Bélgica 2-0 Inglaterra

Bélgica: T. Courtois; T. Alderweireld; V. Kompany, J. Vertonghen; T. Meunier, Y. Tielemans (78', M. Dembelé), A. Witsel, N. Chadli (39', T. Vermaelen); K. De Bruyne, E. Hazard; R. Lukaku (60', D. Mertens). DT: R. Martínez.

Inglaterra: J. Pickord; P. Jones, J. Stones, H. Maguire; E. Dier; K. Trippier, R. Loftus-Cheek (84', D. Alli), F. Delph, D. Rose (46', J. Lingard); H. Jane, R. Sterling (46', M. Rashford). DT: G. Southgate.

Goles: 1-0, 4', Meunier, apareciendo solo en plena área chica tras centro cruzado de Chadli; 2-0, 82', Hazard, definiendo al primer palo tras ingresar al área sin marca.

Árbitro: A. Faghani (IRA). Amonestó a Witsel (B); Maguire, Stones (I).

Estadio: Estadio de San Petersburgo. Asistieron 64.406 espectadores.

Le alcanzó con poco. Bélgica se impuso a Inglaterra e hizo historia. Se queda con el tercer lugar del Mundial, su mejor ubicación de todos los tiempos en el certamen planetario, y cierra su participación en éste con buenas sensaciones. El cuadro belga pasó por Rusia y dejó su huella. Confirmó su madurez, exhibió su jerarquía y se ratificó como uno de los equipos más fuertes de la actualidad. En el duelo por el bronce, manejó los tiempos, sometió a una timorata y casi displicente Inglaterra, y finalizó su incursión mundialista con una victoria.

Fue un partido de ritmo cansino. Amargo, por su contexto. De trámite para ambos equipos. Bélgica apuró apenas en el inicio y con eso fue suficiente. Un buen pase filtrado de Lukaku para Chadli, que centró a la carrera para propiciar la aparición en solitario de Meunier para abrir la cuenta, terminó siendo la jugada clave del encuentro. Se jugaban recién cuatro minutos y los de Roberto Martínez ya estaban en ventaja. Sencillo. Como les fue luego manejar el encuentro.

Eden Hazard regaló una última exhibición. El del Chelsea controló la pelota, organizó el juego e intentó el desequilibrio. Impredecible en el uno contra uno, fue otra vez el más destacado de los belgas. Protagonista de la mayoría de las acciones, no logró materializar su influencia con una ventaja más holgada. Conforme avanzó el reloj, además, los Diablo Rojos retrocedieron y le regalaron la cancha al cuadro inglés que, pese a hacerse con el control del balón, careció de profundidad, contundencia y voluntad para ir a buscar mejor suerte.

El partido entró, entonces, en un peligroso espiral de desidia. El desgano parecía evidente y Bélgica se paró bien cerca de su área para intentar cerrarlo de contragolpe. Así transcurrió el final de la primera mitad y casi todo el complemento. Con el toque insípido británico y la impecable organización defensiva belga. Con De Bruyne, Tielemans y Meunier causando estragos con su velocidad en la transición defensiva-ofensiva, con Hazard aclarando cualquier panorama y con Lukaku fallando una y otra vez frente a Pickford.

Los belgas repitieron la fórmula incansablemente y encontraron premio. Empujaron hasta que Hazard logró al fin entrar al área sin marca. Gol y sentencia. Para confirmar su supremacía y para irse del Mundial con una sonrisa.

Tercer lugar y premio de consuelo. Bélgica se despide más que dignamente. Dejando el recuerdo imborrable de una participación histórica, ratificando su presente e ilusionado con un futuro promisorio. Pueden soñar. Cuatro años pasan rápido. Hazard y los suyos sorprendieron al mundo y dicen adiós con la frente en alto. De sorpresa a realidad.