Muy temprano comenzó la era de Mario Salas en Colo Colo. A las 8 de la mañana, el DT ya estaba en las dependencias del Monumental, para desarrollar una serie de reuniones con el director deportivo Marcelo Espina, con el objetivo de tomar definiciones de cara a esta temporada.

El entrenador se mostró entusiasmado en su primer día. No quería perderse detalle de nada de lo que implica la vida diaria en el recinto de Macul.

Por la mañana, se reunió con su gran amigo Marcelo Espina, de quien fue ayudante en Everton y Unión, y quien además es el encargado de la política de fichajes. De hecho, una de las directrices trazadas por la oficina técnica del club apunta al rejuvenecimiento del plantel. Es decir, no contratar figuras de edad avanzada y desprenderse de algunos jugadores experimentados,

Antes de la práctica, Gabriel Ruiz Tagle presentó a Salas en el camarín. Ahí el DT dio un discurso de 10 minutos. Además, se juntó con los trabajadores de la institución, ya que le interesa conocer la realidad de los funcionarios.

Antes de comenzar la sesión, Salas realizó una charla en la cancha con todo el plantel. Solo se ausentó Jorge Valdivia, quien pidió autorización para sumarse hoy, luego de tener problemas con el vuelo que lo traería a Chile desde Estados Unidos, donde hace varios días se encontraba de vacaciones junto con su familia.

El técnico albo, en todo momento, se mostró muy motivador durante su primer encuentro con el plantel. "¡Bieeeen, Branco!", le gritó a Provoste tras una buena jugada. Además, dejaba en claro su intensidad en cada movimiento. Cuando salía el balón, apuraba a sus dirigidos para continuar rápidamente con el ejercicio y además puso énfasis a los remates de media distancia.

Hacia el final, también tuvo un breve intercambio de palabras con Jaime Valdés, en el que el entrenador le puso la mano en el hombro. El breve cónclave terminó con algunas risas de ambos protagonistas.

La emoción se trasladó hacia el final de la jornada, cuando el estratega entregó un nuevo discurso. El principal detalle fue que los jugadores se abrazaron mientras rodeaban en un círculo al técnico, quien se puso al medio y habló dando vueltas para mirarlos a todos.

La arenga terminó con un grito (newen), muy a la usanza del rugby, deporte que cobijó al viñamarino en su juventud y del que siempre ha rescatado elementos relacionados con el compañerismo y la solidaridad.

Al finalizar la práctica, que se extendió por casi dos horas, los jugadores se retiraron en silencio. Salas, pasadas las 20.00, abandonó el estadio. Eso sí, atendió brevemente a los reporteros que esperaban a la salida y se dio tiempo de bromear con el grito final de su charla. Además, aprovechó de firmar camisetas a los niños que llegaron a hacer la vigilia a Macul.

Con el semblante muy alegre, el Comandante culminó su primer día de entrenamiento en el equipo que siempre soñó dirigir. Lo hizo satisfecho y con la convicción de alguien que busca quedar en la historia alba.

Los próximos días serán clave en materia de incorporaciones y también de partidas. Salas deberá fijar sus lineamientos para encarar la temporada, donde tiene la obligación de pelear por el título y, al menos, lograr la clasificación a la Copa Libertadores 2020.