Palestino logró su primer triunfo del torneo infligiendo a Colo Colo su primera derrota. Al tercer round, Cavalieri consiguió enviar a la lona a Guede el día en que el Pájaro voló más alto que Paredes.

Sorprendieron de partida los dos técnicos en su presentación sobre el césped del Nacional. Cavalieri modificando por tercer encuentro consecutivo el dibujo táctico de su equipo, y Guede dejando en la banca a Esteban Paredes, el hombre de los 196 goles en Primera. Pero el experimento, al menos durante el primer período, no terminó de resultarle a ninguno.

Es cierto que estuvo más cerca del gol el cuadro árabe durante la primera fracción. Matías Campos, por partida doble; Rosende, en jugada ensayada a la salida de un córner; y Ribery Muñoz, que mandó al limbo con una pésima definición la más clara de Palestino, rondaron el tanto, beneficiándose, en parte, de la condescendencia inicial de los futbolistas del Cacique.

Con una línea de tres en el fondo y un centro del campo superpoblado, logró por momentos el elenco tetracolor entorpecer la salida limpia de su adversario y generar peligro al contragolpe. Pero no supo aprovecharlo.

Colo Colo, por su parte, debió encomendarse al descaro de Véjar por la izquierda y a los disparos de media distancia de Orellana para tratar de disimular la versión más mundana de Valdivia y la menos gravitante de Pajarito. En el balance final salió perdiendo.

Bien pudo, eso sí, marcharse al descanso con ventaja, pero el remate franco de Orellana, un tanto forzado, se estrelló inexplicablemente en el poste de la meta defendida por Pérez cuando agonizaba el primer tiempo. Fue entonces, en el momento exacto en que Bascuñán mandó a los jugadores a camarines, que Pablo Guede decidió dejarse de experimentos. Y envió a la cancha a Paredes en detrimento de Villanueva porque siempre es más fácil ganar la batalla con un tanque que con toda tu infantería ligera.

Inició con ganas el oriundo de Cerro Navia el nuevo capítulo de su particular lucha por dar caza al récord de Chamaco, asistiendo con ventaja a un Orellana sobrado de maneras e intenciones pero definitivamente peleado con el gol. Algo que nosuele sucederle al Pájaro Gutiérrez, que necesitó 57 minutos para poner por delante a su equipo en el marcador. Lo hizo tras una gran asistencia al corazón del área de Cortés. Y con el beneplácito de una zaga colocolina que no pudo tirar peor el fuera de juego. La definición del veterano goleador de 34 primaveras, con clase, con sutileza, es para ver repetida una y mil veces.

El golpe de nocaut de Cavalieri ante su ex jefe parecía al fin inminente. Hasta que apareció Paredes, el insaciable máximo goleador del torneo (que suma ya seis tantos en sólo tres cotejos), el verdugo conocido, el bombero de siempre. Rivero, que acababa de entrar al campo, ganó su lucha cuerpo a cuerpo con Pérez (que salió a buscar la pelota muy lejos de su arco). Y Paredes hizo el resto. Su gol número 197.

Ingresó el encuentro con el empate provisional en el terreno de la anarquía, a la que contribuyó, dicho sea de paso, Bascuñán, sacándose de la manga seis minutos de tiempo añadido. Pero cuando el escenario parecía el ideal para un depredador como Paredes, el Pájaro volvió a alzar el vuelo asestando una estocada definitiva al partido, beneficiándose de la horrible salida de Orión y definiendo después con sangre fría. Y el pueblo árabe pudo festejar sobre la bocina su primer triunfo en el torneo.