Columna de Rodrigo Arellano: Convicción y unidad



Los próximos 24 meses serán claves para el Presidente Gabriel Boric. Va a depender de su capacidad, liderar un gobierno transformador o ser solo un gobierno “de paso” en la larga historia republicana de Chile. También serán claves para la actual oposición. Todo indica que el próximo gobierno podría ser encabezado por alguien de este sector. Las mediciones dan una amplia ventaja a la actual alcaldesa de la comuna de Providencia. Por eso, la centroderecha tiene un desafío mucho más grande: debe ser capaz de construir un camino que no solo acerque la posibilidad de volver a llegar a La Moneda, sino que también, tiene que ser capaz de construir mayorías, unas que antes le fueron esquivas. Sólo así podrá construir una oferta de país para cimentar un legado que se extienda más allá de un simple mandato. Resulta fundamental, entonces, que este camino se comience a pavimentar con dos elementos que parecen obvios, pero que al momento de llevarlos a la práctica se hacen complicados.

El primero es convicción para defender las ideas fundamentales del sector. La discusión que habrá los próximos meses en el Congreso ofrece un nutrido escenario de proyectos de ley que buscarán poner en jaque valores que han sido fundamentales para la centroderecha. La discusión del diseño del nuevo sistema de pensiones, que busca disminuir la libertad de elección de las personas, o la reforma tributaria, cuya solución fácil es alimentar al Estado de más recursos por medio de alzas de impuestos, son solo algunos ejemplos. Es cierto que son temas urgentes y entregar una solución, aunque sea parcial, puede resultar una tentación fácil para los legisladores de Chile Vamos, más si consideramos que el próximo año habrá elecciones parlamentarias. Sin embargo, la evidencia muestra que frente a malos diseños, quienes terminan pagando las nefastas consecuencias son los ciudadanos, como fue el retiro de los fondos de pensiones.

El otro elemento que debe estar presente es la unidad. Fue uno de los desafíos que dejó planteado el expresidente Piñera antes de su fallecimiento. Cada vez que la centroderecha ha actuado con algún grado de conflicto interno, ha terminado cediendo a gobiernos de izquierda. Ahora enfrentan un momento donde se requiere lograr amplios acuerdos. Este espíritu debe estar presente en cada instancia. En el Congreso, para enfrentar discusiones que probablemente tentarán a caudillos para aprobar proyectos que van por el camino incorrecto. En el bloque, para incorporar dentro de las fuerzas opositoras a personas o partidos que antes han estado en veredas diferentes, pero, ante el avance de una izquierda extrema, se hace imperiosa la necesidad de construir un conglomerado amplio que sepa convivir con sus diferencias.

Los esfuerzos por acercar al partido Demócratas y Amarillos van en la línea correcta. Un buen resultado en octubre próximo debería ser un anticipo del resultado presidencial. A diferencia de otros procesos, el sistema electoral de simple mayoría y carácter uninominal de esta elección desafía a los bloques a buscar acuerdos en una persona que pueda sumar todos los votos del sector. La fragmentación de candidatos de las fuerzas opositoras puede llevar a pésimos resultados. Es inentendible que en una comuna prospere el entendimiento y, en otra, se desate una batalla mediática y de ataques personales.

La receta es simple: convicción y unidad.

Por Rodrigo Arellano, vicedecano Facultad de Gobierno, Universidad del Desarrollo

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