FNE y universidades



SEÑOR DIRECTOR:

Si la Fiscalía Nacional Económica opta por realizar un estudio de mercado de la educación superior, creo que no será ni tan complejo ni tan necesario. En la medida en que solo se centre en las variables propiamente económicas, en nada resolverá el problema de fondo.

Pienso primero en los jóvenes. Cuando tenemos en educación superior más de un millón de estudiantes, ciertamente hay una gran diversidad, por ejemplo, entre quienes están en Santiago o en regiones; entre quienes poseen un capital social y cultural para elegir carreras y universidades, y la gran mayoría, cuyas opciones de elección son más estrechas; entre quienes desde temprano se orientan y miran el “mercado laboral” y quienes buscan un desarrollo en el arte y las humanidades; y muchos más. La pregunta entonces es cómo las universidades e institutos técnicos se hacen cargo de estos jóvenes.

Luego pienso en el mercado laboral, y aquí las señales solo indican cambios e inestabilidades, donde crece el empleo informal como una espuma. Seguramente los jóvenes que egresan de la educación superior recogen estas señales y aspiran a una actividad económica que les permita resguardar sus intereses y su libertad.

Y, finalmente, las universidades, entidades conservadoras en el mejor sentido de la palabra, y por tanto lentas para generar cambios, porque deben adaptarse a múltiples señales del entorno, como asegurar su financiamiento, responder a estándares de calidad, contribuir al desarrollo de sus territorios, recoger las expectativas de sus académicos. En este escenario, generar drásticos cambios en sus programas no resulta fácil.

Entonces, más que solo emprender estudios de mercado, los que siempre son un aporte, me parece prioritario generar más espacios de debate entre las universidades, las políticas públicas, el mundo del empleo y los propios jóvenes.

María Teresa Marshall

Exrectora Universidad de Aysén

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