La Copa Asiática 2019 marca un punto de inflexión para el país organizador de la próxima Copa del Mundo. La selección de Qatar dio el batacazo y se quedó con el trofeo tras imponerse a Japón, una de las potencias del continente. Un triunfo logrado de manera invicta, ganando los siete partidos que disputaron (apenas un gol en contra), que les permitió subir 38 puestos en el ranking FIFA (marchan 55º, el lugar más alto desde 1993) y principalmente coronar con algo tangible un proyecto que tiene varios matices, con el afán de potenciar al deporte rey de cara al Mundial. Hay muchas razones que explican esto.

"Este es un paso más para continuar desarrollando el equipo. Estaremos listos en 2022 para representar a Qatar con un equipo realmente competitivo en la Copa del Mundo", afirmó el español Félix Sánchez Bas, el artífice de este despegue, luego de levantar la copa el pasado 1 de febrero, el día del renacimiento de una nueva selección, que estará en la Copa América como invitada. Es una costumbre para selecciones de Medio Oriente fichar a técnicos extranjeros (desde 2004 a la fecha solo un local ha dirigido a los Marrones), con la atracción de sus petrodólares, pero la diferencia con el caso del hispano es el proyecto a largo plazo que ha encabezado, dirigiendo a esta generación desde que eran pequeños.

La Academia Aspire, fundada en 2004, es el centro de formación no solo del fútbol, sino que del deporte qatarí. Sánchez, quien llegó en 2006, entrenó a muchos seleccionados desde que tenían nueve años. Los tuvo más adelante en selecciones juveniles (el DT pasó por la Sub 19, Sub 20 y Sub 23 antes de recalar en la adulta) y llevó al país a ganar su primer título importante: el campeonato asiático Sub 19 de 2014, en Myanmar. Cuatro años después, fueron terceros del torneo asiático Sub 23.

El trabajo de Sánchez ha significado un importante cambio generacional en el seleccionado. En la Copa Asiática, los qataríes presentaron el cuarto equipo más joven de la competición. Su figura en la cita fue el delantero Almoez Ali, de 22 años, quien anotó nueve tantos, erigiéndose como el artillero máximo. Fue galardonado como el mejor jugador del torneo. "Estoy muy orgulloso de trabajar con el entrenador. He estado con él durante nueve años. Es muy inteligente", dijo Ali sobre su DT, al que comparó con el mismísimo Pep Guardiola.

Sin extranjeros

La selección de fútbol de Qatar presenta la antítesis del resto de los elencos de deportes colectivos de la nación, si de presencia foránea se trata.

Solo 16 de los 39 atletas que representaron al país en los Juegos Olímpicos de Río 2016 eran "locales". Su equipo de balonmano tuvo a cubanos y a croatas, mientras que brasileños los representaron en vóleibol. A su vez, corrieron por su bandera atletas de Sudán y contaron con chinos para el tenis de mesa. En síntesis, 23 deportistas de 17 países distintos fueron reclutados por la nación petrolera para ser parte de su delegación olímpica.

En el fútbol no pasa eso, por lo menos en la actualidad. Si otrora la nacionalización fue común (el uruguayo naturalizado Sebastián Soria es el futbolista con más presencias y más goles en el seleccionado), hoy es el talento local el sustento principal del campeón asiático. Aunque tiene a seis jugadores nacidos en el exterior, solo dos no crecieron en el país. Uno de ellos es el portugués Pedro Correia.

El crecimiento de esta selección la ubica en una dimensión distinta de cara a la Copa América, desafío que tiene en junio. Comparten el grupo B con Argentina, Colombia y Paraguay. De todas formas, no son candidatos respecto a sus rivales de zona. "No esperamos obtener resultados, solo aprender porque después de la Copa del Mundo, la Copa América es una de las mayores competencias", declaró Almoez Ali.

Si en 2017 estaban ubicados 102º en el ranking FIFA, hoy están 47 puestos más arriba. El trabajo de Qatar está dando frutos.