Columna de Luis Larraín: Ilusiones perdidas



El hastío con la discusión constitucional, que advertimos hace dos meses, condujo sin remedio a una contienda en que varios perdieron y nadie ganó. No hubo celebración y la sensación predominante en la gente es que fueron engañados por los políticos y la élite. ¿Qué queríamos después que desde el gobierno terminaron defendiendo la Constitución que Boric anatemizó como “de los cuatro generales”, e intentaron una transustanciación profana de la Constitución de Pinochet en la de Ricardo Lagos? ¿O que cierta derecha asegurara que era una Constitución socialista, por la que no votó ningún socialista?

Perdimos cuatro años, con un costo directo de 280.000 millones de pesos e indirecto de más de diez veces mayor, si sumamos las inversiones no realizadas, los empleos no recuperados y las pérdidas de bienes públicos y privados ocurridas durante la revuelta que asoló las calles de nuestras ciudades y dejó instalados a los delincuentes en ellas.

El mal causado por el extravío constituyente se puede paliar si sacamos algunas lecciones. Una de ellas es la condena a la violencia en política, que ha ganado terreno. La otra es la unión de quienes han sido leales a la democracia.

La centroderecha ha sufrido una derrota política. Quienes después del triunfo del Rechazo se apresuraron a pactar con el gobierno un nuevo proceso, autoimponiéndose plazos sin necesidad, no debieran acusar a republicanos por un triunfo del “En contra”. Y republicanos, que condujo este proceso eligiendo a la mayoría de los consejeros, tampoco debiera culpar a Chile Vamos porque la propuesta no prosperó. Dejemos a la historia repartir culpas (aunque 43% de los que desaprueban a Boric votaron “En contra”, de modo que es difícil afirmar que cambiando el proyecto hubiese ganado “A favor”). Concentrémonos en el futuro, pues si algo se demostró, es que la centroderecha no tiene ganadas las próximas elecciones.

La izquierda sufrió una derrota cultural al cambiar su objetivo de poner fin al neoliberalismo por el de defender la Constitución, supuestamente causante de todos nuestros males. El país perdió una oportunidad de modificar un sistema político fraccionado y de baja gobernabilidad. La cuarentena constitucional que se impone por decencia, incluida una veda al pirquineo de la Constitución en el Congreso, deja como única oportunidad las reformas legales.

Boric y el gobierno parecen no haber entendido. Con prepotencia niegan la realidad, afirman a autoridades que ya no lo son, e insisten en reformas insensatas como la de pensiones, que pretende apropiarse de los ahorros de los trabajadores.

La derecha debe avanzar a una alianza con quienes apoyaron el Rechazo, sumando a fuerzas de centro leales con la democracia, ya que la izquierda parece haber abandonado ese camino, conformando un solo bloque desde la DC al PC y Frente Amplio.

Por Luis Larraín, presidente Consejo Asesor de Libertad y Desarrollo

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