¿Quién mató a Anna Cook? La enigmática muerte de la DJ chilena que se mantiene sin resolver

Anna Cook.
Anna Cook.

La fiscalía apuntó a un suicido, pero una serie de tropiezos cometidos durante la investigación han decantado en que hoy, a seis años de los hechos, el caso continúe sin resolverse. Un podcast a estrenarse este miércoles 7 intenta dar nuevas luces sobre el tema y resolver la gran pregunta, mientras una obra de teatro también recuerda a la artista nacional. ¿Quién mató a Anna Cook?


El 8 de marzo del 2020, una pregunta fue proyectada a lo largo y ancho de la torre Telefónica, emblemático edificio que se ha transformado en un lienzo de diversas consignas sociales. Esta vez, la frase decía: “¿Quién mató a Anna Cook?”. A esas alturas, se trataba de una pregunta omnipresente en la ciudad. Al pasear por el centro de Santiago, basta con prestar algo de atención al paisaje para reconocerla entre los múltiples rayados de los muros, repitiendo hasta el cansancio una interrogante que, casi siempre, está acompañada por la exigencia de justicia. ¿Por qué?

Los hechos se remontan al 2 de agosto del 2017, cuando el Hospital del Salvador confirmó el fallecimiento de una joven que llegó ese mismo día a la sala de urgencia, totalmente desnuda y acompañada por un hombre que aseguró no recordar su verdadero nombre. Según él, sólo la conocía por su nombre artístico: Anna Cook, una talentosa DJ chilena que fue muy activa en el circuito de la música electrónica nacional. Aún así, declaró que sufría de epilepsia, depresión y que consumía drogas.

Proyección de Delight Lab en edificio Movistar. Fotografía recuperada de la web de la U. de Chile
Proyección de Delight Lab en edificio Movistar. Fotografía recuperada de la web de la U. de Chile

Pero, muy pronto, su testimonio fue puesto en jaque. El hombre que llegó con Anna al hospital era Raúl Azócar, un productor de publicidad, televisión y fiestas conocido como “El Gato”. La relación entre ambos no era tan impersonal como aparentaba, pues Azócar era nada menos que el sub-arrendador de la casa donde vivía la joven. Era difícil que no conociera su verdadero nombre, pues Ana María Villarroel González pagaba el costo de su habitación a través de transferencias bancarias, y en varias ocasiones le prestó sus servicios de diseñadora, cobrados por ella a través de boletas de honorarios.

Kattia González, la madre de Anna, desmintió que su hija sufriera de epilepsia o depresión diagnosticada. Para ella, era prácticamente imposible que Anna hubiese atentado en contra de su vida, y no por mera negación. A la hora de reconocer el cuerpo –que permaneció dos días en el Servicio Médico Legal (SML) como NN a raíz de las declaraciones de Azócar-, la mujer notó una equimosis cervical de 15 por 5 centímetros en el costado de su cuello, y que ya había sido advertido por los médicos de la urgencia.

Además, el cuerpo de Anna tenía varias costillas fracturadas, y nunca se especificó si esas lesiones fueron previas o posteriores a la reanimación. A pesar de todo, el primer informe policial señalaba que no existía evidencia que acreditara la participación de terceros en su muerte.

Las últimas horas de vida de Anna pudieron ser reconstruidas parcialmente. Se sabe que ese día viajaría con un amigo al sur a tocar, y que en la noche anterior compartió con una amiga DJ y otra pareja de conocidos. Durante ese rato, también se habría cruzado con Azócar en la casa, ubicada en calle Tranquila, Providencia, y que hace años fue conocida por ser frecuentada por varios actores y actrices de la escena nacional. Cuando las últimas visitas se fueron, la joven se habría mantenido despierta hasta las 7 AM.

