Columna de Manuel Agosin: La ola republicana



No, los chilenos no somos esquizofrénicos, votando abrumadoramente por una nueva Constitución en abril de 2020 y a los pocos años eligiendo una mayoría, también abrumadora, de derecha dura y de centroderecha para el nuevo órgano constituyente. Resulta que la situación de Chile ha cambiado en forma dramática desde abril de 2020 a la fecha. La violencia siempre estuvo entre las preocupaciones de más importancia entre los votantes; ahora es la preocupación casi única. La votación del domingo pasado no es el producto de cómo se han comportado fachos pobres que no saben qué les conviene, como algunos opinaron luego de la derrota apabullante del borrador de nueva Constitución el 4 de septiembre de 2022. Para parafrasear un dicho de un político estadounidense, “es la violencia, estúpido”.

Los chilenos estamos asustados -los que votamos por Republicanos y los que no- porque la violencia campea en el país y tememos, no sin asidero, que cada uno de nosotros puede ser la próxima víctima. Ha pasado un año entero desde que el Presidente Boric se animó a sacar a los militares a terreno en La Araucanía, pero no ha servido para mucho: todos los días nos informa la prensa de nuevos atentados, algunos con pérdidas de vida, todos creando más incertidumbre y temor entre la población. Por otro lado, la frontera con Bolivia sigue siendo un coladero para la llegada de extranjeros, muchos de ellos mafiosos. El narcotráfico tiene tomadas comunas enteras en las grandes ciudades y recluta a jóvenes que quedaron a la deriva por los dos años sin clases durante la pandemia. A esto hay que agregarle la violencia cotidiana de diversa naturaleza. ¿Nos puede sorprender que los chilenos hayan votado tan masivamente por los Republicanos, quienes han mantenido una postura consistente contra estos fenómenos?

Unas palabras sobre el nuevo proceso constituyente. En lugar de reclutar expertos que ayudaran a los nuevos constituyentes a encauzar sus propuestas, con honrosas excepciones, los partidos nombraron mayoritariamente a sus propios militantes para la Comisión de Expertos, esperando sacar ventajas que llevaran aguas a sus propios molinos. No hemos aprendido que el nuevo borrador de Constitución, para ser ampliamente aceptado, debe ser un documento que trascienda la contienda partidista. Luego de acordar un documento básico, los expertos han presentado casi mil indicaciones, muchas de ellas incompatibles entre sí, haciendo peligrar las esperanzas que se pusieron en esta nueva entidad. Ante la alta probabilidad que el borrador de los llamados expertos fuese a ser una hoja en blanco, ¿quién puede extrañarse de la alta votación de Republicanos y centroderecha, que ahora tienen una mayoría de más de dos tercios en el nuevo órgano constituyente?

Por Manuel Agosin, académico FEN Universidad de Chile

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