"Nunca me quise ir de acá, siempre me mantuve trabajando y siempre con las ganas de seguir mejorando y ganar una oportunidad". Así resumía Ángelo Henríquez su sentir tras el clásico universitario del domingo, donde le dio el empate a su querida Universidad de Chile. Para que esa oportunidad llegara, eso sí, mucho tuvo que suceder. Una a una las cosas se fueron alineando en pos de un Henríquez que arranca una semana feliz, como hace tiempo no lo hacía.

Pasa que en el receso del torneo, Azul Azul tenía decidido buscarle un nuevo destino al delantero. Su bajo nivel en el retorno a la tienda laica y su alto salario lo habían condenado. Él, sin embargo, no estaba dispuesto. Se sentía en deuda y quería demostrar que aún podía ser ese delantero que encandiló a todos en 2012. Directa e indirectamente le dijo a la dirigencia que su deseo era permanecer ahí, a pesar de que Alfredo Arias lo tenía considerado como el sexto delantero.

En medio de eso, el ex Dínamo Zagreb tomó una decisión y comenzó a trabajar por su cuenta con Ricardo Roach, exatleta chileno que a finales de la década de los 90 dominó a nivel local y regional, junto a Sebastián Keitel, las pruebas de velocidad. Y ahí todo comenzó a cambiar.

Ése era el trabajo silencioso de Henríquez, quien en sus ratos libres fortalecía el físico junto al exatleta. En las prácticas, además, siempre es uno de los primeros en llegar. Y también uno de los últimos en irse, según apuntan conocedores del día a día del club azul. De todas formas, Henríquez siente que aún puede seguir mejorando el aspecto físico.

Encima, Arias era cesado de sus funciones y Hernán Caputto tomaba las riendas del equipo. A poco andar del semestre, Ángelo y sus compañeros arrancaban de cero. No habían titulares, preferidos ni suplentes.

Así, en las primeras dos jornadas que dirigió Caputto, el atacante fue al banco de suplentes. Y si bien no ingresó, en él ya había un cambio de ánimo por sentirse otra vez parte. Por el mero hecho de ser tenido en cuenta. En los entrenamientos, cuentan en el mismo CDA, se le veía notoriamente mejor. "Hace tres o cuatro semanas viene entrenando muy bien. No es que antes lo haya hecho mal, pero se le ve llegando antes, entregando ese poquito más", revelaba antes del clásico Matías Rodríguez.

Y es que justamente ese fue otro de los factores que se sumó en favor de Henríquez. El otro, claro, que Marcos Riquelme, el refuerzo contratado para aportar los goles, no ha logrado festejar. Y así, Caputto tomó la decisión de alinearlo ante Universidad Católica.

Gritar con todo

A los 67 minutos Gohan convirtió el 1-1 en una jugada que recordó sus mejores momentos goleadores, al anticipar a la defensa cruzada un pivoteo de Lucas Aveldaño. El gol lo gritó con todo. Era un desahogo necesario. Para el equipo, pero sobre todo para él.

Así puso fin a casi 10 meses sin festejos por el torneo nacional, que es donde la U más lo necesita. En la Copa Chile sí había marcado, aunque de ese 12 de junio también había transcurrido largo rato. Con el del fin de semana llegó a seis tantos en este retorno a Chile y 21 en total desde que tuvo ese explosivo debut por los azules y que el fin de semana logró hacer recordar.