Fue la historia de una amiga suya. Apenas supo lo que ocurría, la mexicana Guadalupe Nettel tuvo claro que tenía un precioso material entre manos y que en base a eso podría construir una novela. Pero antes de dejarse arrastrar por el entusiasmo y tipear una sola letra, decidió consultarle a su amiga si acaso tenía algún problema con que contara lo ocurrido. Ella no solo la autorizó, también le dijo que podía hacer lo que quisiera para que no fuera tan aburrido.

Y lo que ocurría no era algo liviano: la amiga estaba embarazada y faltando poco tiempo para el alumbramiento, los médicos le comentaron que su bebé nacería muerto, por un problema en el cerebro.

Ese fue el origen de La hija única, novela publicada en 2020 por Anagrama, y que ahora la tiene como la única latinoamericana seleccionada en la Long list 2023 del prestigioso Booker Prize (donde estuvo el chileno Benjamín Labatut el 2021) que galardona obras traducidas al idioma inglés. En este caso, el trabajo de traspasar la obra de la oriunda de Ciudad de México a la lengua de Shakespeare fue de Rosalind Harvey.

En la novela, la madre se llama Alina. Entonces, ocurre que el bebé parece resistirse al condenatorio diagnóstico médico, y eso enciende una llama de esperanza en sus padres. Finalmente -y como le ocurrió a su amiga- sobrevive. Además, hay otros personajes: una mujer, Laura, la mejor amiga de Alina y es quien narra la historia, pero no quiere hijos y no tolera demasiado a los niños. Además, aparece Doris, una vecina del edificio, quien vive sola con su hijo adolescente, un chico bastante difícil, a quien sim embargo quiere.

“En la historia que narro lo que más me llama la atención es cómo vamos adaptándonos a las circunstancias. Y en el caso de Alina a una vida llena de incertidumbre por un hijo anhelado, luego le dicen que morirá y luego le dicen que no se sabe cuánto tiempo vivirá. Poco a poco ella fue encontrando el equilibrio. Me interesaba muchísimo la incertidumbre ante la vida. Lo vi de cerca. Es la primera vez que hago eso. Hice muchas entrevistas a mi amiga antes de escribir”, comentó Nettel al medio WMagazin.

Con dos hijos, Nettel también pasó por días agitados. “Creo que he sido afortunada. Lo difícil fue que justo después del segundo hijo me separé del padre, fue una etapa difícil, de adaptación. He disfrutado la maternidad, pero también me di cuenta de que el tiempo se redujo muchísimo. Había y hay dos prioridades antes que las mías. La maternidad también reduce la libertad. Es una experiencia muy fuerte porque siempre hay otra persona que pasa antes que tú, algo se abre en tu conciencia”, aseguró a WMagazin. Además, la mexicana asegura que lo que la llevó a escribir la novela fue el hecho de que la maternidad no es unívoca: “Mi elección fue consciente, pero hay madres que no toman esa decisión y los hijos se ven más atribulados. Eso les da otra experiencia y profundidad a su vida y su tiempo en la Tierra. Maternidades hay miles, diversas, y hay que contarlas”.

Además, comenta que en su escritura la influenciaron mucho autores que trabajan con el material de lo real, y lo cuentan sin aspavientos. “Durante la escritura, me inspiró mucho Emmanuel Carrère, al que leo desde hace años y del que aprendo en cada libro; también autoras como Annie Ernaux y Vivian Gornick, Lina Meruane con Contra los hijos, Mariana Enriquez con el primer cuento de Las cosas que perdimos en el fuego, donde una mujer solitaria acaba cuidando a un niño durante unos días…”, dijo a Clarín.

Por supuesto, uno de los ejes de su literatura es el feminismo. “Esto del feminismo me dio esperanza. La toma de conciencia del feminismo es de lo mejor que ha estado pasando en los últimos años. No se pueden seguir tolerando los feminicidios, ni el maltrato a la mujer que en la pandemia creció. Esto tiene que cambiar. Tenemos que acabar con el machismo. Todas las mujeres, y algunos hombres, estamos decididos a que esto suceda”.

No solo el cuerpo, también el entorno ha sido tema en sus libros. Como en su volumen de cuentos El matrimonio de los peces rojos, donde los animales aparecen como testigos o atizadores de los conflictos que se narran. “Desde siempre los seres humanos hemos tenido una relación polémica con el reino animal, al que sin lugar a dudas pertenecemos -comentó a Infobae-. Al parecer, nuestra facultad de razonar, nuestras herramientas y nuestros lenguajes complejos nos enorgullecen lo suficiente como para considerarnos superiores a ellos y adoptar, en consecuencia, un comportamiento abusivo. No sólo los hemos perseguido durante siglos para beneficiarnos de su carne, de su piel, de sus huesos y de sus secreciones, también los hemos apresado por gusto, y exhibido en zoológicos y circos. Tal vez sería hora de plantearnos qué tipo de relación queremos tener de ahora en adelante con la naturaleza”.

De este modo, la mexicana es una de las autoras latinoamericanas más relevantes de la actualidad. Lo prueban los galardones que ha obtenido como el prestigioso Premio de Narrativa Breve Ribera del Duero, en 2013 (por El matrimonio de los peces rojos); además del Premio Herralde de Novela, en 2014 (por Después del invierno). Además es directora de la revista de la UNAM.

Consultada por Culto, la crítica literaria y académica de la UC, Patricia Espinosa, define con precisión cómo podemos caracterizar la literatura de la mexicana: “La excepcional narrativa de Guadalupe Nettel se inscribe en la categoría de lo post-humano, donde se presenta a personajes violentados, atomizados por un contexto que parece aborrecerlos. En última instancia, la autora expone formas de disciplinamiento que impone el biopoder. Las nociones de cuerpo, anomalía, marginación, fragmentación identitaria, son también relevantes en una producción donde los personajes tienden a marginarse al sentir el peso de una sociedad que los ve como monstruosidades o derechamente ‘anormales’ en su ambigua composición: entre humanidad y animalidad”.

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