Columna de Juan Ignacio Brito: El atajo de Kast



Tal como predijo su autor, la acusación de “travesti político” lanzada en Madrid por José Antonio Kast contra Gabriel Boric generó alguna controversia, aunque nadie pueda explicar bien por qué. A algunos les parece impropio un ataque así al Presidente de la República; otros consideran que no corresponde hacerlo en el extranjero, mientras que hay quienes consideran que se sale del tono adecuado.

Nuestro folklore político está plagado de frases para el bronce que luego de unos días pasan a ser simple hojarasca. Sirven para captar un par de titulares llamativos y darle efímera atención a quien la profirió. En este caso, todo sugiere que Kast cree que necesita reafirmar su condición de severo opositor al gobierno, por lo que repitió una fórmula que ya le dio resultados en el pasado reciente, cuando tildó a Boric de “presidente woke”.

Como parece demostrarlo el ejemplo de Kast, el problema con este estilo es que siempre demanda más. Una vez lanzado el primer terrón, lo que sigue es un piedrazo y, luego, un peñascazo. Si el objetivo es llamar la atención, siempre será necesario subir el volumen otro poco más para conseguir el propósito. Una carrera sin fin hacia el fondo.

Quizás sería mejor, entonces, probar también otras vías más trabajosas y sustantivas, como levantar un proyecto propio, original y bien pensado. Porque una cosa es ser oposición y contentarse con subrayar los yerros de un gobierno mediocre, y otra es presentarse ante la ciudadanía como una alternativa real con ideas e iniciativas atractivas.

Si aspira a llegar a La Moneda, el líder republicano no debería tratar de destacar solamente por ser el más duro opositor de un Gabriel Boric desgastado. Ojalá pudiera también mostrar qué propone para el país, cuál es el sueño de Chile con el cual quiere ilusionar al electorado.

Como apunta con frecuencia Kast, existen problemas urgentes en seguridad ciudadana e inmigración. Pero, aun siendo estos asuntos muy serios, el país no se agota en eso. ¿Cuáles son las ideas de fondo que inspiran el proyecto de Kast? ¿Cómo pretende restaurar la confianza fracturada entre los chilenos? ¿Qué piensa de la desigualdad de trato que perciben las personas menos privilegiadas? ¿Qué hará para recuperar la calidad de la educación?

Kast haría bien en preocuparse menos del presidente y más de su propia propuesta. Mal que mal, este gobierno llegará a su fin en marzo de 2026 y los problemas nacionales persistirán en el tiempo más allá de esa fecha. Criticar a Boric hoy resulta fácil y gratuito: es un Presidente impopular con una gestión débil. En cambio, diseñar un proyecto de país sustantivo constituye una tarea ardua y costosa, pero que puede hacer toda la diferencia si lo que se pretende no es tan solo llegar a ser gobierno, sino también tener posibilidades de éxito en La Moneda.

Por Juan Ignacio Brito, periodista

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