Columna de Marisol Latorre: El problema no es la prueba, es la desigualdad



La publicación de los resultados de la PAES ha vuelto a poner sobre la mesa una realidad que, lamentablemente, persiste en nuestro sistema educativo: las brechas de aprendizajes y desempeños académicos entre los establecimientos particulares y públicos. Lo crucial es analizar las causas del fenómeno para comprender que el problema no radica en la PAES, sino en las condiciones y oportunidades de formación educativa en distintos contextos sociales.

Un desafío inmediato que debemos atender es analizar de la manera más amplia y compleja los datos que nos entrega la PAES. Si bien no producen directamente mejoras en el sistema educativo, toda la información es útil para este propósito y aporta a construir una mirada integral acerca del problema.

Necesitamos establecimientos que atiendan las diferencias, velando por garantizar una educación de calidad y con sentido de justicia. La escuela no puede sumar nuevas desigualdades a aquellas que los estudiantes traen desde sus hogares y sus barrios.

Existe un déficit estructural que demanda la necesidad de invertir mayores recursos en educación pública para mejorar la infraestructura, disminuir la rotación docente, fortalecer la asistencia y más. Esa falta de recursos se refleja en los resultados de la PAES y, mientras no enfrentemos esta desigualdad, no lograremos aplanar las curvas y acortar las brechas.

Es hora de replantear la educación a niveles estructurales y curriculares. Debemos dejar atrás las metodologías y enfoques del siglo pasado y promover prácticas pedagógicas del siglo XXI. Esto implica adaptarnos a las nuevas tecnologías, además de repensar la manera en que enseñamos y evaluamos los aprendizajes.

La información que entrega la PAES, aunque no puede cerrar la brecha entre establecimientos, es valiosa. Esta prueba ofrece una radiografía del sistema educativo que permite identificar focos de mejora. Los resultados de los estudiantes, que incluso en el sector particular pagado no son destacables a nivel internacional, no son un factor del problema, sino su consecuencia. Requerimos mirar más allá de la prueba para hacer una profunda revisión de nuestras políticas educativas, promoviendo un cambio de paradigma pedagógico acerca de cómo concebimos y ofrecemos educación.

Hoy, más que preguntarnos por qué no hemos sido capaces de reducir la brecha entre públicos y particulares; debemos enfocarnos en cómo avanzar hacia una educación de calidad para todas y todos los estudiantes, asegurando aprendizajes pertinentes y contextualizados. La PAES no es la causa de la desigualdad, sino un reflejo de ella. El origen del problema reside en un sistema educativo deficiente que exige una intervención inmediata y sustancial. Solo a través de una inversión real, articulada con un replanteamiento profundo de nuestras prácticas educativas, podremos aspirar a una sociedad más justa, donde la calidad de la educación no dependa del barrio, del ingreso de los padres ni del tipo de establecimiento al que asista cada estudiante.

Por Marisol Latorre, decana Facultad de Educación de la Universidad Alberto Hurtado

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