Columna de Cristián Garay: ¿Armas nucleares de primer uso?



Una de las problemáticas de las armas atómicas es que por doctrina no se pueden usar de primer uso, sino solo de contrataque y tampoco en enfrentamientos de orden convencional o con estados no nucleares. Sin embargo, los escarceos rusos desde 2015 admiten su uso sí Rusia estima amenazada su integridad territorial o la de algunos de sus aliados –presumiblemente Bielorrusia-, lo que crea una incertidumbre estratégica evidente. Algo que se ha recordado por la amenaza de Vladimir Putin, al asumir su nuevo periodo presidencial, de usar armas nucleares tácticas si participan tropas francesas o de otro país de la OTAN en Ucrania. Ya no se trata de la amenaza, como al principio de esta guerra, que Rusia la usaría si había un avance hacia Crimea, territorio incorporado por la fuerza en 2014, sino de amenazas de todo tipo contra Francia y otros estados.

En verdad esta tesis es la continuación de una doctrina soviética que establecía, contra el sentido común, una distinción teórica entre armas nucleares tácticas y estratégicas con la consigna que escalar (nuclearmente) de forma “táctica” llevaría al adversario a desescalar acciones bélicas sin uso de armas nucleares. Se consideran tácticas las armas nucleares de un kilotón para atacar formaciones concretas o ciudades. Para los soviéticos un ataque táctico no tenía el carácter de una guerra a fondo. Pero esa doctrina se contrapone a la Doctrina de la Disuasión Nuclear, que sostuvo siempre que las armas de destrucción masiva tienen consecuencias más allá de los límites del campo de batalla. De modo que, a un ataque nuclear de cualquier tipo, origina una réplica o contrataque nuclear.

Putin está seguro que ningún país de Occidente se atrevería o podría desafiar los límites que él coloca en el campo de batalla. Es la respuesta a E. Macron, y ahora a un país báltico, que están dispuestos a enviar tropas a un conflicto que estiman convencional. El Presidente galo anunció que Francia no permitiría el hundimiento del frente ucraniano y que la guerra entre Occidente y Rusia está acercándose si cae Kyiv. Putin usó la amenaza nuclear por lo demás desde 2014, cuando ocupó territorio de Ucrania en Crimea por “hombrecitos verdes” sin insignias ni parches, y Occidente esa vez temió el uso de armas nucleares por Putin.

Del mismo modo, al comienzo de la guerra de Ucrania amenazó con la posibilidad, si las cosas iban mal o perdían Crimea, de lanzar una bomba nuclear limitada para forzar la rendición ucrania, posibilidad que se alejó en tanto se fueron diluyendo los éxitos de Kyiv en el campo de batalla. Ahora Putin ordenó a las Fuerzas Estratégicas del Distrito Sur, las que limitan con Ucrania, ejercitarse a la brevedad en lanzamientos de armas nucleares tácticas.

Amenazar con uso de armas nucleares es desde luego una contravención a la Carta de Naciones Unidas. Pero tengamos en cuenta que Moscú no considera ésta como un organismo valido, como tampoco el Tribunal de La Haya. Es un país en cierto modo paria, ya en la primera semana de mayo expidió una orden de captura contra Zelenski, según la legislación rusa, mientras ignora la orden de captura de La Haya contra Putin.

Los ejercicios con armas nucleares tácticas que pidió Putin se complementan con ejercicios de armas estratégicas con misiles balísticos. Es que hoy día, Moscú tiene en estos momentos una ventana de superioridad, que desaparecerá en la medida que los misiles hipersónicos estadounidenses comiencen a integrar los inventarios de ese país. Pero en términos nucleares hoy por hoy Rusia es la primera superpotencia nuclear, aunque en términos de objetivo no es posible ganar una guerra nuclear por ser mutuamente destructiva. En ese contexto, ¿se puede creer a Moscú? ¿Podría iniciar acciones limitadas en el campo de batalla o fuera de este sin iniciar una conflagración nuclear? No parece posible, pero creer o no creer a Putin se torna una necesidad de la diplomacia y la inteligencia, puesto que un ataque nuclear táctico, aunque fuera tolerado, podría permitir ataques de este tipo contra Irán, Siria y cualquier otro país desnuclearizado. Esto incidirá en que otras regiones del mundo quieran armarse (Brasil lo empezará a pensar), pues cualquier error de cálculo llevará a la sumisión ante las potencias nucleares. Algunos piensan, claro, que el sistema internacional podría aceptar tácitamente la “doctrina Putin” que un país sin armas nucleares (Ucrania las entregó para salvaguardar su independencia precisamente) puede ser objeto de estas como si fueran armas convencionales (limitadas). Esto de suyo es un contrasentido. Y la certeza preexistente –que las armas nucleares nunca serían de primer uso- se va desvaneciendo, hasta establecer una línea tenue y puramente interpretativa entre cuál uso es táctico para ganar una acción concreta, y cuál estratégico para ganar la guerra, que se traduce en obtener el objetivo político y la rendición anticipada del adversario.

Por Cristian Garay Vera, director Magister en Estudios Internacionales, USACH

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.