Rayado "¿Quién mató a Anna Cook?". Publicado en https://pousta.com/anna-cook/
Rayado "¿Quién mató a Anna Cook?". Publicado en https://pousta.com/anna-cook/

Azócar aseguró que esa mañana tenía una cita con el dentista. A las 6.30 ya estaba en pie, pero no recuerda haber escuchado ruidos desde la pieza de Anna, que era la más grande de la casa y que, además, tenía una salida independiente al patio. Se fue y para cuando volvió, a eso de las 13.30, la joven aún no se levantaba. Al parecer, ambos tenían algunos compromisos laborales pendientes, por lo que se acercó a la habitación sin obtener respuesta. Al rato, y tras un segundo intento, decidió abrir la puerta. Ahí se habría encontrado con su cuerpo, desnudo y tendido sobre la cama, sin reaccionar. Todo esto, según su versión. Pidió un taxi y la llevó al hospital, y el resto es historia.

Inicialmente, el hombre señaló haber pasado la noche solo. Pero pronto se supo que estaba con un amigo, Matías Troncoso, y que incluso se habría acercado a la habitación de Anna para presentarlos. Y aunque Azócar sostenía que no recordaba haber llevado a alguien a la casa esa noche, la reunión quedó registrada a través de un video en Facebook que pronto fue eliminado de la red social.

Cartel en la fachada del GAM con la frase "¿Quién mató a Anna Cook?". Fotografía recuperada del Instagram @annacookmusic (https://www.instagram.com/p/CplzergskSD/)
Cartel en la fachada del GAM con la frase "¿Quién mató a Anna Cook?". Fotografía recuperada del Instagram @annacookmusic (https://www.instagram.com/p/CplzergskSD/)

En este punto, aún falta señalar un detalle crucial. En el informe tanatológico hecho por el SML, se consigna la presencia de fluido seminal en la boca de la joven. ¿El problema? Hace varios años que Anna era abiertamente lesbiana.

Se comparó con el perfil de algunos de los hombres que compartieron con ella durante esa última noche, pero no se encontraron coincidencias. La muestra se agotó y, como consecuencia, faltó que se realizara la prueba a uno de ellos: Troncoso, el amigo de Azócar. A lo largo de estos seis años, la fiscalía sostiene la hipótesis de que la muerte de Anna fue producto de una sobredosis. Sin embargo, la madre está convencida de que su hija fue asesinada. Hoy, una nueva investigación periodística se propuso encontrar las piezas faltantes de este puzle, que mantiene abierta la herida de la muerte de Anna Cook.

Buscando las piezas faltantes

Para el 2 de agosto del 2017, el periodista Rodrigo Fluxá vivía en la intersección de Bilbao con Los Leones, a dos cuadras de la casa donde murió Anna Cook. La noticia le resultó igual de chocante que al resto de la comunidad. Pero cabe recordar que, a pesar de que el fallecimiento de la joven fue en 2017, no fue hasta septiembre del 2019 que su madre decidió hacer públicas sus dudas en torno a lo sucedido a través de su cuenta de Facebook. Desde ese momento, las incongruencias del caso se abrieron para el resto como una caja de pandora, un rompecabezas lleno de espacios en blanco que, hasta el momento, no habían podido llenar.

A Fluxá, lo sucedido a metros de su casa nunca dejó de darle vueltas en la cabeza. “Veía actualizaciones y después, a la gente que acusaban, también la ubicaba de vista. Los había visto alguna vez... Y encontré muy rara la inmovilidad del caso. Pensé ‘por qué nadie está más preocupado de esto’”, recuerda el periodista en conversación con Culto, sentado en un café cercano al metro Salvador.

La primera reacción fue escribir un libro, pero su agenda no lo permitía. Fue entonces que pensó en la periodista Valentina Millán. “La Vale, que en ese tiempo estaba saliendo de periodismo en la Universidad Diego Portales, era DJ. Yo le había editado un reportaje, y le propuse a ella hacer el libro, porque yo no podía. Editárselo y ver que se hacía, porque me interesaba el tema, básicamente. Por ninguna otra razón”.

Anna Cook.
Anna Cook.

