -aún es sinónimo de hipster-, y con una relevancia mediática que supera la dimensión musical como pasarela de estrellas. Ante la oportunidad Beyoncé decidió hacer historia concibiendo un espectáculo propuesto como una expresión de la cultura afroamericana.

El registro audiovisual de la producción y puesta en escena del ampuloso número es el relato de Homecoming: a film by Beyoncé, documental en Netflix que la tiene de protagonista y directora. Ha sido un éxito de elogios prácticamente unánimes y la plataforma está comprometida en otros dos proyectos con ella en un acuerdo de 60 millones de dólares.

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A diferencia de la mayoría de sus más serias competidoras, partiendo por la mismísima Madonna, Beyoncé controla con látigo su material y Homecoming captura ese espíritu subrayando el tinte autoral para el relato de una epopeya.

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En los filmes dedicados al montaje de espectáculos y proyectos musicales el trabajo contra el tiempo suele ser la trama mayor. Los guiones tensionan esa cuerda y aquí hay una situación inmejorable porque Beyoncé debe batallar para recuperarse del agotador embarazo. Ok. Igual cuenta con ocho meses de preparación, pero las escenas de los primeros ensayos son impresionantes porque la espectacular estrella pop luce inmensa para los parámetros de su categoría y debe perder peso, recuperar músculos, cantar en vivo y aprender una cantidad absurda de coreografías. Logra recuperarse duramente a costa de comer solo fruta.

Su voz en off reflexiona en torno al espectáculo acompañando imágenes de calculado filtro vintage y casual. Los audios muestran el mismo tratamiento, como si fueran llamadas telefónicas o grabaciones caseras. Nada de voz impecable como documental de la naturaleza sino el efecto del tono confesional sobre sueños y el peso de liderar un show destinado a dejar boquiabierta a la audiencia con un repaso de su historia musical incluyendo una aparición de Destiny's child.

Porque Homecoming, antes que homenaje a su gente, es Beyoncé rindiendo tributo a sí misma y su perfeccionismo. "Estudié mi historia, estudié mi pasado. Y puse cada error, todos los triunfos de mis 22 años de carrera en esta celebración de bienvenida de dos horas".

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Pero Beyoncé subraya que el espectáculo se concentra en su raza. "Cuando decidí presentarme en Coachella, en lugar de sacar mi corona de flores me pareció más importante traer nuestra cultura al festival". El concepto "nuestra cultura" se remite a los números de bandas de guerra e instrumentales de universidades con alumnado exclusivamente negro. Confiesa que era una aspiración -"siempre soñé con ir a una universidad históricamente negra"-, sin embargo pospuesto porque "mi universidad fue Destiny's child".

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Beyoncé proclama el deseo de identificar con el número a todos quienes se hayan sentido rechazados, un discurso que también practica Lady Gaga. No queda muy claro cómo se logra esa identificación con un cuerpo coreográfico espectacular exclusivamente negro como todo el equipo en escena, una tremenda sección de vientos y tambores, y la banda solo integrada por mujeres que tradicionalmente le acompaña. "Somos las criaturas más hermosas de la Tierra, la gente negra", expresa una anciana voz en off.

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El fenomenal show en Coachella fue montado en una estructura de corte piramidal donde la estrella reunió a todos los músicos y bailarines, mientras en paralelo el documental muestra el progreso de los ensayos, la mística del equipo y el liderato que ejerce la artista en el complejo proceso de un show ambicioso.

Es un verdadero triunfo personal convertido en un espectáculo que merece todos los adjetivos por su lograda grandilocuencia para exhibir los talentos impresionantes de Beyoncé. Pero de ahí al reflejo de una cultura poderosa y variada como la afroamericana mediante una expresión por cierto militarizada como es ese tipo de bandas universitarias, donde manda el redoble y el bronce para ir a la guerra, el eslabón resulta débil y antojadizo.

https://www.youtube.com/watch?v=TOg9mgMzXcg

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