Crisis de las Isapres y ley corta



SEÑOR DIRECTOR:

Se acaba el tiempo. Los plazos que la Corte Suprema ha dado para que la Superintendencia de Salud implemente la sentencia sobre la aplicación de la Tabla Única de Factores están próximos a agotarse, y los efectos de la aplicación de la sentencia sobre reajuste de las primas GES ya se están comenzando a percibir en los ingresos de todas las compañías del sistema de Isapres.

Las redes privadas de atención miran con preocupación el escenario, y las compañías de seguros privados desregulados ya comienzan a hacer un gran negocio a partir de las incertidumbres generadas. En tanto, en el Congreso avanza una ley corta promovida por el gobierno que, tal como está, no resuelve ni el desequilibrio financiero generado por la aplicación de estos fallos de la Corte, ni asegura realmente que en caso de colapso del sistema privado, los beneficiarios que deban migrar involuntariamente a Fonasa puedan seguir con sus coberturas ni con los estándares de acceso y costos que hasta ahora tienen en el sistema privado.

Cuesta creer que ad portas de una crisis de magnitudes catastróficas, el gobierno no esté disponible para evaluar alternativas técnicas y jurídicas viables que la eviten, sin que ello derive a que renuncien a la soñada y postergada reforma integral a nuestro sistema de salud.

Resulta evidente que el grueso del equilibrio financiero y el peso de las eventuales devoluciones que se deban otorgar en el futuro dependerá de los ingresos próximos. Ello implica que los ingresos deben aumentarse por vía de reajustes, que los costos puedan controlarse en gastos de administración y ventas, licencias médicas y gastos médicos, y que el monto de las devoluciones corresponda razonablemente a las distorsiones que generaba el uso de las anteriores tablas de factores, pero dentro de márgenes que no hagan inviable la continuidad de las compañías.

Siendo esta una ecuación compleja, no es necesariamente imposible, aunque sí puede resultar frustrante para quienes quieren el fin del sistema, o fantasean con la idea de que los controladores capitalicen sin importar si con ello existe destino o no para esta industria.

Lo que está claro es que la solución puede acarrear temas difíciles de explicar a la galería o a las barras bravas: un reajuste excesivo o un recálculo de la deuda que esté por debajo de los cálculos efectuados hasta ahora por la autoridad pueden ser costosos para el gobierno, pero ese riesgo sería sin duda preferible ante los costos que generaría la catástrofe sanitaria y social, y que derivaría en una crisis en el sistema de financiamiento.

Sebastián Pavlovic

Académico Facultad de Medicina U. Finis Terrae y ex superintendente de Salud

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