Así comenzaron a recolectar entrevistas y a juntarse semanalmente para evaluar los avances. Pero luego llegó el estallido, la pandemia y el confinamiento, por lo que el proyecto quedó pausado por un tiempo. Hasta que Podium lo contactó para ofrecerle la posibilidad de llevar una investigación al formato podcast. “Pensé en que sería bueno darle vida a esto. Teníamos ya un grueso de grabaciones, yo había hecho entrevistas también. Y, además, pensé que sonoramente era súper bueno para el formato. Nació para eso y no me había dado cuenta”, comenta Fluxá.

Trinidad Piriz, directora de la plataforma podcaster, concuerda con el periodista sobre las cualidades sonoras de un caso como este. “No era uno que ya tuviera demasiado conocimiento popular o que ya lo tenían los medios de comunicación, sino que había algo que ir a descubrir. Al ella ser música, era súper interesante porque su medio también era el sonoro, por lo que hacer un podcast y poder oírla hacía mucho sentido”. En ese contexto, las pistas grabadas por Anna jugaron un rol fundamental en la musicalización del programa, que estuvo a cargo de Luciano Correa.

Piriz tenía razón. En el caso de Anna Cook había algo por descubrir, y Fluxá lo intuía. Entre el material que ya tenían reunido y lo que trabajaron pensando en la creación del programa, el equipo formado por él, Millán y el también periodista Sebastián Palma, incluyó más de cien entrevistas y la revisión de cerca de 500 páginas de archivos judiciales. Durante todo el proceso, mantuvieron una comunicación constante con la madre de Anna. El compromiso fue que agotarían todas las instancias para resolver la pregunta que motivó el inicio de la investigación, que da su nombre al podcast, y que, según Fluxá, pudieron contestar con éxito: ¿Quién mató a Anna Cook?

“Hay material, información que no tiene la fiscalía”, afirma el periodista sin entrar en detalles. “Nosotros creemos que se responde la pregunta del podcast. Y a la fiscalía le corresponderá hacer lo que haya que hacer con la información que da el trabajo. Nos hemos entrevistado con ellos varias veces. No hemos trabajado como independientes ni contrario a ellos. Nos hemos reunido tres o cuatro veces y saben también que hay nuevo material. Lo presentamos y ya no es labor del equipo periodístico hacer lo que tenga que hacer el aparato judicial. Pero sí, obviamente la investigación fue larga y encontramos cosas que no sabía la mamá de Anna y cosas que no sabía la fiscalía. Eso nos da una visión más amplia, que es la que nos permite decir que ya no nos quedan dudas sobre lo que pasó”.

El trabajo investigativo de Fluxá es de largo aliento y ha quedado respaldado en piezas periodísticas en formato libro, como Solos en la noche. Zamudio y sus asesinos y Usted sabe quién. Notas sobre el homicidio de Viviana Heager. Este último también fue un caso policial cuya resolución llevó años, y que no dejó conforme a todas las partes.

El periodista ve algunas similitudes entre el caso de Heager y el de Anna Cook. “Se parecen en algo, que es en lo sutil que son los mensajes que entrega el cuerpo”. Y también está de acuerdo en que ambas historias develan falencias en el sistema judicial de nuestro país. “Hay lecciones sobre cómo funciona el sistema judicial, pero también que nosotros, como ciudadanos, tenemos que aprender cómo funciona el sistema judicial para poder exigirle que funcione mejor. Primero debemos entender nosotros cómo funciona, porque si no son como gritos al cielo”.

Es lo que he estado tratando de hacer hace tiempo. Cuando uno explica cómo funciona el sistema judicial, le da armas al lector para exigir uno mejor. Y no solo desde la indignación, que también es importante, sino que desde la sabiduría. Porque si no, el sistema judicial, cuando mira reclamos irracionales, lo que hace es decir que la gente no sabe cómo funciona y que otra cosa es estar adentro. Pero mientras más especializado se hace el material que construimos nosotros, más entiende la audiencia, y mejor es el reclamo al sistema. Y ellos se van a sentir obligados a mejorar”, reflexiona Fluxá.

A su parecer, allí es donde radica una potencial utilidad del boom de los contenidos basados en crímenes reales. “Sería bueno que esta hambre que hay por los true crime, que existe y que tiene una parte muy morbosa, estuviera acompañada también del conocimiento. Porque eso sí generaría algo positivo, que es exigirle mejores cosas al sistema judicial, no solo enojo”. Esto, especialmente en momentos donde la tónica social de la región ha sido exigir un mayor punitivismo, con el caso de El Salvador y las cárceles de Bukele como un ejemplo muy clarificador.

