SEÑOR DIRECTOR:
Empezamos 2024, nuevo año de elecciones. Aunque falta, los partidos políticos ya comienzan a prepararse. Es de esperar que, con voto obligatorio esta vez, sepan despertar el interés de los votantes, especialmente en los más jóvenes, para que puedan informarse y participar responsablemente.
Sin embargo, los ciudadanos que elegimos a las autoridades del Estado de acuerdo con las pautas democráticas que nos rigen y respetamos, no somos en buena medida finalmente responsables de la esperable correcta y mejor marcha del país. En efecto, los electores quedamos sometidos principalmente a los candidatos que nos proponen los partidos, salvo algunos independientes. Estos, desgraciadamente como nos lo demuestra la experiencia en muchísimos casos, no reúnen las condiciones, muchas veces mínimas, para llevar a buen puerto lo que se podría esperar de ellos y ni siquiera las propuestas y realizaciones que anuncian.
¿Dónde están las personas preparadas, comprometidas con los valores y el bien común, con experiencia y trayectorias probadas en diferentes campos y etapas de su vida, los líderes que pueden aportarle al país más allá de sus legítimas posturas y tienen conocimiento de lo público, los que convencen e impresionan por su temple?
Obligados a concurrir a las urnas, muchos electores terminan votando en blanco o anulando, desmotivados, o por el que se cree es el mal menor. Y ello es lo peor que puede pasarle al país si queremos que la Política –así, en mayúsculas, puesto que debiera ser la más noble de las actividades humanas según Aristóteles– nos represente y guie nuestro actuar ciudadano, construyendo una nación como la que conocimos hace ya unos años y hoy anhelamos y soñamos.
Patricio Gross
Arquitecto
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