Columna de Patricio Morales: Muro neoliberal e Isapres



El programa de la Unidad Popular tuvo una profunda inspiración revolucionaria. Pero las revoluciones más que proyectos políticos, son estados emocionales y liberación de energía. La política los tempera, los moldea y los apaga en cierto modo. Es por esto, que la gran mayoría de los procesos revolucionarios, y la UP no es la excepción, derivan en profundas frustraciones para los más exaltados. Ahora bien, muchos procesos revolucionarios provocan contrarrevoluciones, sino pregúntele al liberalismo respecto de la Revolución Francesa.

El aprendizaje del progresismo chileno fue terrible. Una de las dictaduras más sangrientas de América Latina, que trajo aparejada una contrarrevolución cuyas consecuencias aún persisten. Chile pasó de un delirio expropiatorio de la UP a un fanatismo económico que estableció lógicas de mercado en espacios de política social. La educación y la salud pública de Chile se desmantelaron y fragilizaron institucionalmente, con consecuencias hasta hoy irreparables.

Todo este diagnóstico no es nuevo. Al igual que el gobierno del Presidente Boric, cada uno de los gobiernos de la Concertación vio sucumbir sus expectativas de reparación pública. Durante los gobiernos de Aylwin, Frei y Lagos, la Constitución del 80 y los senadores designados hicieron evidente las dificultades. Durante el ejercicio de los gobiernos de Michelle Bachelet se evidenció que no basta con una mayoría legislativa para reconstruir la institucionalidad pública de Chile. El muro neoliberal no se derriba de una patada, o solo con un proyecto de ley.

El fin de la educación particular subvencionada, sin un fortalecimiento previo de la oferta pública, terminó siendo una ingenuidad desde un ámbito de política pública. Derribar el muro neoliberal no será de un día para otro. El debilitamiento y destrucción pública que provocaron los Chicago Boys y la Dictadura, tomará mucho tiempo y recursos para ser reparada. Incluso me aventuro a pensar que la única salida o transición es incorporar economías mixtas. Algo poco seductor para quienes ven nuestra institucionalidad pública desde la nostalgia.

Lo que vemos hoy con las Isapres es muy similar a lo que vivimos con la educación particular subvencionada. El sistema de salud público está en crisis, no es capaz de absorber la demanda de usuarios que involucra poner fin a las Isapres. Pero, por otro lado, persistir en un sistema privado de salud, que también implica “transfusiones” de recursos públicos, no permite siquiera pensar en fortalecer el sistema público de salud. El sistema público de Chile debe encontrar una innovación institucional que le permita romper con la lógica de bajas cotizaciones y pacientes más costosos en términos sanitarios.

Nuevamente pensando en voz alta, creo que en las economías mixtas podemos construir incentivos que hagan que los usuarios quieran mover su cotización desde el sector privado, a uno público-privado, que vaya restituyendo recursos a la institucionalidad pública.

Por Patricio Morales, cientista político y ex presidente del Partido Liberal

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