Columna de Lucy Ana Avilés: Seguimos fallando



En un contexto donde la infancia debería ser nuestra máxima prioridad, la realidad violenta que enfrentan nuestros niños y niñas cada día nos llama a la acción. Recientemente, un niño de cinco años fue gravemente herido por una “bala loca” mientras paseaba con su familia. Este caso, aunque trágico, no es aislado y se suma a una serie de estadísticas alarmantes que reflejan la cruda realidad de la violencia que afecta a los menores en Chile.

En la última década, se han registrado cientos de niños y adolescentes asesinados en contextos de delincuencia, solo entre 2020 y 2024 son 168 víctimas de homicidio por armas de fuego, y miles están siendo explotados de las peores maneras posibles. Frente a esto, cabe preguntarnos: ¿Estamos realmente poniendo a nuestros niños primero? ¿Están nuestras políticas y acciones gubernamentales a la altura de este compromiso fundamental?

Durante el mes de abril, Fundación Viento Sur llevó a cabo la campaña “Herencia Inconsciente” a través de la plataforma Cuidemos la Infancia, donde se instó a padres y cuidadores a reflexionar sobre el impacto de nuestras acciones y los ejemplos que damos a las nuevas generaciones. La campaña fue un llamado a cuestionarnos cómo estamos contribuyendo a construir un entorno de tranquilidad, alegría y respeto para nuestros hijos. Sin embargo, más allá de las campañas de sensibilización, es imperativo que las reflexiones se conviertan en acciones concretas.

Los niños están expuestos diariamente a múltiples factores que pueden afectar su desarrollo físico y emocional. Como sociedad, tenemos la obligación de garantizar un entorno seguro donde puedan crecer y prosperar. Esto significa proporcionar estructura, guía y apoyo basados en el respeto y el amor, asegurando que todas las dimensiones de su bienestar sean atendidas.

Hoy más que nunca, el contexto de violencia en nuestro país es alarmante y requiere una respuesta multidimensional que involucre a todos los sectores de la sociedad. El Estado, en particular, debe liderar con el ejemplo y garantizar políticas públicas efectivas que protejan a nuestros niños y niñas de cualquier forma de violencia y explotación. Se requiere que nuestros líderes reafirmen su compromiso con la infancia y traduzcan las promesas en acciones tangibles.

Los desafíos son grandes, pero no insuperables. La colaboración entre padres, educadores, líderes comunitarios, autoridades y políticos es crucial para cambiar el curso de las cosas. Juntos, debemos abordar las raíces de la violencia y asegurar un futuro más seguro para los niños de hoy y de las generaciones futuras.

Está claro que los menores no solo necesitan ser escuchados, sino protegidos activamente por políticas que trasciendan el buen deseo y se anclen en la realidad tangible y diaria. Solo entonces podremos decir que como sociedad estamos cumpliendo con nuestra responsabilidad hacia ellos. No más niños heridos o explotados. No más estadísticas desoladoras. Es tiempo de acción, es tiempo de proteger verdaderamente a nuestros niños y asegurar que sí, estén primero en la fila, en cada aspecto de nuestra sociedad.

Por Lucy Ana Avilés, presidenta Fundación Viento Sur

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