De los excesos a su fugaz romance con Julia Roberts: las duras revelaciones de Matthew Perry en sus memorias

El popular actor de Friends publicó el año pasado un libro titulado Amigos, amantes y aquello tan terrible, con ediciones en inglés y castellano. En el volumen da cuenta sin tapujos de su adicción a las drogas. Además, relata cómo fue su breve pero intensa relación con la actriz.


A fines del año pasado, el mundo pudo conocer de su propia pluma y testimonio cómo el actor Matthew Perry había diseñado su destino. El 1 de noviembre de 2022 se lanzó en Estados Unidos su libro de memorias Friends, Lovers and the Big Terrible Thing, a través de la casa editora Flatiron, el que impactó al mundo por lo descarnado de sus revelaciones y por una serie de episodios que ahora adquieren otro relieve tras su fallecimiento del pasado sábado 28.

Quizás el centro líquido de las memorias, como reveló en diálogo con el señero The New York Times, fue que habla sin tapujos de su adicción a las drogas. El oriundo de Williamstown, Massachusetts, fecha el inicio de su adicción en septiembre de 1994, cuando tenía 24 años y comenzaba a rodar la serie que le dio fama, Friends, donde interpretaba a Chandler Bing. Por entonces, lentamente, el alcohol comenzó a ser una piedra en el zapato.

“Podía manejarlo, más o menos. Pero, a los 34 años, ya estaba metido en un montón de problemas”, admite en el texto. Como suele ocurrir, el problema se reveló en forma de escalada. Al principio se mataba por una cerveza Budweiser y el vino Andrew Baby Duck. Luego pasó al vodka y después ya vino la adicción a los fármacos: analgésicos, como el Vicodin; ansiolíticos y sedantes, como el Xanax y el OxyContin. Y por si fuera poco, remató con la heroína. Ahí llegó al límite, según reveló.

Fingía lesiones en la espalda. Fingía dolores de cabeza por migraña. Tenía ocho médicos trabajando al mismo tiempo. Me despertaba y tenía que tomar 55 Vicodin ese día y averiguar cómo hacerlo. Cuando eres un adicto a las drogas, todo son matemáticas. Voy a este lugar, y necesito tomar tres. Y luego voy a este lugar, y voy a tomar cinco porque voy a estar allí más tiempo. Es agotador, pero tienes que hacerlo o te pones muy, muy enfermo. No lo estaba haciendo para sentirme drogado o para sentirme bien. Ciertamente no era un fiestero. Solo quería sentarme en mi sofá, tomar cinco Vicodin y ver una película. Eso fue el cielo para mí. Ya no lo es”.

La adicción se hizo evidente en su cambio físico, porque en cada temporada subía y bajaba de peso, hasta que decidió que ya había tenido suficiente, y decidió rehabilitarse. “Probablemente, he gastado US$9 millones o algo así tratando de estar sobrio”, estimó.

Fue durante su estadía en un hospital de Los Ángeles, cuando Perry comenzó el siempre terapéutico ejercicio de escribir la historia de su vida. Lejos del lápiz y la libretita, el actor usó la aplicación Notes de su teléfono. “Fue escribir un libro en el que realmente no había pensado antes. Cada vez que me encontraba con algo que realmente no quería compartir, pensaba en las personas a las que ayudaría y eso me mantenía en marcha”. Cuando tuvo 110 páginas, se las mostró a su agente, y este le dijo que siguiera.

Julia

Un capítulo especial que describe Perry, fue la relación que entabló con la connotada actriz Julia Roberts. Ambos se conocieron en el rodaje de un capítulo de Friends, en que la estrella de Pretty woman interpretó a una ex compañera de clases de Chandler Bing.

Perry asegura que desde el momento en que aceptó el rol, Roberts quería estar cerca de él. “A Julia le habían ofrecido el capítulo posterior al Super Bowl en la temporada 2 y solo iba a hacer el papel si estaba en mi historia. Permítanme decirlo de nuevo: ella solo haría el papel si estaba en mi historia. (¿Había tenido un buen año o qué?). Pero primero, tenía que cortejarla”.

Y se la jugó. Perry le mandó -en sus palabras- “tres docenas de rosas” y una nota que decía lo siguiente. “Lo único más emocionante que la perspectiva de que hagas el programa, es que finalmente tengo una excusa para enviarte flores”.

Pero a Roberts no le bastaron las flores. Para dejarse querer, le puso una condición bastante compleja a Perry: “Su respuesta fue que si le explicaba adecuadamente la física cuántica, aceptaría estar en el programa. Guau. En primer lugar, estaba interactuando con la mujer para la que se inventó el lápiz labial, y ahora tengo que revisar libros”.

Lejos de amilanarse, Perry tomó el desafío y comenzó a aprender todo lo relacionado con los sistemas atómicos y subatómicos. Un mundo tórrido, pero que solo el motor de lo que sentía por Roberts le hizo hacer más digerible. Así, cual científico, escribió un artículo.

“Al día siguiente, le envié un artículo sobre la dualidad onda-partícula y el principio de incertidumbre y el entrelazamiento, y solo una parte era metafórica”, relata Perry. Tarda en llegar, y al final, hay recompensa, reza una canción. Y eso fue lo que ocurrió. Roberts le mandó un delicioso regalo: “Bagels, montones, montones de bagels”. Es decir, unos panecillos populares en Nueva York, similares a las donas.

Sin embargo, el enlace entre ambos no duró mucho tiempo. El peso del estrellato de ella fue una carga difícil de sobrellevar para Perry. “Salir con Julia Roberts había sido demasiado para mí”, confesó en el libro. “Había estado constantemente seguro de que ella iba a romper conmigo. ¿Por qué no lo haría? Yo no era suficiente; nunca iba a serlo. Yo estaba roto, torcido, antipático”.

“Entonces, en lugar de enfrentar la inevitable agonía de perderla, rompí con la bella y brillante Julia Roberts. Ella podría haber considerado vivir en los barrios bajos con un chico de la televisión, y el chico de la televisión ahora estaba rompiendo con ella. No pude comenzar a describir la mirada de confusión en su rostro (en ese momento)”.

El libro también tiene una edición en castellano a través de la española editorial Contraluz bajo el título Amigos, amantes y aquello tan terrible. Se encuentra disponible para ser importado a través de Buscalibre.

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