¿Empresas justas?

Foto: AgenciaUno


Por Rolf Lüders, economista

Hemos conocido recientes presiones de parte de algunos parlamentarios y alcaldes para que la autoridad fije los precios de ciertos productos de consumo esenciales. Efectivamente, existen varias encuestas que, tomadas en su conjunto, sugieren alzas relativas promedio de precios de esos productos y es un hecho que estos aumentos de precios afectan mayormente a los quintiles de ingresos más bajos. Pero, ¿lograría la mencionada fijación su objetivo? ¿Se están enriqueciendo los proveedores de estos bienes básicos a costa de los consumidores?

La respuesta en ambos casos es, en lo esencial, negativa. Se trata, en general, de mercados competitivos, en que una fijación de precios reducirá la cantidad ofrecida. Con ello surgirán mercados negros, en que los precios serán mayores a los que prevalecerían en ausencia de la fijación. La experiencia chilena de mediados del siglo XX es irrefutable. Además, la fijación de precios desalienta la oferta. Si no lo cree, observe lo que ha sucedido en el mercado de las mascarillas, en que un precio libre transitorio y relativamente elevado produjo en Chile, en unas pocas semanas, la entrada de literalmente decenas, sino centenas, de nuevos proveedores.

¿Aumentaron las empresas establecidas violentamente los precios de los productos esenciales -como sí lo hicieron algunos especuladores menores- cuando se incrementó la demanda (por motivos de precaución) y se redujo la oferta (por las restricciones impuestas por motivos sanitarios y el alza del tipo de cambio)? No, las empresas establecidas optaron por no subir los precios a lo que diera el mercado, sino lo hicieron con prudencia, presumiblemente en función de sus costos. Eso se tradujo transitoriamente en las estanterías vacías que se pudieron observar durante los primeros días de la pandemia en prácticamente todo el mundo, incluyendo Chile.

¿Comportamiento empresarial irracional? No, tal como lo explica Richard Thaler, Premio Nobel de Economía 2017, en el New York Times, las empresas establecidas maximizan sus beneficios teniendo en mente un horizonte de largo plazo y el aprovecharse de una escasez transitoria para maximizar utilidades de corto plazo no es socialmente aceptable -es considerado injusto-, y es posteriormente castigado por los compradores.

La fijación de los precios de los bienes de consumo esenciales es conceptual e empíricamente contraproducente. Es más, las empresas establecidas tienen los incentivos necesarios para fijar precios justos. La pandemia ha sido un experimento natural que confirmó este comportamiento. Y el impacto del alza de precios de los bienes esenciales -por ahora moderado- sobre el bienestar de las familias de ingresos más bajos, se puede compensar por intermedio del ajuste del monto de los subsidios que se están entregando.

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