En cuanto al caso de Anna Cook, lo cierto es que hubo una serie de situaciones que bordearon la negligencia, y que terminaron por opacar aún más la reconstrucción de su muerte. Uno de los ejemplos más claros es que la habitación de la joven no fue inspeccionada hasta varias horas después de su deceso, un intervalo en que Raúl Azócar pudo volver a la casa sin ningún impedimento por parte de la policía, bajo la excusa de recoger allí el carnet de Anna para confirmar su identidad. Cuando regresó, lo hizo sin el documento, que luego fue rápidamente encontrado por su madre.

Para Fluxá, es difícil afirmar con certeza si las cosas hubieran sido radicalmente diferentes si se hubiesen hecho de otro modo. Lo que sí suscribe es que, al menos, habría menos dudas. Pero no todo es culpa de la fiscalía, pues las incongruencias de los testigos a la hora de decir qué pasó fueron, en sus palabras, “bien zigzagueantes”. “Tampoco ayudaron, esa es la realidad. Y a lo mejor también estaríamos en otra situación. Es lo que dice la mamá de la Anna siempre, que ha sentido que ellos no han dicho todo lo que saben”.

Entre hitos y homenajes

En agosto de este año, se cumplirán seis años desde la muerte de la joven DJ. Este 2023 llegó cargado de varios hitos en torno al caso: en primer lugar, se consumó la exhumación del cuerpo en febrero, y cuyos posibles hallazgos deberían ser comunicados pronto. Y además del podcast preparado por Podium, también se realizará un homenaje dramático a su memoria.

Cuando se rompa el silencio es el nombre de la obra a cargo de la compañía La Crisis, y que extenderá sus funciones en el Teatro del Puente hasta el 25 de junio. Desde el equipo detrás de la obra –dirigida por Tatiana Baeza-Fariña y Evaluna Valdivieso-, señalan que uno de los objetivos de la propuesta es poner en la palestra su dimensión y sensibilidad artística, donde la música también jugará un rol fundamental.

Para Baeza-Fariña, el caso de la DJ configura a todas luces un crimen de odio. Un sentir que es compartido en gran parte por la comunidad lésbica. “La justicia chilena tiene una deuda histórica con los casos de crímenes de odio, en ese sentido es urgente que aparezcan estos relatos, no solo en su dimensión romántica, sino en su dimensión política que tantas veces ha sido negada. Creo que nuestra sociedad puede avanzar hacia un lugar más justo, pero no tenemos un sistema que sea reflejo de estos cambios paradigmáticos. En la medida que hablemos de esta realidad podemos quizás, comenzar a ser parte de una agenda que como sociedad nos tenemos que hacer cargo”, señala a través de un comunicado.

Por su parte, el podcast de Podium contará con once capítulos, que serán liberados los miércoles de cada semana. Cabe destacar que la modalidad del relato, narrado por dos voces, fue una decisión que buscaba poner en la palestra dos maneras distintas de mirar el caso y que, en su diferencia, se complementan. En el fondo, se trata de un ejercicio que refleja el viaje real de los periodistas a lo largo de la investigación: “A Rodrigo le parecía mucho más honesto relatar el viaje de cómo él le encarga a Valentina investigar el caso de Anna hace mucho tiempo y sus juntas semanales, y cómo esta historia, este puzle policial, también les mostraba una brecha generacional entre ellos. Y lo que significaba el caso para cada uno y la profundidad que tenía dentro de cada uno de ellos, lo que también habla de una sociedad y de distintas generaciones”, explicó Piriz.

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Las entradas para Cuando se rompa el silencio están disponibles a través de Ticketplus, y su valor va entre los 4 mil y 6 mil pesos. Por su parte, el podcast ¿Quién mató a Anna Cook? estará disponible todos los miércoles a través de Spotify y las distintas plataformas digitales.

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