Columna de Elisa Araya: Resultados PAES: El ritual de lo habitual



La Prueba PAES no logró reducir la brecha. Nuevamente los colegios particulares lograron posicionarse con amplitud sobre los municipales, el titular es predecible cada año y luego de dados los puntajes de la PAES para el proceso de matrícula, los resultados se han convertido en un ritual de lo habitual, y al parecer no hay nada que avise de un futuro mejor.

¿Cómo salimos de este atolladero? Nos preguntamos y analizamos cada vez, cual es la causa. El diagnóstico está claro, el problema es cómo lo resolvemos, cómo salimos de la desigualdad educativa e igualamos la cancha.

La brecha se relaciona directamente con la abismante segregación social que vive nuestro país, donde solo si pagas tienes buena educación, salud, vivienda, pensiones, etc. Si bien la desigualdad existe en todos los ámbitos, en la educación se hace patente, hasta en la forma de hablar, que segmenta y estigmatiza a las personas en Chile. En este país hay escuelas para ricos, para clase media, para pobres y para muy pobres, lo que se refleja geográficamente, puesto que se forman guetos inquebrantables con escasa movilidad social.

La grieta que se forma en el país en el ámbito educativo comienza desde el nacimiento del niño. Dependiendo en qué nivel socioeconómico nace, así de previsible, así de dramático y así de triste. Las escuelas públicas en algunas ocasiones logran acortar esa brecha cultural pero no es suficiente para reducir la abismante diferencia. Estamos empantanados en la brecha entre públicos y privados en los resultados educativos, en este caso de la PAES.

Los resultados académicos, sean estos a través de las notas o las pruebas estandarizadas como Simce o PAES, nos muestran una evidencia que está prolíficamente documentada en investigación en educación, que se relaciona con una variable que explica muy claramente los resultados y que es la socioeconómica.

Es posible hacer una lectura rápida y equívoca, que quien paga tiene mejor educación, pero es más complejo que eso, porque existe todo un mundo cultural que está más cercano a los códigos culturales que la escuela quiere transmitir a través del currículum. Con esto quiero decir que, en general, las familias que poseen más recursos son profesionales y han tenido acceso a más cultura, a viajes, bibliotecas, computadores conectados o al consumo de libros, cine y teatro, todo aquello que constituye simbólicamente el mundo amplio de la cultura.

Otro aspecto esencial son los profesores, adultos que pueden marcar la diferencia. Un buen profesor conoce su disciplina, pero además es cercano, amable, cuestiona, y tiene un genuino interés en los estudiantes. En este sentido, las condiciones laborales de los maestros son relevantes, y eso implica un incentivo económico y condiciones aptas para ejercer su profesión, sino difícilmente puedan estar atentos a las necesidades de los estudiantes y a despertar su interés por educarse.

Para poder salir de este gran problema, una solución inmediata al tema, que mejoraría el sistema educativo chileno, sería que los escolares se mezclen, porque en la diferencia y en la variedad de experiencias están los aprendizajes y se resuelve el conflicto sociocognitivo, que no nos deja avanzar en resultados como por ejemplo la PAES. No hay aprendizaje sin conflicto sociocognitivo, ya que interpela a los estudiantes y los obliga a buscar en el alumno respuestas que no tenía.

Si hay un proceso complejo en el ser humano es el aprendizaje y con toda la información y situaciones precarias que existen hoy en el país, se ha vuelto un fenómeno difícil de resolver y se hace urgente resolverlo. El día que un profesor gane lo mismo que un ingeniero o un médico, es probable que la profesión se enaltezca y se le otorgue su merecido sitial en la historia de cualquier ser humano. Siempre un buen profesor se recuerda y hace del momento educativo un momento estelar en su biografía.

Por Elisa Araya, rectora UMCE y doctora en Educación

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