Columna de Rodrigo González: Pinocho de Guillermo del Toro: Pinocho y sus peligrosas aventuras autoritarias

Deslenguado, terco e inquieto, Pinocho es un dínamo del peligro, siempre a punto de meter la pata y errar el tiro. A pesar de todo eso, es lo más cercano a un hijo que Geppetto ha tenido desde la muerte de Carlo y el desesperanzado carpintero se encariña con este niño de madera delgado y cabeza desproporcionada.



La coherencia temática y, para que decir estética, del director mexicano Guillermo del Toro, es admirable. Fascinado por las criaturas deformes y las posibilidades infinitas de los mil y un diseños de los insectos, el autor nacido en Guadalajara hace 57 años ha venido aplicando sus timbres estilísticos desde los tiempos de Cronos (1992) y Mimic (1997). El autoritarismo político se introdujo de manera original en filmes como El Espinazo del Diablo (2001) y El Laberinto del Fauno (2006), pero también oblicuamente en producciones más comerciales como Hellboy I (2004) y Hellboy II (2008).

Ahora llegó la hora de plasmar todas aquellas obsesiones en una película que saboreaba desde hace al menos 20 años. Fue finalmente Netflix, para variar, la compañía que le dio carta blanca para desarrollar su particular versión del clásico libro infantil del italiano Carlo Collodi, esta vez nada menos que valiéndose de la ardua, costosa y magnífica técnica del stopmotion. Se trata de un filme tan personal que se presenta simplemente y sin ningún tipo de vergüenza como Pinocho de Guillermo del Toro. En honor a la verdad el título se justifica de la misma manera como podríamos hablar del “Pinocho de Disney”, dueño del imaginario colectivo de sucesivas generaciones desde su estreno en 1940.

Guillermo del Toro's Pinocchio - (L-R) Pinocchio (voiced by Gregory Mann) and Gepetto (voiced by David Bradley). Cr: Netflix © 2022

Lo curioso de todo esto es que Pinocho de Guillermo del Toro transcurre más o menos en la misma época en que se estrenó el venerado clásico de Hollywood. Nos situamos en algún año en los albores de la Segunda Guerra Mundial y en un indeterminado y candoroso pueblito de Toscana, en el centro-norte de Italia. Los primorosos ladrillos y las adoquinadas callejuelas de la aldea están decorados por la propaganda del régimen fascista de Benito Mussolini y ya hay orden de ir a la guerra a luchar por la patria.

En ese entramado y encrucijada histórico-social, el viejo carpintero Geppetto apenas sobrelleva el duelo que lo corroe tras la muerte de su hijo Carlo, precisamente en las postrimerías de otra guerra, la Primera. En un arranque de furia catalizado por el alcohol, talla en una sola noche un muñeco hecho de la madera de un pino que él mismo se encargó de talar en la víspera. En algún agujero del árbol se alojaba además Sebastián J. Grillo, especie de reversión del conocido Pepe Grillo que esta vez escapa a la hoja del hacha, se introduce en la casa de Geppetto y es testigo de cómo durante la noche el hada azul del bosque le da vida al muñeco a medio terminar.

Deslenguado, terco e inquieto, Pinocho es un dínamo del peligro, siempre a punto de meter la pata y errar el tiro. A pesar de todo eso, es lo más cercano a un hijo que Geppetto ha tenido desde la muerte de Carlo y el desesperanzado carpintero se encariña con este niño de madera flaco y cabeza desproporcionada.

El largometraje está disponible en Netflix y aunque la opción del audio en español es por defecto lo mejor para los niños, lo más recomendable para los adultos es verlo con subtítulos y sonido original. Las voces de David Bradley, Ewan McGregor, Gregory Mann, Cate Blanchett, Christoph Waltz o Tilda Swinton son un espectáculo aparte. Una magnífica película.

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