Columna de Beatriz Mella y Camila Leigh: Adultos mayores en la ciudad



El último estudio presentado por la Corporación Ciudades junto a Caminatas Paso a Paso reveló una preocupante pero conocida verdad, Santiago no está preparado para la movilidad y el bienestar de uno de los grupos demográficos más vulnerables, y que además está en constante crecimiento: los adultos mayores. El estudio destaca el difícil acceso a áreas verdes y de recreación, hospitales, comercio y transporte público, que son elementos fundamentales para funcionamiento cotidiano en la ciudad.

Aun cuando la proximidad es relevante, también las condiciones físicas de veredas y del espacio público que permite acceder a estas actividades es un desafío especialmente grande para este grupo de la población. La cualidad de la calle y de los entornos urbanos hace a este grupo mucho más vulnerable. Es importante además considerar la perspectiva territorial, las soluciones que se pueden implementar en Arica no serán las mismas que funcionen en Puerto Montt. En ciudades como Valparaíso, por ejemplo, se vuelve crucial considerar la pendiente de las calles y la proximidad a servicios esenciales para minimizar las barreras físicas que limitan la movilidad.

Investigaciones adicionales indican que la configuración del entorno urbano puede tener profundos efectos en la movilidad de los adultos mayores. Un estudio reciente (Pan, Dong & Huang, 2024) señaló que las áreas con infraestructuras adecuadas, como pavimentos antideslizantes y sin obstáculos, significativamente mejoran la capacidad de los adultos mayores para realizar caminatas más largas y seguras.

Algunas referencias de países como China, Japón y Singapur, que tienen una tendencia de población a envejecer, muestran que hay ciertas acciones concretas que pueden considerarse en las cercanías de estos espacios funcionales de la ciudad como estaciones de metro, áreas verdes y sectores comerciales. Estos estudios destacan que el diseño de ciudades densas y de uso mixto, con zonas ampliamente accesibles y seguras para peatones, favorece especialmente a los adultos mayores, quienes se benefician de entornos que promueven la inclusividad y facilitan el acceso a servicios esenciales.

La generación de entornos urbanos densos, de uso mixto y con un amplio refuerzo a la peatonalidad, favorece una inclusividad en las funciones de la ciudad para el grupo de adultos mayores. Por otro lado, ciertas reformas específicas al diseño de los espacios peatonales, como disminuir la presencia de obstáculos en las veredas o utilizar pavimento antideslizante y uniforme, pueden ayudar a prevenir tropiezos. Aumentar la presencia de bancas y áreas de descanso en sectores con mayor actividad peatonal, aumentar la seguridad de los cruces peatonales a través de una efectiva demarcación y aumentar la duración de los semáforos en cruces de calles vehiculares, son algunas medidas que pueden colaborar con la presencia de adultos mayores en las calles.

En complemento, estudios sobre la salud autoevaluada de los adultos mayores en diferentes tamaños de ciudades sugieren que la infraestructura urbana y los servicios de salud deben escalarse adecuadamente para acomodar el creciente número de este grupo poblacional. Esto es crucial para garantizar que las ciudades no solo crezcan en tamaño, sino también en capacidad para soportar una vida saludable y activa para los adultos mayores.

Se ha demostrado que una movilidad activa cotidiana en adultos mayores reduce los riesgos asociados a enfermedades crónicas, depresión, enfermedades cardiovasculares, diabetes, presión arterial, reducción de la obesidad, reduce el cáncer y la mortalidad. En adultos mayores, los beneficios de moverse cotidianamente por la ciudad a través de la caminata (o incluso la bicicleta) impactan en el incremento de la masa muscular, reducción de las fracturas, reducen demencia y el Alzheimer, y previene el deterioro cognitivo y discapacidad. Conjuntamente, la movilidad activa en adultos mayores trae beneficios sociales, ya que aumentan sus interacciones diarias en espacios colectivos. Esto tiene un efecto en la reducción de niveles de depresión, una de las enfermedades de salud mental más habituales en este segmento de la población.

En base a estos hallazgos y reflexiones, el llamado es a adoptar un enfoque más integral y centrado en el ser humano para el diseño urbano, que no solo considere la accesibilidad, sino que promueva activamente la salud y el bienestar de la población. Adoptar y adaptar mejores prácticas globales en urbanismo puede facilitar una mejor calidad de vida para nuestros adultos mayores, permitiéndoles no solo vivir, sino prosperar en el entorno urbano. Es hora de que las políticas urbanas reflejen esta necesidad creciente y se comprometan no solo a hacer accesible la ciudad, sino a hacerla un lugar más saludable y vivible para todos.

Por Beatriz Mella y Camila Leigh, investigadoras Centro CIUDHAD, Universidad Andrés Bello

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.