Desde hace algunos años, y tras una destacada carrera como artista y arquitecto, Vittorio Di Girolamo se había volcado a compartir con los suyos. “Estaba dedicado a la familia, a sus nietos y a sus bisnietos”, indica a Culto Francesca Di Girolamo, la quinta de sus seis hijos junto a su esposa, Marta Armanet Besa.
Su fallecimiento se produjo a los 95 años en Santiago, rodeado de su círculo más íntimo y sin presentar síntomas de una enfermedad. “No estaba enfermo, se durmió. Se murió así: sin hacer ruido, sin molestar a nadie”, señala ella.
Nacido en 1928 en Italia, estudió Bellas Artes y Arquitectura en la Universidad de Roma, antes de migrar a Chile en 1948 junto a sus padres, Giulio Di Girolamo y Elvira Carlini, y sus hermanos, Paolo y Claudio.
A modo de encontrar una vía para subsistir, su progenitor, pintor de profesión, formó la Academia Di Girolamo, donde Vittorio hizo sus primeras armas como profesor. Se desempeñó como tal en la Universidad Católica, en la Universidad Adolfo Ibáñez y en la Universidad de Talca, entre otros planteles del país.
Se destacaría como un estudioso del Renacimiento, un período que le despertaba especial fascinación, junto a la Bauhaus, otra corriente que animaba su curiosidad. Más tarde también sería reconocido como pintor, diseñador gráfico y creador de cine y TV. También se desempeñó como director de la revista Mampato entre 1974 y 1975. Pese a su amplio y variado recorrido fuera del aula, a él le gustaba la idea de ser recordado como docente.
“Una vez le pregunté: ‘papá, el día que tú te mueras, ¿qué te gustaría que dijéramos de ti? ¿Cómo te gustaría ser recordado?’ Me dijo: ‘como un gran profesor’”, explica Francesca Di Girolamo.
Vittorio Di Girolamo fue multifacético en sus intereses artísticos –también era hincha acérrimo de Colo-Colo y la Juventus– y cultivaba lazos con personas de ideologías diversas. Su familia recuerda que entre sus amistades estaban el cineasta italiano Roberto Rossellini, el periodista Augusto “Perro” Olivares y Jaime Guzmán.
“Yo soy amigo de todos, desde el comunista hasta el nacionalista (…) La ciudad existe solamente cuando los hombres dialogan, cuando son amigos, cuando se quieren. Me parece a mí que los chilenos tienen la gran tarea de construir la ciudad”, decía en una entrevista que le realizaron en televisión.
Pese a que llegó a nuestro país a los 21 años, nunca adquirió la nacionalidad chilena. Él nunca quiso renunciar a ser italiano y, por otro lado, no se le otorgó la nacionalidad por gracia.
Dos de sus trabajos audiovisuales más logrados fueron documentales sobre figuras renacentistas: Leonardo Lui, serie acerca de Leonardo da Vinci, y Michelangelo secreto, largometraje sobre Miguel Ángel.