Columna de Carlos Ominami: Diálogo por la paz en el Medio Oriente

Israel, Palestina


Aunque Chile está geográficamente alejado de esa zona, afectivamente nos resulta cercana. Por de pronto, Chile alberga a una gran comunidad palestina, la más grande fuera del Medio Oriente y a una comunidad judía más pequeña pero también significativa. La forma como se enfrente aquí este drama no es irrelevante, tiene importancia. Somos, además, un país que ha recibido una gran solidaridad internacional. No podemos permanecer impávidos.

Esta fue la motivación del Primer Diálogo por La Paz en el Medio Oriente del pasado 15 de mayo convocado por el Foro Permanente de Política Exterior y la Fundación Chile21. Basada en una condena inapelable al atentado perpetrado por Hamas el 7 de octubre y la brutal respuesta del gobierno de Israel, esta iniciativa busca aportar a una salida pacífica basada en el reconocimiento de dos estados que convivan al interior de fronteras seguras.

La convocatoria logró el objetivo de producir un diálogo sereno en presencia de un conjunto de representantes de diversas embajadas y consulados . Particularmente significativa fue la presencia de la embajadora de Palestina y del embajador de Israel en Chile. Se escucharon con atención la presentación histórica jurídica de Edgardo Riveros, ex subsecretario de RR.EE. y las reflexiones de tres excancilleres: Mariano Fernández, José Miguel Insulza y Heraldo Muñoz. El terreno quedó abonado para nuevas actividades con actores representativos de experiencias diversas que promuevan la causa de la paz.

Es evidente que la solución a este conflicto histórico dependerá de la lucidez de las fuerzas en disputa para asumir dos reivindicaciones hoy día en pugna, pero igualmente legítimas: la seguridad que requiere Israel y la esperanza que necesitan los palestinos. Desgraciadamente, en el último tiempo los principales protagonistas han sido quienes de un lado y otro aspiran a arrasar con el contrincante: Hamas por un lado, Netanyahu y la ultraderecha israelita por el otro. Los resultados están a la vista: más de 35 mil muertos.

Sobre las partes involucradas y las grandes potencias que respaldan a una y a otra recae la responsabilidad de encontrar una solución. Pero, ellas no operan en el vacío, la opinión pública internacional puede presionar, así como lo hizo ayudando a crear las condiciones para el retiro de las tropas norteamericanas de Vietnam.

Hasta ahora la institucionalidad multilateral ha sido incapaz de asegurar una salida, producto principalmente del veto de los EE.UU. a las resoluciones del Consejo de Seguridad. La situación está, sin embargo, cambiando. La presión al interior mismo de los EE.UU. está obligando a la administración Biden a endurecer su posición frente al gobierno de Netanyahu. La multiplicación de iniciativas que apunten a una salida pacífica ayudará a fortalecer las fuerzas que al interior de Israel y del pueblo palestino tienen conciencia que esta es una guerra cruel e inútil que no tendrá nunca un vencedor definitivo.

Por Carlos Ominami, presidente del Foro Permanente de Política Exterior

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