“No estoy preparado para las consecuencias, mi ánimo se ensombrece”: las dramáticas memorias de Michael J. Fox

Ya está disponible en castellano el libro No hay mejor momento que el futuro, editado bajo la española editorial Libros Cúpula, el cuarto libro de memorias del actor canadiense. El volumen es menos un manual del optimismo que un relato pormenorizado de sus años luchando contra el parkinson y los duros momentos que pasó producto de un tumor y una caída.


Los tatuajes a veces dicen mucho. Recientemente, el actor Michael J. Fox se tatuó una tortuga en el interior de su antebrazo derecho, según explica es “un registro visual del poder de la resiliencia”. Y vaya que ha tenido que repetir esa palabra de cuatro sílabas en su trayectoria. No solo por la enfermedad de Parkinson que se le diagnosticó en 1991, también por el tumor en la médula espinal, en 2018.

El testimonio de cómo ha enfrentado ambas vicisitudes ya está disponible en idioma castellano con el título No hay mejor momento que el futuro, bajo la española editorial Libros Cúpula. En sus páginas, el inolvidable Marthy McFly de la saga Volver al futuro cuenta cómo han sido sus años viviendo con las enfermedades y el motivo que lo llevó a retirarse de los sets definitivamente en 2020.

Pero por supuesto, toda persona que recibe un diagnóstico devastador tiende a un bajón, y no fue el caso del actor canadiense, quien se dio al trago una vez que supo del Parkinson cuando estaba en el apogeo de su carrera, justo después de la tercera parte de Volver al futuro.

Parecía que el alcohol se lo llevaba, pero ahí estuvo su esposa Tracy Pollan. “Al final, tras una noche de empinar el codo a lo bestia, me desperté en el sofá y me encontré a Tracy, que me miraba a mí y a la cerveza derramada en la alfombra, junto a mi brazo. Contempló la escena y simplemente me preguntó: ‘¿Esto es lo que quieres de verdad?’. Lo que me hizo cambiar de vida allí mismo y para siempre no fue el enfado de su voz, sino el aburrimiento. Lo que me dio un susto de muerte fue lo harta que estaba de todo aquello”, relata él mismo en el volumen.

El galeno que diagnosticó a Fox le señaló que como máximo podría extender su carrera unos 10 años, cuando tenía 29. El momento crucial fue durante el rodaje de la serie Spin City, en 1998. Ahí ya no pudo seguir disimulando los efectos notorios del Parkinson y decidió revelar lo que hasta entonces era un secreto.

“Mi personaje del teniente de alcalde Michael Flaherty en Spin City no tenía párkinson, de modo que, al final de la segunda temporada, le costaba aparentar que se encontraba sano. Yo me sentía cada vez más preocupado por la posibilidad de que mis espasmos confundieran a los espectadores si estos no estaban al tanto de mi enfermedad, y más incluso por la posibilidad de perderlos como público si llegaban a enterarse”, comenta el actor en el libro.

Pese a haber obtenido tres Globos de Oro y un Emmy por la serie, Fox decidió retirarse de la misma para enfocarse en su enfermedad y en recaudar fondos para los estudios que pudieran dar con la cura. La quietud del tiempo también lo ayudó a dar un giro en la manera en que combinó la enfermedad con el trabajo actoral.

“Descubrí que podía centrarme menos en lo exterior y dejar de intentar ocultar mis síntomas [...]. Me sentía libre para concentrarme en la tarea que cualquier actor, discapacitado o no, debe cumplir: desvelar la vida interior de un personaje. Al poner el énfasis en los aspectos vulnerables de mi personaje y no en los míos, el párkinson podía desaparecer y convertirse en aquello que lo atormentaba”. Desde ahora no habría intentos por ocultar nada.

De esa forma hizo uno de sus roles más recordados, el del doctor Kevin Casey en Scrubs, un obseso a niveles improbables. Luego, se mantuvo en la actuación con papeles secundarios en Boston Legal (2004-2008), Curb Your Enthusiasm (2000), The Good Wife (2010), Rescue me (2009) que le hizo ganar un Emmy en la categoría de Mejor Actor Invitado.

