Columna de Alejandra Sepúlveda: Todos los caminos llegan al cuidado



En el apogeo del Imperio Romano, todas las redes de caminos creadas para conectar el inmenso territorio dominado conducían, desde cualquier punto geográfico, a la capital. De ahí la expresión “todos los caminos llegan a Roma”, que hoy sigue usándose para poner acento en causas y acciones que confluyen en un mismo asunto.

Si aplicamos esta máxima a los desafíos de género, claramente “todos los caminos llegan al cuidado”. Las desigualdades estructurales que afectan a las mujeres en su ciclo de vida deben abordarse en serio, considerando la corresponsabilidad social y parental y, por tanto, la distribución equitativa de derechos y deberes vinculados a esta labor. Es el punto de llegada para resolver los nudos que impiden a las mujeres avanzar en su autonomía económica, tal como ellas reconocen generación tras generación (Informe GET, ComunidadMujer).

Para superar las barreras persistentes, sin duda, hay que poner peldaños. En ese sentido, el proyecto de ley que reduce la jornada laboral a 40 horas con gradualidad, recién aprobado en la Comisión de Trabajo del Senado, trae buenas noticias. Por ejemplo, que madres y padres de menores de 12 años puedan tener un inicio y cierre de jornada adaptable en hasta dos horas para fomentar la corresponsabilidad parental.

Aun así, las políticas orientadas a reducir y flexibilizar la jornada son necesarias, pero no son suficientes para avanzar en igualdad, sobre todo al considerar el tiempo de trabajo no remunerado, que se vincula con roles tradicionales de género. Por tanto, las medidas de conciliación trabajo-familia deben ser complementadas con otras que promuevan activamente la corresponsabilidad de los cuidados. Porque los padres y el Estado, hasta ahora, siguen bastante ausentes de la ecuación.

Entre las regulaciones laborales que apuntan en esa dirección, está la postergada reforma al artículo 203 del Código del Trabajo, que obliga a las empresas con 20 o más trabajadoras a pagar sala cuna a sus hijos menores de 2 años. Esta norma se traduce en mayores costos laborales asociados solo a mujeres y en una de las principales discriminaciones para su acceso, permanencia y equidad salarial. ¡Desde 1997 que se discuten iniciativas al respecto en el Congreso! Es hora de abordar esta reforma hasta su total despacho.

Y no olvidemos que están los adultos mayores y personas dependientes. De ahí la importancia de que el derecho a los cuidados sea incorporado al borrador de una nueva Constitución, para habilitar un sistema nacional de cuidados progresivo en su universalidad que pueda brindar protección en las distintas etapas de la vida.

Por último, será crucial una reforma previsional con perspectiva de género, para equiparar las discriminaciones -directas e indirectas- que experimentan ellas en el sistema actual debido al cálculo de pensiones con tablas de mortalidad diferenciadas según sexo y la exclusión de quienes se dedican a labores de cuidados no remuneradas, entre otros. Como ven, ¡todos los caminos llegan al cuidado!

Por Alejandra Sepúlveda, presidenta ejecutiva de ComunidadMujer

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