Fue Butragueño, leyenda del madridismo, el que en 2005 alcanzó a definirlo: "Florentino es un ser superior". Un aseveración llamativa cuando Pérez estaba a punto de dar por concluido su primer mandato, rotunda, que, mirada con perspectiva, no estaba tan lejos de la realidad.

Nacido en Madrid el 8 de marzo de 1947, Florentino Eduardo Pérez Rodríguez (71) comenzó a forjar su fama de Rey Midas de los negocios mucho antes de ganar sus primeras elecciones a la presidencia de la Casa Blanca. Se había formado como ingeniero de caminos; había incursionado en la política (en las filas de la UCD, el partido que gobernó en España la transición de la dictadura a la democracia); y acababa de convertirse en director de la empresa ACS, uno de los grupos de construcción más poderosos y boyantes del planeta, nacido de la quiebra. De manera que, llegado el año 2000, al prometedor empresario le faltaba sólo un proyecto ilusionante para encaramarse a la testera del equipo de sus amores, tras haber fracasado en su primera postulación cuatro años antes.

Su promesa electoral fue el principal referente del archirrival Barça, Luis Figo, quien terminó aterrizando en Chamartín previo pago de una cláusula de 60 millones de euros. Fue el inicio de un mandato que dura hasta hoy (interrumpido de 2006 a 2009) y caracterizado por una política expansionista del club como marca y por un crecimiento económico sin precedentes amparado en una lógica mucho más empresarial que deportiva.

Y es que si en algo ha sido pionero Florentino Pérez en sus 15 años al mando, es en convertir en lucrativa la explotación de los derechos de imagen de los jugadores. Así se sufragó el fichaje de Figo, y así llegaron después Zidane, Ronaldo y Beckham; y más tarde Cristiano, Bale y James. Y tras ellos tantos otros. Nadie se le resistió. Futbolistas para llenar una galaxia entera. Y para convertir un equipo de fútbol popular en una megaempresa de marketing deportivo plagada de títulos y nebulosa.

Pero el crédito de Pérez, el responsable de sanear también la deuda histórica del club en una operación largamente cuestionada, parece hoy ilimitado. Consiguiendo la recalificación de los terrenos de la ciudad deportiva del equipo para su uso urbano, y multiplicando su valor de venta, el Madrid acabó de un plumazo con su déficit económico a comienzos de siglo. Otro gran golpe de efecto de Florentino, un presidente que ha vuelto a convertir el palco del Bernabéu en una pasarela de autoridades y celebridades de las comunicaciones, la política y los negocios. Un microuniverso hecho a medida en el que convergen personalidades procedentes de todos sus mundos, actores del imperio diversificado y global de una de las diez mayores fortunas de España.

El exitoso hombre que con su grupo ACS presente en mercados de EE.UU, Europa, Sudamérica Australia y el sudeste asiático; y su club coronado tricampeón de Europa; no pudo aguardar al término del Mundial para anunciar la contratación rimbombante del técnico de la selección española. Un golpe de autoridad que terminó por fracturar a un país entero.