Pero la ciencia no llevó el mismo ritmo que él, y bordeando los dos miles, sus esperanzas para que se encontrara la cura parecían desvanecerse. “Cuando me preguntan si creo que curarán mi párkinson, les digo: ‘Ya tengo 60 años y la ciencia es difícil. Así que no”, confiesa en el volumen.

Michael J. Fox en su rol del doctor Kevin Casey.

Lo que no logró el Parkinson

Y cuando ya no podía pasar nada peor, pasó. En 2018, como decíamos, se le detectó un tumor en la médula espinal, el cual fue extirpado en una cirugía de alta complejidad, lo cual derivó en un duro post operatorio, que le implicó dificultades al moverse. “La operación me ha convertido en alguien dependiente hasta niveles insoportables, y me reboto cada vez que veo una mano acudir a sostenerme, sobre todo cuando me parece que no la necesito. Cada vez que voy al aseo me siento vigilado como un recién nacido en su hora del baño, y lo que empieza siendo un simple mascullar no tarda en convertirse en una queja airada”, relata.

Pese a refunfuñar, Fox ya había publicado tres libros de memorias (Lucky Man, Always Looking Up y A Funny Thing Happened on the Way to the Future) donde se había manifestado optimista ante la vida. Pero literalmente fue un tropezón el que lo hizo oscurecer. En agosto del 2018, después de la operación, y debido a las dificultades motoras que sufría, Fox se cayó en la cocina de su casa y se fracturó el brazo. Era un hombre debilitado.

Para curarse, debió ser sometido a una intervención donde se le colocaron 19 tornillos y una placa. Por supuesto, comenzó a cuestionarse el concepto del optimismo que, convencido, había predicado por el mundo. “Tuve este tipo de crisis de conciencia. Pensé, ¿qué le he estado diciendo a la gente? Le digo a la gente que todo va a estar bien, ¡y podría apestar!”.

Michael J. Fox en su rol de The good wife.

La fractura no solo le quebró el brazo, también el espíritu, y reconoce en el libro que de alguna forma se vio desbordado por el accidente. “Aunque parezca contradictorio, me resulta más fácil aceptar el Parkinson y mis problemas de médula que mi fractura de húmero. Los dos primeros llevan años conmigo y se han ido apoderando de mí, letal e insidiosamente. En cambio, lo del brazo, ha sido repentino, como una explosión. Un cataclismo. No estoy preparado para las consecuencias. Mi ánimo se ensombrece”.

Pero lo malo no dura para siempre, de a poco, Fox comenzó a recuperar el ánimo y a tomar decisiones. Una de ellas, en 2020, la de retirarse de la actuación. Mientras grababa la secuela de The good wife, se dio cuenta que ya no era lo mismo. Su cuerpo había cambiado. Ahí tomó la decisión.

“Mi creciente dificultad para memorizar y verbalizar las palabras es solamente una gota entre tantas que van llenando el vaso. Mis lapsus de memoria obedecen a un motivo, sea la edad, los problemas cognitivos derivados de mi enfermedad, la distracción que provoca el alud de sensaciones del párkinson o la falta de ellas provocada por el tumor de mi médula, pero me conformo con interpretarlos como un indicador. Todo tiene su momento, y mi tiempo de trabajar doce horas diarias y memorizar siete páginas de diálogos ha quedado atrás. Al menos por ahora”.

Acaso como una terapia de amor intensiva, buscó en la escritura la manera de salir adelante. Con su equipo de asistentes alquiló una oficina y se puso a trabajar en su cuarto libro de memorias, donde adopta un tono más reflexivo. Para ello, adoptó un método particular. “La letra de Michael nunca ha sido buena. Entonces él habla y yo escribo. No soy su escritor fantasma o coguionista. Él es el escritor de este libro”, comentó Nelle Fortenberry, su asistente. Con su ayuda pudo dar forma a este volumen.

No hay mejor momento que el futuro, se puede adquirir desde Chile a través de la plataforma Buscalibre, en formato físico, además se encuentra en ebook en la web de editorial Planeta.

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