Inteligencia de Estado



SEÑOR DIRECTOR:

El debate sobre las hipótesis del secuestro del exmilitar venezolano Ronald Ojeda ha dejado en evidencia la urgencia de contar con un sistema de inteligencia que produzca información estratégica para el proceso de toma de decisiones. No es posible que se baraje como tesis que un Estado realice una operación encubierta en Chile para secuestrar a un desertor. Es obvio que la inteligencia está fallando.

De manera general, la inteligencia de Estado puede definirse como información útil -no cualquiera- que debe provenir de un proceso de recolección y análisis que involucre a todas las agencias del sistema, lideradas por un ente coordinador, el que puede requerir datos a las demás instituciones, servicios y unidades del Estado.

Si bien existe la ANI, carecemos justamente de eso, de un sistema que permita el desarrollo de flujos de información de manera ordenada y que se integre a una arquitectura de seguridad. Solo así se puede ir diseñando una respuesta intersectorial a los retos de seguridad actuales y futuros.

Delincuencia común y crimen organizado conviven en Chile; de manera simultánea, impactan en el país, minan sus instituciones y dañan la sociedad. El gobierno ha emprendido acciones para combatirlo, y la ministra del Interior ha dicho que el número de homicidios ha bajado. No obstante, sin una inteligencia coordinada, que sistematice los datos recopilados, que mida y genere retroalimentación, no será posible saber cuál es la razón de esta y otras realidades. ¿Acaso la disminución de homicidios será el resultado de las acciones del Estado o del hecho de haber alcanzado un equilibrio criminal? Hoy no lo sabemos con claridad.

La única certeza que tenemos es que quienes antes estuvieron en el Congreso y rechazaron por ideología haber discutido sobre inteligencia, solo perdieron tiempo valioso que fue aprovechado por el crimen organizado y el delito violento.

Pilar Lizana Toresano

Investigadora AthenaLab

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